sábado, marzo 12, 2016

Déjalo vivir


Martha Meier M.Q.

DERECHO DE GUERRA
Diario "Expreso"
SÁBADO 12 DE marzo del 2016 



Hoy Lima será escenario de una de las mayores manifestaciones de su historia. Un millón de personas se dará cita en La Marcha por la Vida, una respuesta, alegre y pacífica, a la presión proaborto ejercida por ciertos sectores políticos y líderes de opinión, medios y oenegés. Una poderosa maquinaria pretende obligarnos a creer que asesinar a un humano por nacer es un “derecho” de las mujeres, cuando más bien la vida es el derecho primigenio sobre el cual se asientan todos los demás.
El filósofo español Gustavo Bueno (1924) escribe así sobre el supuesto derecho de la mujer: “la vida de ese hijo […] no tiene nada que ver con que otra persona, aunque sea su madre, lo desee o lo deje de desear […] qué le importa al embrión, al feto o al infante, que tienen una vida individual propia y autónoma respecto de la madre, el no haber sido deseado por ella? ¿Acaso puede un hijo asesinar a sus padres porque no desea tenerlos?”. Y lo dice un filósofo que es marxista y ateo.
El aborto no es “derecho”, es infanticidio dentro del vientre materno. Para la periodista francesa Bénédicte Manier es “el grado máximo de violencia contra las mujeres [pues] les niega el derecho a nacer”; de hecho, más de la mitad de los bebés abortados son mujeres. Curioso que quienes dicen luchar para erradicar la “violencia de género”, promuevan este tipo de feminicidio masivo.
Tú, yo y todos los demás fuimos una pequeña célula de 46 cromosomas, con una carga genética única diferente a la de nuestros padres. Cuando el óvulo se unió con el espermatozoide y surgió una nueva célula (cigoto), se inició nuestra historia. Empezamos a ser, esperando nacer y nadie nos lo impidió, por eso estamos aquí, vivos. A millones de niñas y niños no se les dejará nacer. Serán aspirados, despedazados, deshilachados; se les extirparán los órganos y otros tejidos para ser vendidos. Sí pues, el aborto y la venta de partes de niños son un gran negociado.
La oposición al aborto no es una cuestión religiosa ni ideológica. El cineasta italiano Pier Paolo Passolini, por ejemplo, era comunista, ateo, antisistema y homosexual y consideraba la legalización del aborto como la “legalización del homicidio”. Se preguntó: “¿Puede pasarse por encima de un caso de conciencia personal la decisión de hacer venir o no al mundo a alguien que quiere decididamente venir?”. Yo defiendo la vida, ¿y tú? Déjalo Vivir.

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