jueves, junio 11, 2015

Cambio climático: la de nunca acabar (Ecología)

En apenas tres días concluye la COP 20, la reunión que le ha costado al país 77,6 millones de dólares. ¿Habrá valido la pena?

"Debe ponerse fin a la descarga de sustancias tóxicas o de otros materiales y a la liberación de calor, en cantidades o concentraciones tales que el medio no pueda neutralizar, para que no se causen daños graves o irreparables a los ecosistemas. Debe apoyarse a la justa lucha de los pueblos de todos los países contra la contaminación".
Así reza el Principio 6 de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano, o Conferencia de Estocolmo (1972), la primera gran cumbre de la ONU sobre la problemática ambiental global, convocada por el legendario birmano U Thant, entonces secretario general de las Naciones Unidas. Para los expertos fue un punto de inflexión en el desarrollo de las políticas ambientales globales, pero 42 años después "la vida sigue igual", como cantaba Julio Iglesias (y esto en un sentido negativo).
Quizá no haya que ser optimistas con los resultados de la COP 20. De hecho, la de Lima es la reunión número 20 porque en las 19 anteriores no se llegó a ningún acuerdo para implementar un convenio mundial vinculante de lucha contra el cambio climático, una meta perseguida desde 1992, tras la Cumbre de la Tierra (Río de Janeiro).
El asunto no es fácil: hay que romper el paradigma de una economía sustentada en el petróleo y pasar a una de energías limpias, sin colapsar el modelo. Pero el asunto no es solo energético, pues alcanza a la industria de fibras sintéticas, plásticos y otros materiales vitales en el siglo XXI.
La dependencia del petróleo terminará solo si cambiamos paralelamente la matriz energética y recreamos la industria de materiales. Es ingenuo alegrarse por recibir dinero para la reconversión de una mínima parte del transporte público de Lima, eso es bueno para la imagen de la capital, no más. Debemos batallar, más bien, por fondos para la investigación y desarrollo a gran escala de materiales alternativos (como el de plásticos a partir de caparazón de crustáceos, cáscaras de papa o plátano, maíz, caseína, arroz, entre otros), aunque sea experimentalmente.
Desde la década del 90, el Perú asumió compromisos en la lucha contra el cambio climático. Ganas no faltan, lo que hay es ausencia de enfoque e incomprensión del importante rol de la investigación científica y tecnológica. Así resulta más importante un Concytec fortalecido que la labor del Ministerio del Ambiente.
¿Qué pasará? Lo sabremos el 12, pero finalmente el próximo año en París, la última posibilidad de la Tierra para lograr un convenio contra el cambio climático.



UNA Y OTRA VEZ
Recuerdos de la COP 4
En 1998 se llevó a cabo la cuarta reunión de las partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, o COP 4. Esta misma columnista desde 1992 ha seguido el proceso de las COP, cubriendo la mayoría de estas reuniones a lo largo de más de dos décadas. A continuación se incluyen las líneas de aquella cita, lo que bien podría ser el colofón de esta COP 20.
"Mientras tanto, el panorama de lo que saldrá de Buenos Aires no está claro. No faltan los anuncios pesimistas asegurando que la cita de las Naciones Unidas concluirá sin avances significativos. Y no quedará más que esperar a la COP 5 del año venidero, cuya sede sería probablemente Turquía".
Se dispara entonces la célebre pregunta del ilustre conservacionista chileno Godofredo Stutzin: ¿Sirven las conferencias ecológicas?, con la que tituló en 1977 un artículo aparecido en "El Mercurio", de Santiago.

Se respondía el mismo Stut-zin: "Un creciente sentimiento de frustración se apodera inevitablemente de quienes asisten a estas conferencias con la mente puesta no solo en los papeles que van formando montañas representativas de otros tantos bosques talados, sino más que nada en los porfiados hechos que, no obstante las recomendaciones, resoluciones, evaluaciones y planes de acción, siguen su curso rumbo a la agonía biológica del planeta. Todo indica, por desgracia, que el 'Homo sapiens' no será capaz de enmendar su rumbo suicida 'por la razón' y que solo aprenderá la lección ecológica 'por la fuerza', a través de los castigos cada vez más drásticos que le ha de propinar la misma naturaleza".


Martha Meier MQ.
Editora Central

El Comercio, 09 de diciembre de 2014

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