sábado, junio 18, 2011

La agenda verde de Ollanta Humala



¿La conservación ambiental y el desarrollo sostenible son preocupación del virtual presidente Ollanta Humala Tasso? Probablemente sí, pero no se nota. Si nos guiamos por “La gran transformación” –su plan de gobierno seminal, ese de las 190 páginas que “ya no va”– diríase que los temas verdes no le van a quitar el sueño al comandante. “El plan de los primeros 100 días” es otra mala señal ambiental: el enfoque es, básicamente, avanzar en infraestructura, esto es necesario pero impostergable es también atender las cuestiones de corte verde.

¿Y ahora? Ahora, pues. Esperemos que el elegido sea lo suficientemente inteligente para pedirle ayuda a los expertos en conservación, incluidas las sabias cabezas de las comunidades rurales e indígenas y deje de lado a quienes redactaron los pocos párrafos sobre el tema en su plan de gobierno ya caduco (supuestamente). Párrafos –dicho sea de paso– que parecen arrancados del cuaderno de un alumno de primaria, poco aplicado. Para muestra un botón: “Se dictarán políticas fundamentales para hacer frente ante [sic] el cambio climático y el consecuente estrés hídrico que modifican significativamente la hidrología y los sistemas de uso de agua de los últimos siglos, considerando nuevas políticas de adaptación como la siembra-cosecha del agua en las cuencas, la del uso sostenible y no contaminante de este recurso que es un bien público escaso y no comercializable”. ¿En concreto? Nada, un enredo de visiones, estrategias y terminologías.

Ojalá que en su visita al Brasil, la presidenta Dilma Rouseff no le haya susurrado al oído temas verdes. ¡Socorro! No vaya a ser que a Humala, en su loco afán de ‘lulalizarse’, se le ocurra importar al Perú la fatídica experiencia del gobierno del Partido de los Trabajadores en materia ambiental. El ex presidente Inácio Lula da Silva ha sido la encarnación de la tesis de “el perro del hortelano” en la Amazonía brasileña. Ningún ejemplo para seguir.

Brasil se ha convertido, junto con China y la India, en una de las economías emergentes que emite mayor cantidad de gases de efecto invernadero (GEI). Estos subproductos no se derivan de una pujante y sólida industria en expansión, sino mayoritariamente de la quema de la cobertura del bosque amazónico para abrir tierra de cultivo para los ‘agronegocios’ y biocombustibles. Esto encontró un importante e irresponsable socio en el gobierno de Lula, muy generoso con el financiamiento público para tales fines y bastante relajado para medir los pasivos ambientales.

El brasileño aprobó leyes –más laxas que las peruanas– para alquilar los bosques públicos a empresas privadas y ONG. Eso se llama allá “Proyecto de gestión de bosques públicos”, quizá bien intencionado pero que al no evaluar el costo-beneficio socioambiental no puso la biodiversidad brasileña al servicio de las poblaciones de las zonas de valiosa diversidad biológica. Bajo Lula, Brasil además abrió de par en par sus puertas para la entrada de semillas transgénicas, especialmente soya, lo cual ha derivado en deforestación para cultivo y la consecuente pérdida de hábitats. Crecen los números pero…¿a qué costo?

“El producto interior bruto –dijo Robert ‘Bobby’ Kennedy en 1968– mide todo menos eso que hace que la vida valga la pena”. Y si hay algo que hace que la vida valga la pena, es poner empeño en desarrollar y crecer económicamente sin destruir el ambiente del que no solo depende el sustento físico y la salud de las futuras generaciones (una de cada diez especies de plantas de los bosques tiene propiedades anticancerígenas) sino también su derecho al gozo estético y espiritual que brinda la naturaleza en su estado más puro.

Si alguna gran transformación necesitamos es un discurso sobre el progreso socioambiental, un discurso que en se entienda el bienestar en términos de calidad y acceso a los recursos naturales, del impacto de estos sobre la vida, la salud y la paz social.

El resultado final de un buen gobierno –que es lo que esperamos que el virtual presidente Ollanta Humala consiga– es crear una vida feliz y saludable para los ciudadanos. La conservación no es obstáculo para el desarrollo, más bien es la base de un progreso sostenible en el tiempo y viable social y ambientalmente. Preocupa por ello que el virtual presidente no haya verbalizado la agenda ambiental pendiente.


El Comercio, 11 de junio de 2011

1 comentario:

Maricarmen dijo...

Le recomendamos ver esta pagina para leer analisis sobre el resultado de las elecciones en Peru.
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