lunes, febrero 01, 2010

Discapacidad no es incapacidad

“La ciencia puede haber encontrado una cura para la mayoría de los males; pero no ha encontrado remedio para el peor de todos ellos: la apatía de los seres humanos”, escribió en “Mi Religión” (1927) —uno de sus 10 libros— la autora, pensadora y activista política estadounidense Hellen Keller (1880-1968), quien, para más señas, quedó ciega y sorda a los 2 años de edad. En realidad no hay mayor mal espiritual y tragedia para un país que la apatía. No es otra cosa que dejadez, indolencia, falta de interés y voluntad. Simple egoísmo con otro nombre. Quizá la apatía sea la razón por la que, en pleno siglo XXI, las personas con discapacidad sigan siendo marginadas y no gocen, en la práctica, de los derechos y oportunidades para desarrollar todo su potencial creativo, emocional y espiritual.
Una de cada diez personas padece algún tipo de discapacidad, sea física, sensorial o mental, es decir 10% de la población (aproximadamente 650 millones de personas alrededor del mundo). En nuestro país cerca de tres millones de hombres, mujeres, jóvenes, niñas y niños presentan algún tipo de discapacidad, especialmente en los sectores pobres.
El Perú ha firmado y ratificado la Convención de las Naciones Unidas sobre los derechos de las personas con discapacidad pero, como dicen los comentaristas deportivos, “aquí no pasa nada”. El tema recibe una mirada compasiva y “caritativa”, por decir algo y así entre comillas, pues el Presupuesto Nacional ni siquiera refleja eso.
El ex congresista Javier Diez Canseco está dispuesto a que el asunto cambie y que la referida Convención de la ONU deje de ser un simple saludo a la bandera. Para ello viene proponiendo la elaboración de una ley —como iniciativa ciudadana ante el Congreso—, respaldada con la firma de 50.000 ciudadanos. Veamos si siquiera eso saca de su apatía a nuestros queridísimos “otorongos”.
En el país del “tú no puedes” (o sea este rinconcito del cosmos llamado Perú) resaltan quienes pese a todo han sacado a la luz sus talentos. Un ejemplo inspirador es el artista plástico Félix Espinoza Vargas —grabador, acuarelista, tallador y pintor—, quien nació sin brazos y sin la pierna derecha: usa indistintamente la boca o el pie izquierdo para plasmar su arte. En entrevista con el periodista Enrique Sánchez Hernani, publicada en nuestro suplemento “El Dominical”, narró que en su infancia preguntó muy entusiasmado a un médico “¿qué debo hacer para nadar?”. ¿Y qué le contestó el apático y antipático ese? Pues nada más y nada menos: “Es imposible [...] si lo intentas, que no me vengan a avisar que te has ahogado”. Hoy el artista practica la natación en el mar de Punta Hermosa y nada de ida y vuelta, de la orilla hasta una isla cercana entre las olas y contra la corriente. “Todos somos vulnerables a la discapacidad, ya sea temporal o permanente, sobre todo a medida que nos hacemos mayores”, nos recuerda Ban Ki-moon, secretario general de la ONU. Mientras que Diez Canseco promueve el lema “Discapacidad no es incapacidad”. Y aquí bien podríamos decir “la apatía es la peor de las incapacidades”.
El Comercio, 16 de enero de 2010

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