Las altas totoras se mecen con la brisa. El espejo de agua es quebrado por un
ave que cae en picada buscando alimento. Otras, simplemente, se refrescan
mientras las libélulas vuelan al ras, como pequeños helicópteros. Nadie pensaría
que estamos dentro del perímetro urbano de la caótica y contaminada Lima.
Los llamados Pantanos de Villa -humedales costeros- son la última zona
silvestre dentro de la ciudad. Un área natural urbana es un privilegio que pocas
capitales exhiben. Aquí se alberga variedad de flora y fauna y es parada de
descanso de aves migratorias que vuelan, de polo a polo, dejando atrás crudos
inviernos.
Las aves son la característica del humedal. El espectáculo de la naturaleza
inspiró a Federico Meier von Schierenbeck a recuperar un terreno abandonado,
colindante con los pantanos. No faltaron autoridades que le pusieron piedras en
el camino y hasta un par de demandas, ya archivadas por falta de sustento. Como
todo vecino de este villorrio -donde "la mazamorra se espesa con la envidia",
como decía el recordado Manuel d'Ornellas-, soportó los infundios de
seudoecologistas incapaces de lograr sus avances. Nada lo detuvo. Terco él,
limpió el desmonte, creó un vivero, una nueva laguna e hizo de aquel botadero un
lugar para el disfrute del aire libre.
En 1960, su suegro, el reconocido ingeniero y empresario Mario Suito, creó la
urbanización La Encantada, en el fundo Santo Toribio de Mogrovejo. Este era
propiedad del doctor Hernando de Lavalle García, quien desde 1958 impulsó el
Country Club de Villa, con cancha de golf, y pidió a Suito encargarse de
urbanizar el resto del fundo, y le entregó de paso algunos terrenos.
Medio siglo después Federico Meier von Schierenbeck, hijo político de Suito,
decidió recuperar tres hectáreas colindantes con los pantanos. Cuenta que Suito
pagaba muchos impuestos por el terreno y que su idea era donarlo a Sernanp,
Prohvilla o a la Municipalidad de Chorrillos.
"Durante un año gestioné la donación, pero nadie quería hacerse cargo de un
lodazal lleno de desmonte, y en un arranque de irresponsabilidad le dije a mi
suegro que yo me encargaría del terreno y de los impuestos", cuenta Federico.
Una mañana soleada fue a ver, una vez más, el basural "y si mirabas al sur
veías naturaleza pura. En ese momento decidí recuperar el área", dice.
Ocho años después de su "arrebato ecológico", el sitio cuenta con decenas de
metros de áreas verdes, zonas de observación de aves y una laguna para la pesca
deportiva. Está creando, además, el primer laberinto natural del Perú. "Una
réplica del Hampton Court Maze, de Londres. El más antiguo en funcionamiento del
mundo", sueña Federico. Ha plantado más de mil árboles y sembrado centenares de
plantas. Le alegra saber que "su" verdor se ve ya desde el espacio, usando
Google Earth.
"Estamos creando una gran isla verde", agrega.
Atractivos
El gran espectáculo de las aves migratorias
-En los Pantanos de Villa hay más de 250 especies de aves, 30 de ellas
migratorias, como la gaviota de Franklin, las garzas, las parihuanas (flamencos)
que bajan, a veces, desde la sierra o los patos que, cada verano, arriban de
Canadá, entre otras. Es un espectáculo verlas.
Propuesta verde
Un laberinto dentro del parque ecológico
-El proyecto más ambicioso de La Isla es el laberinto: casi dos mil metros de
caminos que estarán cubiertos por vegetación, y una atalaya en el centro, punto
al que se debe llegar. Ver el proyecto en: http://laisla.weebly.com
El Comercio, 04 de diciembre de 2013
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