viernes, enero 03, 2014

Una isla verde para Lima

Las altas totoras se mecen con la brisa. El espejo de agua es quebrado por un ave que cae en picada buscando alimento. Otras, simplemente, se refrescan mientras las libélulas vuelan al ras, como pequeños helicópteros. Nadie pensaría que estamos dentro del perímetro urbano de la caótica y contaminada Lima.
Los llamados Pantanos de Villa -humedales costeros- son la última zona silvestre dentro de la ciudad. Un área natural urbana es un privilegio que pocas capitales exhiben. Aquí se alberga variedad de flora y fauna y es parada de descanso de aves migratorias que vuelan, de polo a polo, dejando atrás crudos inviernos.
Las aves son la característica del humedal. El espectáculo de la naturaleza inspiró a Federico Meier von Schierenbeck a recuperar un terreno abandonado, colindante con los pantanos. No faltaron autoridades que le pusieron piedras en el camino y hasta un par de demandas, ya archivadas por falta de sustento. Como todo vecino de este villorrio -donde "la mazamorra se espesa con la envidia", como decía el recordado Manuel d'Ornellas-, soportó los infundios de seudoecologistas incapaces de lograr sus avances. Nada lo detuvo. Terco él, limpió el desmonte, creó un vivero, una nueva laguna e hizo de aquel botadero un lugar para el disfrute del aire libre.
En 1960, su suegro, el reconocido ingeniero y empresario Mario Suito, creó la urbanización La Encantada, en el fundo Santo Toribio de Mogrovejo. Este era propiedad del doctor Hernando de Lavalle García, quien desde 1958 impulsó el Country Club de Villa, con cancha de golf, y pidió a Suito encargarse de urbanizar el resto del fundo, y le entregó de paso algunos terrenos.
Medio siglo después Federico Meier von Schierenbeck, hijo político de Suito, decidió recuperar tres hectáreas colindantes con los pantanos. Cuenta que Suito pagaba muchos impuestos por el terreno y que su idea era donarlo a Sernanp, Prohvilla o a la Municipalidad de Chorrillos.
"Durante un año gestioné la donación, pero nadie quería hacerse cargo de un lodazal lleno de desmonte, y en un arranque de irresponsabilidad le dije a mi suegro que yo me encargaría del terreno y de los impuestos", cuenta Federico.
Una mañana soleada fue a ver, una vez más, el basural "y si mirabas al sur veías naturaleza pura. En ese momento decidí recuperar el área", dice.
Ocho años después de su "arrebato ecológico", el sitio cuenta con decenas de metros de áreas verdes, zonas de observación de aves y una laguna para la pesca deportiva. Está creando, además, el primer laberinto natural del Perú. "Una réplica del Hampton Court Maze, de Londres. El más antiguo en funcionamiento del mundo", sueña Federico. Ha plantado más de mil árboles y sembrado centenares de plantas. Le alegra saber que "su" verdor se ve ya desde el espacio, usando Google Earth.
"Estamos creando una gran isla verde", agrega.


Atractivos
El gran espectáculo de las aves migratorias
-En los Pantanos de Villa hay más de 250 especies de aves, 30 de ellas migratorias, como la gaviota de Franklin, las garzas, las parihuanas (flamencos) que bajan, a veces, desde la sierra o los patos que, cada verano, arriban de Canadá, entre otras. Es un espectáculo verlas.
Propuesta verde
Un laberinto dentro del parque ecológico
-El proyecto más ambicioso de La Isla es el laberinto: casi dos mil metros de caminos que estarán cubiertos por vegetación, y una atalaya en el centro, punto al que se debe llegar. Ver el proyecto en: http://laisla.weebly.com

El Comercio, 04 de diciembre de 2013

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