sábado, septiembre 04, 2010

¿Y Lima dónde quedó?

Ahora sí la histeria. Mujeres al borde de un ataque de nervios. Lulú le dice “caperucita” (por lo roja, entendemos) a Susanita, y Susanita le retruca “soy más moderna” (¿por querer legalizar la marihuana?). ¿Y Lima? Bien gracias. Lulú comenta que Susanita encarna “ideas fracasadas” y Susanita desliza “está gastando saliva”. Nada bueno bajo el plomo cielo capitalino y encima una campaña municipal para llorar.
Álex Kouri quedó fuera de la contienda por una tacha discutible (¿qué de la voluntad popular frente a tecnicismos y normas revisables?). La tacha catapultó a Susana Villarán al segundo lugar –detrás de Lourdes Flores– en las encuestas de intención de voto.
Por primera vez en la historia de esta tres veces coronada villa, dos mujeres pugnan por llegar a la alcaldía, pero en un abrir y cerrar de ojos el par ha convertido la campaña en un pleito de adolescentes encaprichadas por bailar con un mismo galán. Solo falta que se jalen de los pelos. Vamos, chicas, que –sin hombres en la costa, salvo el pastor Lay bastante rezagado– esta es una oportunidad para demostrar otros modos de hacer política, constructivo y alturado. La capital espera proyectos novedosos, alternativos, posibles y con visión de largo plazo y no idas de boca que bien sazonarían los tan criticados programas televisivos de Laura Bozzo.
Lima se merece un debate pedagógico sobre la ciudad en la que todas y todos aspiramos a vivir. Una campaña encabezada por dos mujeres debiera ser la mejor tribuna para contarles a los desorientados vecinos, llegados de todos los puntos del Perú, que este caos desarticulado en que viven (vivimos) tiene un pasado esplendoroso y un futuro promisorio, porque una ciudad es la voluntad de sus habitantes. Voluntad hecha visible, a través de la arquitectura y el urbanismo que son las únicas herramientas –políticas y económicas– con que cuentan las candidatas para lograr el cambio social y ambiental requerido.
Ya en el siglo X, el filósofo Al Farabí concebía la ciudad ideal como una sociedad ordenada donde los habitantes se ayudan para alcanzar felicidad. La comparaba a un cuerpo perfecto y sano, y consideraba que su función primordial era educativa (tanto intelectual, espiritual como emocionalmente); debía ser armónica, una unidad natural como un organismo vivo y saludable. ¿Cómo se empezará a curar a este monstruo enfermo llamado Lima? ¿Cómo se sentarán las bases para que Lima tenga las características necesarias para el óptimo desarrollo de sus habitantes, tomando en cuenta el bienestar físico y sus necesidades sociales y ambientales?
Quizá la clave esté en mirar al pasado. Javier Lizarzaburu, periodista, investigador y promotor de “Lima milenaria”, refiere que “uno de los hallazgos más fascinantes de los últimos 25 años para nuestra ciudad es saber que ha tenido un desarrollo urbano ininterrumpido a lo largo de más de dos mil años. Esto significa una oportunidad para reinventarnos como ciudad, la posibilidad de potenciar nuestra diversidad y revitalizar esta desordenada capital de nueve millones de personas”. Para eso claro habrá que pensar más en Lima y menos en el ocioso arte de lanzarse dardos.


El Comercio, 04 de setiembre de 2010

Controlar el papel para callar las ideas

Treinta y cuatro años después de una transacción comercial entre privados, la presidenta de Argentina, señora Cristina Fernández de Kirchner, tuvo una epifanía, una visión, una señal del cosmos de cómo silenciar las voces que no le son gratas. Así, dio con una fórmula macabra para meterle un nuevo gancho de izquierda a la prensa independiente, intentar desprestigiarla y, de paso, vincular a los directivos de los dos medios más emblemáticos de su país – “La Nación” y “Clarín”– con delitos de lesa humanidad. El asunto, sin duda, traerá cola y no sería sorprendente un burdo intento de judicializar y detener a Héctor Magnetto, CEO del Grupo Clarín, el hombre que más eriza a los esposos Kirchner. ¿Qué otra razón habría para relacionar la compra de la empresa Papel Prensa, en 1976, con delitos de lesa humanidad durante la dictadura militar? Papelera donde, por cierto, el Estado controla hasta hoy el 27,5% de acciones.
Según la amañada versión dada por doña Cristina el último martes 24 de agosto, Papel Prensa –controlada por “Clarín” y “La Nación”– no fue vendida en 1976 sino en 1977. Tal salto en el tiempo es esencial para que su mentira cuaje: fue en 1977 cuando los ex propietarios, la poderosa familia Graiver, fue detenida y torturada bajo acusación de mover –“lavar” diríamos hoy– dinero de la guerrilla Montoneros (la izquierda peronista alzada en armas).
Pero como la mentira tiene patas cortas resulta que, en su momento, el periódico “La Opinión” se refirió en buenos términos a la compra, considerando que el precio fue “ventajoso” para los Graiver. El asunto no tendría relevancia de no ser porque el director de “La Opinión” era ni más ni menos que el reputado periodista Jacobo Timerman, entrañable amigo de los Graiver, perseguido por la dictadura militar, secuestrado, torturado y desaparecido desde 1977 hasta 1984. ¿Alguien en su sano juicio creería que Timerman ocultó lo que hoy el neoperonismo chavista saca de debajo de la manga?
La señora Kirchner –con modos bastante más educados y simpáticos por cierto– al final del día termina siendo una encarnación (con faldas) del vengativo e intolerante Hugo Chávez.
Lo que no ha dicho esa historiadora de la ficción es que al momento de la compra la papelera estaba parada, cargada de deudas y que los nuevos inversionistas debieron inyectarle más de 140 millones de dólares de la época para ponerla en marcha y lograr producir papel recién en 1978. Tampoco que fue Isidoro Graiver el encargado de concretar la operación. Ha obviado sibilinamente mencionar que, como se acordó, los pagos se realizaron en cuotas mientras los Graiver estuvieron libres y que al ser cruelmente maltratados y detenidos, el dinero se les depositó en una cuenta de conocimiento judicial. La señora calla en siete lenguas que nunca la familia impugnó esta venta. Obvia también que, tras el retorno a la democracia con Raúl Alfonsín a la cabeza, el Estado Argentino indemnizó a la familia Graiver por los bienes que les confiscó la dictadura, y que el pago no incluyó el paquete accionarial vendido a los diarios, justamente porque la legitimidad de la operación no estuvo en duda. La indemnización sí incluyó las acciones de Papel Prensa a nombre de la sucesión de David Graiver (hermano de Isidoro) y que esa es justamente la parte que desde hace 34 años posee el Estado. El propio Isidoro Graiver ha desvinculado la transacción de las acciones crueles de la dictadura.
Kirchner habla de un inexistente monopolio de Papel Prensa, invisibilizando a Papelera Tucumán que inclusive exporta su papel a diarios como “El Mundo” de España, entre otros.
Al iniciar su cuento sobre la perversidad de “La Nación” y “Clarín” (perversidad existente en su interesada versión), Kirchner se refirió a un editorial dominical de “Clarín”: “El gobierno avanza en Papel Prensa para controlar la palabra impresa”. Y ¡zas! Allí se le escapó la verdad: “uno infiere que “Clarín” piensa que quien controla Papel Prensa controla la palabra impresa [...]. Claro quien controla Papel Prensa controla la palabra impresa”. Entonces, señora presidenta, ¿debemos inferir que quien quiere controlar Papel Prensa quiere controlar la palabra impresa?


El Comercio, 28 de agosto de 2010