Tras Varsovia, la mirada está puesta en Lima, sede de la próxima COP y último
tramo en el intento de concretar un tratado universal
El sábado en Varsovia, Polonia, finalizó la Conferencia sobre Cambio
Climático de las Naciones Unidas. Las informaciones oficiales han sido
optimistas al difundir "avances", pero lo cierto es que no hay consenso para
cerrar un acuerdo climático vinculante. La pelota está ahora en cancha peruana,
donde será la próxima reunión.
El presidente de la COP 19 de Varsovia, Marcin Korolec, dijo que se marcó el
sendero para que "los gobiernos trabajen un borrador de texto para un nuevo
acuerdo climático universal, que esté sobre la mesa en la próxima reunión de
Perú. Un paso esencial para alcanzar un acuerdo final en París 2015".
En buen cristiano, son malas noticias cuya traducción es: "Una vez más no
hubo acuerdo. Esperamos que la reunión de Lima sirva para cerrar el tratado
climático en París, si no el planeta estará frito". Sí, frito, por el alza de
las temperaturas globales que generan ya complejos problemas socioambientales.
Mala mano
El calentamiento global o cambio climático es un fenómeno que ya se siente
alrededor del globo. Sus caras son las sequías, inundaciones, huracanes y
tifones altamente destructivos; elevación del nivel del mar al punto de inundar
lugares como las islas Maldivas, en el Océano Índico, o territorio indígena en
la costa de Panamá, obligando a poblaciones enteras a desplazarse; desfase en la
maduración de los frutos; deshielo de glaciares; entre otras.
Y todo generado por la mano del hombre, por actividades emisoras de gases de
efecto invernadero (GEI), como el dióxido de carbono (CO2), procedente de la
quema de combustibles fósiles y de bosques; y el metano (CH4), producido por la
flatulencia de las vacas de los extensos proyectos ganaderos. De hecho, tanto
como que el 25% del exceso de metano en la atmósfera es emitido por las vacas
criadas para consumo humano.
Escenario complejo
Tras cada reunión ambiental global que concluye convocando a otra, surge la
pregunta de si sirven para algo. Podemos decir que "más o menos". Lo más
importante es que han tatuado, con tinta indeleble, el tema ambiental en la
agenda política mundial; que generan noticia y, por tanto, la población sabe de
la crisis ecológica que padecemos y exige a sus autoridades compromisos serios.
Por lo demás, se puede decir que no pasa mucho. Más es lo que se habla que lo
que se logra.
Cada nueva conferencia, además, muestra delegaciones nacionales compuestas
por funcionarios distintos a los de la anterior, un poco desubicados. Es tiempo
de que las estructuras oficiales de gobernanza ecológica se respalden en
instituciones independientes, ajenas a los devaneos políticos, y compuestas por
expertos. Ocurre que en los ministerios y oficinas estatales las cabezas de los
principales suelen rodar de la noche a la mañana. Lo ecológico no debiera,
tampoco, depender de la ideología de los gobiernos de turno sino de un acuerdo a
largo plazo.
Fondo verde
En la COP 19 de Varsovia quedaron más claros los mecanismos de financiamiento
de los países industrializados hacia los en vías de desarrollo, y
recomendaciones para frenar la emisión de GEI por la deforestación y degradación
de bosques (esto representa el 20% de las emisiones globales). El mecanismo REDD
-que propicia la conservación de los árboles en pie- cuenta con 280 millones de
dólares más y contribuye para que las comunidades que conservan sus selvas en
pie emprendan negocios verdes.
El único camino trazado realmente en Varsovia es el que conduce a Lima 2014,
a la COP 20. Veremos qué pasa.
Mecanismos
Uno de los mayores logros emanados de las múltiples negociaciones para el,
hasta ahora frustrado acuerdo climático vinculante global, ha sido el mecanismo
REDD (reducción de emisiones de la deforestación y degradación de los bosques).
El mecanismo se lanzó hace siete años, pero ha sido ahora que las reglas para
su óptimo y sistemático uso se han establecido claramente. Quizá sea el mayor
avance de la cita polaca.
El Comercio, 26 de noviembre de 2013
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