"Wally" y Bob llegaron a República Dominicana tras una fuerte controversia
nacional. Los sectores más conservadores del país caribeño andan bastante
incómodos con su presencia, las iglesias Católica y evangélicas (es su rol, para
evitar que nos desbandemos) instaron al gobierno a no aceptar al activista gay
"Wally" como embajador de los Estados Unidos.
No faltaron quienes consideran el hecho como una falta de respeto de Obama
contra el país caribeño que rechaza mayoritariamente, como el Perú, las uniones
de personas del mismo sexo. Y el embajador gay llegó, para terror de los
homofóbicos, con su guapísimo esposo Bob Satawake.
Algunos analistas han considerado el nombramiento como una interferencia
norteamericana sobre un debate cerrado constitucionalmente en 2010. No está de
más recordar, sin embargo, que en 2011 la ex Secretaria de Estado Hillary
Clinton manifestó que "la difusión de los derechos para las minorías GLBT
(Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales) será un pilar de la política
exterior" del gobierno del demócrata Obama. Así las cosas no debe sorprender que
James "Wally" Brewster sea el octavo embajador abiertamente homosexual nombrado
por esa administración.
La prensa dominicana ha recogido y repetido hasta el cansancio una de las
frases de saludo de Brewster: "Mi esposo Bob y yo estamos felices de servir como
embajadores en República Dominicana". O.K., no todos los días un embajador llega
con marido, pero a estas alturas del siglo XXI ya va siendo tiempo de dejar de
lado los prejuicios y la cantaleta del "mal ejemplo". ¿Es mal ejemplo que dos
personas se respeten, se quieran, sean fieles y leales con el vínculo que han
establecido, que no lleven una vida promiscua, no tengan vicios, sean destacados
profesionales y buenos ciudadanos? Creemos que no.
A las pocas horas de ser nombrado embajador, Brewster contrajo matrimonio en
Washington D.C., con Satawake, su pareja de 30 años. Y llegaron como marido y
marido a República Dominicana, con la misión de "fortalecer e incrementar el
comercio bilateral, las oportunidades económicas, y aumentar los intercambios
económicos y culturales".
Los esposos Brewster-Satawake son empresarios exitosos. El embajador
-originario de Texas- es gerente general de SB&K Global su propia compañía;
mientras Satawake -oriundo de Oklahoma- es gerente adjunto del Chicago Luxury
Group de Sotheby's International Realty, una trasnacional inmobiliaria. Ambos
son creyentes y educados en los valores de la compasión y la tolerancia.
Mientras República Dominicana sigue removida con la pareja. En Madrid todos
andan felices con el embajador gringo James Costos y su novio, el reconocido
decorador Michael S. Smith, ambos son compañeros desde hace largos años,
también.
Ya va siendo tiempo que nos hagamos a la idea de que "las parejas
imaginarias" pueden ser reales, vivir vidas sanas y productivas y, de paso ser
felices. De vez en cuando cae bien una cucharadita de tolerancia.
El Comercio, 30 de noviembre de 2013
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