Hoy al caer la noche llegará al Perú, por primera vez, la más emblemática
mujer de nuestro tiempo, una leyenda viviente: la doctora Jane Goodall, la mayor
experta en primates del mundo.
Esta inglesa de apariencia frágil recorre el mundo llevando su mensaje
ambiental e impulsando, infatigablemente, su proyecto Roots and Shoots (Raíces y
Brotes), que ha generado una inmensa masa crítica de niños y jóvenes que
trabajan voluntariamente por sus comunidades. Jane está convencida de que esos
niños, pacíficos, activos, asertivos, solidarios y comprometidos, son quienes
cambiarán el mundo, quienes arreglarán este desastre ecológico que hemos creado.
La reconocida etóloga, primatóloga y conservacionista es una persona íntegra
y hermosa, un alma limpia que se ha impuesto la titánica tarea de generar
esperanza en estos tiempos de caos y desazón. Y sí, al caer la noche llegará a
este nuestro país, tan enfrascado en sus pasajeros líos políticos y,
seguramente, como el gran sabio italiano Antonio Raimondi le provocará decir:
"Jóvenes peruanos, dad tregua a la política, y consagraos a hacer conocer
vuestro país y los inmensos recursos que tiene".
Goodall cree en la bondad del ser humano y eso solo puede entenderse si se
sabe que está convencida de la existencia de un poder superior. Dice no ser
introspectiva y que para ella Dios estuvo allí siempre, "como las aves o como el
viento". Algo que a los científicos -agnósticos y ateos, por norma- les hace
levantar una ceja recriminatoria, especialmente a ese activista del ateísmo que
es Richard Dawkins.
No faltan quienes la califican de "ecoevangelista", y en buena hora si así
es, porque lo que le falta a gritos a la sociedad contemporánea es
espiritualidad.
En una entrevista para una web feminista le preguntaron si seguía siendo
cristiana, y respondió con naturalidad: "Supongo que sí; fui criada como
cristiana".
Es en la selva de Gombe, Tanzania, donde por más de medio siglo investiga a
los chimpancés, donde creció su convicción de que hay un gran poder espiritual
que su "mente finita jamás será capaz de comprender en su forma o naturaleza".
Ella siente esa fuerza en la selva, rodeada de vida, de criaturas diversas,
paisajes hermosos y plantas de todos los verdes.
Jane Goodall dice que su trabajo es crear esperanza, conectar nuestros
cerebros con nuestros corazones, erradicar la apatía y sintonizarnos los unos
con los otros para trabajar unidos, pacífica y armónicamente, por la
conservación de la naturaleza y los más necesitados. Y... ¡lo logra!
Definitivamente, detrás de ese milagro debe estar Dios. Y a Dios gracias, arriba
Jane Goodall a este confundido terruño, para hablar de asuntos que sí ayudan a
construir un mañana mejor.
El Comercio, 16 de noviembre de 2013
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