La educación ambiental es uno de los principales pilares del desarrollo sostenible, es la educación que requiere el siglo XXI para lograr una sociedad global dispuesta a cambiar conductas y patrones de consumo, así como propensa a resolver los problemas que nos aquejan: contaminación, degradación de ecosistemas, calentamiento global, pérdida de bosques, entre otras. Para Naciones Unidas la Educación Ambiental debe formar individuos que conozcan y reconozcan las interacciones naturales y sociales de su entorno y actúen e interactúen en él sin desequilibrarlo para posibilitar una buena calidad de vida. Los acuerdos multilaterales medioambientales -que buscan lograr transformaciones reales- requieren nuevos enfoques para la educación ambiental y la sensibilización de la población. En las diversas cumbres mundiales "verdes" se reconoce que el desarrollo sostenible es una tarea compleja, justamente, porque exige cambios radicales en nuestros modos de pensar, ser y actuar.
El experto australiano Peter Bridgewater afirma que "con el respaldo de una ciencia y una tecnología adecuadas, la educación ambiental, puede conducir a una comprensión más satisfactoria de la capacidad del planeta de subsistir y recuperarse de la presión que ejerce en él la actividad humana y puede fomentar el debate entre los políticos, los científicos y la sociedad civil, logrando que los problemas ambientales sean un factor determinante a la hora de planificar y ejecutar todo tipo de proyectos de desarrollo".
Estamos frente a lo que constituye la mayor innovación y revolución educativa de la historia, la cual debe enfatizar también aspectos como la lucha contra la pobreza, acceso al conocimiento, a las nuevas tecnologías y a los beneficios globales e individuales de la generación de riqueza.
Martha Meier M.Q.
Editora central de Fin de Semana y Suplementos
El Comercio, 29 de enero de 2013
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