La vocación de Cristina F. de Kirchner es la costura. Lo suyo es no dar puntada sin hilo, recortar la libertad de expresión y hacer leyes como trajes, a la medida. Para muestra un botón: la llamada Ley de Medios (Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual) es un tijeretazo contra el grupo Clarín, el mayor conglomerado multimedios de Argentina. Lo ocurrido es la expresión patente de que el cáncer chavista y el comunismo desfasado del Foro de Sao Paulo son una espada de Damocles sobre la cabeza de los inversionistas y la propiedad privada sudamericanas.
Es el fin de una trama gestada hace tres años. La creación de las "condiciones subjetivas" para perpetrar este ataque comenzó con la humillación pública e intento de desprestigiar a la señora Ernestina Herrera de Noble, principal propietaria. Noble soportó ser acusada de haber adoptado a un niño y a una niña raptados a jóvenes desaparecidas durante la dictadura militar.
Los chicos Noble fueron sometidos a vejaciones en el vano intento de comprobar que eran nietos de alguna de las Madres de la Plaza de Mayo, esas señoras canosas que tienen como lideresa a Hebe Bonnafini, una octogenaria acusada de lavado de donaciones españolas y de desvío de fondos para financiar la campaña kirchnerista.
Las pruebas de ADN a los chicos desbarataron la patraña, pero la duda quedó sembrada. Luego vino la expropiación de un porcentaje de la empresa Papel Prensa, controlada por Clarín. Hilvanando versiones de uno que otro allegado a presos de la dictadura, negadas por los propios familiares de estos, el gobierno se coló a la junta de propietarios y al directorio de la productora de papel. Faltaba solo desarticular al grupo, lo que se concretó ayer cuando el juez Horacio Alfonso declaró constitucionales dos artículos de la ley, impugnados por Clarín. La decisión del juez se dio en medio de burdas presiones: Julio Alak, ministro de Justicia, tildó de "alzamiento judicial" cualquier fallo contrario a los intereses oficialistas.
Hoy ninguna firma, por eficiente y competitiva que sea, podrá controlar más del 35% del mercado audiovisual (Clarín controla el 41,8% de las licencias de radio, 78% de la televisión abierta y 59% del cable), rebasando el tope impuesto. A lo largo y ancho de Argentina -un país con más de 40 millones de habitantes- cuenta con más de los 10 canales de señal abierta y 24 de cable que ordena la norma, por lo que deberá ahora vender cientos de licencias que, probablemente, serán adquiridas por los nuevos millonarios del kirchnerismo.
La prensa libre y el éxito empresarial no le gustan a la señora del bótox y los mil vestidos.
Martha Meier M. Q.
Editora de Fin de Semana y Suplementos
El Comercio, 15 de diciembre de 2012
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