Los terrícolas somos extraños. De hecho la mayoría no diferencia lo fundamental de lo accesorio. La sociedad moderna ha pervertido tanto su relación con la naturaleza que un estudio, realizado a fines del siglo XX, demostró que los niños de las grandes ciudades (como Nueva York, por ejemplo) a la pregunta: "¿De dónde viene la leche"?, contestaban: "Del supermercado". Y lo hacían convencidos y muy sueltos de huesos. No se los puede culpar. Es muy difícil recordar las granjas, la hierba creciendo en el campo, cuando se vive apiñado, rodeado de ruidos y humos, de juguetes a batería y a la sombra de los rascacielos.
Ayer se "celebró" [lo que suena a burla] el Día Internacional del Agua, vital y olvidado insumo básico para la supervivencia de todo aquello que vive en nuestro maltratado planeta. Del agua dependen: la vida, la calidad de vida, la agricultura, la producción energética e industrial, el aseo, la cocina, el disfrute y el goce estético, entre mucho más. Pero la contaminación, el derroche y el mal uso es la constante a lo largo de la historia humana, y en estos tiempos más.
La ciencia ha demostrado que no existe organismo que pueda sobrevivir sin ese compuesto formado por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno ( H2O, que le dicen), mientras se ha comprobado que muchas bacterias pueden vivir sin oxígeno. Y aquí lo curioso y lo que sorprendería a cualquiera recién llegado de otro planeta: lo más descuidado por la humanidad es el agua, eso sin lo cual no existiría.
Algunas cifras ilustran cuán mala es nuestra relación con el agua. La Unión Internacional de Telecomunicaciones informa que en un planeta poblado por 7 mil millones de personas existen 6 mil millones de teléfonos celulares. ¿Todo bien? ¡No! Ocurre que 1.200 millones no tienen acceso al agua potable y 2.400 millones no están conectados a redes de desagüe. La historia de la descollante proliferación de teléfonos frente a la falta de abastecimiento de agua pura podría terminar más o menos así: "-Aló, ¿tiene agua para vender?"; -"No queda, a menos que quiera que le enviemos unos cuantos litros del líquido contaminado con materias fecales y metales pesados. De esa sí tenemos bastante". Así están las cosas, no es exageración.
"En muchos países es más riesgoso ir al baño que cualquier otra actividad", dice Andreas Lindstrom, del Instituto Internacional del Agua, en Estocolmo. Sabemos, además, que una de las principales causas de mortalidad infantil es la falta de agua limpia y de instalaciones sanitarias. Las cifras demuestran, además, que una de cada tres personas no tiene baño y que más gente muere anualmente de enfermedades vinculadas a la mala calidad del agua y la carencia de un baño, que por el estrago que causan el sida, la malaria y tuberculosis, combinadas. ¿Qué se celebraba ayer?
Martha Meier M. Q.
Editora de Fin de Semana y Suplementos
El Comercio, 23 de marzo de 2013
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