Sábado 15 de febrero del 2014, barrio de Monserrate, Cercado de Lima: la
alcaldesa Susana Villarán de la Puente aseguró: "Yo no voy a ir a ninguna
reelección".
Viernes 6 de junio del 2014, la misma alcaldesa que negó que tentaría la
reelección anunció que lo hará. "Ha llegado -dijo ayer- el momento de atreverse.
Susana sí se atreve".
El no de Villarán de la Puente resultó siendo sí. ¿Es que el "no" de una
mujer en realidad significa "sí"? En su caso así ha sido, y su palabra hoy debe
estar bastante devaluada.
Un puñado de vecinos le creyó de buena fe. Después de todo, una y otra vez
dijo que no iría a la reelección.
Estamos frente a una mujer incapaz de reconocer sus propios errores, de ser
coherente con ella misma y su oposición a las reelecciones. Parece que la
manzana le ha resultado insoportablemente apetitosa a esta Eva municipal.
Parecía lógico que la alcaldesa, conocida por su postura contraria a las
reelecciones, se abstuviera de usar tal figura en beneficio propio. Sin embargo
quiere sacar provecho y hacer lo que la ley no le impide. Su mensaje está claro:
Tú no, pero yo sí. La reelección es mala, pero no para mí.
Ahora bien, tratar de encontrarle algo de coherencia en todo este asunto es
como buscar una tuna sin espinas o un pez que camine erecto.
Ayer mismo 'Lady Vaga' salió con su muy simpática sonrisa e innegable carisma
a decir, pues eso, que "ha llegado el momento de atreverse. Susana sí se
atreve".
La pregunta es: ¿a qué se atreve Susana? ¿A tirarse a una piscina vacía? ¿A
ir contra el sentir de la gran mayoría de vecinos que en más de 70% dice que no
votaría por ella? ¿A aprovecharse de la figura de la reelección?
A todo eso, y más, se atreve la señora del "olón", del huaico "programado",
la del malecón inconcluso en Barlovento, la ausente cuando la operación de La
Parada, la que regala puestos a sus amigos y se presta dinero de la Caja
Municipal, entre un largo etcétera de barbaridades.
Ahora está de aliada del presidente Ollanta Humala, cuyas bases partidarias
apoyan su reelección. En el 2006 otra era la historia, pues Villarán lo acusaba
de ser un violador de derechos humanos, el temible 'Capitán Carlos'. Eso fue
cuando ambos postulaban a la presidencia.
En ese entonces, la "tía bacán" se fue hasta Madre Mía, donde el hoy
presidente había servido en una base contraterrorista. Allá, con gesto
compungido, lanzó al río un ramo de rosas (con celofán y todo) en memoria de las
víctimas del tal 'Carlos' (Humala, según ella y otros izquierdistas).
A la orilla del río lo increpó a que diera la cara y dijera "si es
responsable o no de los delitos que se le imputan".
Nada de eso le importa hoy a una mujer formada en la lógica leninista,
aquella de "salvo el poder, todo es ilusión". No está dispuesta a dejar el
efímero poder municipal de una ciudad que dejó de creer en ella hace ya buen
tiempo por obvias razones.
El Comercio, 07 de junio de 2014
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