¡Faltaba más! Delincuentes mineros "ilegales-informales-dizque artesanales" llegaron a Lima desde Madre de Dios con intolerables exigencias. Y los ministros se convirtieron en cómplices de esos maleantes ambientales. Así es, que quede claro, el Ejecutivo ha llegado a "acuerdos gracias al diálogo" con quienes perpetran diariamente delitos que van desde los ecológicos hasta la trata de personas.
Nelly Luna Amancio, periodista de esta casa editora, ha informado ampliamente sobre la destrucción ecológica y la corrupción que impera en las zonas de minería ilegal (informal-artesanal de gran magnitud). Y en reciente columna, Irma Montes Patiño -consultora en conflictos sociales- reiteró la esencia delictiva de lo que pretende formalizarse.
Manuel Pulgar, el peor ministro del Ambiente que se recuerde, dijo frente a cámaras haber llegado a un "acuerdo". Lo que no dijo es que transó con depredadores de una de las zonas más megadiversas de la Tierra. ¿Y cuál es el gran acuerdo? Pues que estos sigan delinquiendo en el infamante "corredor del oro", y destruyan el ambiente por un año más.
¿Qué viene después de tamaño despropósito? ¿Carnet para pedófilos? ¿La formalización del secuestro como actividad económica? ¿Dónde se ha visto que las autoridades "dialoguen" con quienes destruyen y contaminan ecosistemas y jaquean a la población con actos violentos?
Dejarse torcer el brazo por enemigos de la patria, del ambiente y del orden, no es inteligente, es simple signo de debilidad gubernamental.
Los mineros "informales" deben ser procesados por los delitos ambientales que perpetran por sus ansias de oro fácil. Lejos de esto, se aceptó que todo siga igual por un año más, en vez de promover el desalojo de los maleantes. Sí, desplazarlos, arrimarlos, sacarlos de donde nunca debieron entrar, y por ejemplo licitar -para esa extensa área irrecuperable- la construcción de un aeropuerto internacional y un complejo hotelero ecoturístico que permita a los millares de viajeros visitar -con comodidad- el rincón más biodiverso del globo. No se atreven a poner orden y desplazar a los maleantes del oro venenoso, mientras sí planean hacerlo con el pueblo asháninka -que ningún daño ha causado- para sumergir la selva que habitan y construir hidroeléctricas en el marco del cuestionable acuerdo energético con Brasil. ¿Mano dura contra el inocente y carta libre para el delincuente?
Estamos hablando de un grupo -entre los cuales está el gobiernista "comeoro" Amado Romero- que degrada Madre de Dios, uno de los territorios más despoblados del planeta, con una densidad demográfica de alrededor de 1,3 habitantes por kilómetro cuadrado. Literalmente cuatro gatos le ganaron la partida al gobierno. Seguirán deforestando Huepetuhe, envenenando suelos y ríos con mercurio, prostituyendo niñas y esclavizando niños en los lavaderos. Todo con la venia del Ejecutivo. Cerca de 80 mil mineros ilegales violarán la ley por 12 meses más, en diversos puntos del país. Extraordinario ejemplo de ineptitud, falta de valor y de valores. ¡Viva el delito ambiental!
El Comercio, 24 de marzo de 2012
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