A través de los siglos, el humor siempre ha sido una importante arma subversiva,
con su poder transgresor y performático
Lima aún recuerda a un Tulio Loza, en los cafés teatros, luchando a su ingenioso
modo contra la dictadura socialista del general Juan Velasco Alvarado
Camotillo
Loza se convirtió en "Camotillo el Tinterillo", un orador pueblerino con
aspiraciones políticas, para poner los puntos sobre las íes y arrancar
carcajadas en una época de asfixiante represión. Terminó expatriado en Buenos
Aires por su cómica osadía frente a una revolución carente de legitimidad y de
sentido del humor.
"Con ustedes el único sacamugre a los políticos, heme aquí, aquí heme,
Camotillo el Tinterillo", decía al abrir su performance en unas noches en las
que cómico y público bien podían ser desalojados por los agentes de la
represión.
Risa contra la crisis
Hoy recordamos al gran Sofocleto, quien demostró que la sátira, la ironía, el
sarcasmo, la comedia, el chiste son buen refugio para la crítica política y
social. Tan sutil es el humor político que burla la ausencia de libertad de
expresión y encuentra su camino hacia la gente. Generalmente, cuando las
dictaduras se percatan de que son el chiste generalizado, es tarde para detener
la fuerza del humor.
La revolución del humor político es un soplo de aire fresco y libertad para
quienes sobreviven asfixiados bajo regímenes totalitarios. Reír para no llorar,
porque para reír es fundamental tomar distancia de las situaciones, olvidarlas
por un instante. De hecho necesitamos una "anestesia momentánea del corazón",
según lo afirma Henri Bergson (1859-1941), filósofo francés y Nobel de
Literatura 1927 en "La risa: un ensayo sobre el significado de lo cómico".
El humor político que arranca carcajadas ha contribuido a deslegitimar
regímenes y a ridiculizar hasta al más feroz de los tiranos, y es que como
sostiene el mismo Bergson, la humillación que suscita es una suerte de
correctivo social.
Los griegos
Para Platón, en la Antigua Grecia, los cómicos debían ser desterrados (según
lo sostuvo en su "República"); esto porque consideró el humor de la comedia
opuesto a la compostura que debía caracterizar al habitante de su soñada ciudad
perfecta. Fue otro griego, Aristófanes, quien mostró cómo la comedia era una
efectiva arma para cuestionar a los políticos atenienses. Con humor, Aristófanes
denunció gran parte de los problemas que afectaban a los ciudadanos de Atenas,
la sátira fue su modo de ejercer la crítica a las crisis sociopolíticas de su
tiempo.
Contra el opresor
Oscar Wilde en "El ruiseñor y la rosa" escribió: "Si quieres decirle a la
gente la verdad, hazles reír o te matarán". El humor es, pues, el mejor medio de
difundir las ideas, y es al mismo tiempo la flecha emponzoñada que lanzamos -con
el inocente empaque de chiste- contra quienes nos hieren colectivamente, con su
ineptitud, descaro y corrupción. El humor permite decir las cosas implícitamente
y al arrancarnos la risa, el mensaje nos impacta profundamente.
El humor es una válvula de escape que alivia la angustia y ayuda, en cierto
modo, a que el oprimido proteja su dignidad frente al opresor, mediante el
chiste. El guionista argentino de los monólogos políticos del cómico Tato Bores
(Mauricio Borenztein) sostiene que "frente a las arbitrariedades de un déspota,
la respuesta del débil puede ser un chiste, una caricatura, un guiño que le
permita recomponer su dignidad dañada. Ante el autoritarismo, sea en lo laboral
o en otros ámbitos, un apodo descalificador, un comentario burlón da fuerzas a
quien lo dice".
El opresor
En todos los países y en todas las épocas han existido medios escritos de
crítica política con humor.
Nuestro país no ha sido la excepción. Hoy la mejor expresión del humor
político gráfico nos la dan ciertos caricaturistas en los principales medios
(Alfredo, Carlín, Heduardo, Prado, Portales, entre otros) pero principalmente
aquellos que se han abierto sus propios espacios en revistas como "Calicanto".
Hoy es en la caricatura donde el humor político encuentra su mejor expresión,
en esa caricatura irreverente que prefiere la marginalidad de sus propios
espacios y muestras, antes de contagiarse de la agobiante corrección política
(con su antifujimorismo y antiaprismo militantes), de los intereses subalternos,
la venganza personal y el pensamiento único. Las redes sociales se han
convertido hoy en los nuevos espacios de crítica humorística contra los poderes
establecidos y la ineptitud de nuestros políticos. A la velocidad de un click,
se transmiten los apodos, los chistes y la posibilidad de reírnos de esas
autoridades que nos hacen la vida imposible y que nosotros mismos elegimos.
Loza se convirtió en "Camotillo el Tinterillo", un orador pueblerino con
aspiraciones políticas, para poner los puntos sobres las íes ...
El Comercio, 23 de marzo de 2014
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