En la década de los noventa, en el Perú se prohibió la caza de delfines y la
comercialización de su carne, quedando proscrito el muchame, un plato
tradicional de Chucuito, Callao, cuyo principal insumo es la carne de esos
simpáticos mamíferos marinos.
El muy sibarita astrólogo y poeta Rodolfo Hinostroza (1941) criticó la medida
declarándola una "gran pérdida para nuestra gastronomía". Hablaban, sin duda,
sus jugos gástricos. Ese tipo de mentalidad muestra a esa Lima insensible y
frívola, donde el autoproclamado "parnaso" cultural exhibe la profundidad
sentimental de un gorgojo, a contramano de la creciente preocupación por el
sufrimiento animal de un buen sector de la población.
En una hermosa nota del 2007, el periodista César Hildebrandt narró cómo un
gorrión "aturdido, prisionero" entró en su dormitorio. El episodio lo llevó a
una profunda reflexión y escribió: "Pienso en la clase de mundo que hemos hecho
para que la aparición de un gorrión en una casa sea un acontecimiento, una
primicia contada por teléfono".
Esas palabras nos llevan a pensar en la clase de ciudad que hemos hecho para
que la situación sufrida por los delfines Yaku y Wayra apenas hiera la
sensibilidad de algunos limeños y no les interese a sus autoridades, pese a los
ríos de tinta derramados denunciando, alertando, sugiriendo, suplicando.
El par de cetáceos son "propiedad" de los mellizos Levy, los mismos que con
su cuento de la quiebra del banco Nuevo Mundo estafaron a media colonia judía y
por eso fueron expulsados de ella por la ley rabínica.
Yaku y Wayra fueron exhibidos en su hotel Los Delfines, pero hace casi cuatro
años terminaron en pozas en las faldas de un cerro de la playa La Herradura,
Chorrillos. Según los expertos, ya deben estar desequilibrados por un cautiverio
que los ha condenado a la soledad siendo animales de grupo.
Les robaron la libertad en el Caribe cubano, los llevaron a México, luego
"adornaron" una poza con ventana al bar del hotel de los Levy y ahora están a
cargo de personal no entrenado, encargado de alimentarlos con 20 kilos de
pescado diarios.
Los defensores de los derechos animales son [somos] calificados de
"escandalosos", "loquitos" y "conflictivos" por los maltratadores que lucran
exhibiendo especies, alegando que contribuyen con la educación ambiental y que
en cautiverio los animales la pasan "bomba", sanos y felices como en su propio
hábitat. Falso. A estos delfines ya ni se les exhibe por su errática conducta.
¿Por qué el afán de tenerlos como reos?
Costa Rica, Hungría, Chile y la India han prohibido la exhibición y
cautiverio de delfines. India los ha declarado "personas no humanas", apoyándose
en los estudios del filósofo Thomas White de la Loyola Marymount University, de
California, quien sostiene que tienen emociones, personalidad y autocontrol.
Un grupo de expertos de la Universidad de St. Andrews, Escocia, demostró que
los delfines se llaman por su "nombre", que responden a un llamado individual.
Diana Reiss del Hunter College, Nueva York, sostiene que su capacidad de
aprendizaje es similar a la de un niño. A Yaku y Wayra, los Levy y la
insensibilidad limeña, les han arrebatado su condición de delfines. ¿Quién apoya
una cruzada por libertad de Yako y Wayra?
Llegaron en 1997
Los antecedentes del arribo de Yaku y Wayra
- Cuando Yaku y Wayra llegaron al país, en 1997, el Ministerio Público
investigó los permisos para su ingreso y permanencia en cautiverio. "Estos
animales fueron importados con un permiso especial. Se traficaron para
cautiverio", señaló el presidente de Orca, Carlos Yaipén.
Cuestión de sensibilidad
Solo la tiranía niega derecho a los animales
- Jeremías Bentham (1748-1832) jurista y filósofo inglés expresó: "Llegará el
día en que la creación animal adquiera derechos que nunca habría sido posible
denegarle sino por mano de la tiranía. La cuestión no es ¿pueden razonar?, sino
¿pueden sufrir?".
El Comercio, 19 de marzo de 2014
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