Como todos los años, este 22 de abril se celebra el Día de la Tierra. Se han
elegido como tema las ciudades verdes con el fin de llamar la atención sobre la
necesaria transformación de las áreas urbanas en ambientes saludables y
sostenibles.
Este 22 de abril se conmemora, como cada año desde 1970, el Día de la Tierra.
Tras 44 años, la fecha es una masiva celebración de gente comprometida con el
cambio y convencida de que el futuro está en nuestras manos. Este año llama la
atención sobre la necesidad de transformar las ciudades y centros urbanos en
espacios verdes y sustentables.
UN POCO DE HISTORIA
El Día de la Tierra fue establecido en 1970 por el senador demócrata Gaylord
Nelson (1916-2005), nativo de Wisconsin, Estados Unidos. Nelson había ganado
notoriedad al exigir en el Congreso audiencias para discutir la seguridad de las
píldoras anticonceptivas. Aquello derivó en la obligación de las farmacéuticas
de incluir en los envases, prospectos informativos sobre los efectos colaterales
y advertencias sobre el uso de anticonceptivos.
Nelson era un amante del aire libre y de la vida saludable y promovió el Día
de la Tierra con el afán de crear conciencia colectiva sobre problemas como la
contaminación, la degradación de ecosistemas, la calidad del agua y del aire,
entre otros.
El primer Día de la Tierra se celebró con marchas pacíficas. En la ciudad de
Nueva York un extenso grupo de jóvenes bloqueó las avenidas para evitar la
circulación de automóviles. Ese día, los monitoreos sobre la calidad del aire
demostraron que las pocas horas sin carros lograron disminuir la contaminación
del aire urbano. Se comprendió que la Tierra necesitaba un respiro.
NUEVAS URBES
Este martes 22 más de mil millones de personas en unos 190 países realizarán
acciones a favor del ambiente: arborizaciones, siembra en terrenos baldíos,
creación de huertos en las azoteas, marchas y conciertos de concientización,
limpieza de playas, entre otras actividades.
Crecer sin espacio
La atención estará puesta en la gran transformación requerida por las
ciudades. Hoy estas albergan a más de la mitad de la población planetaria y han
crecido no en función de las necesidades fundamentales de las personas por
contar con espacio suficiente, áreas verdes, agua de calidad y aire puro. Todo
lo contrario, se han expandido -horizontal y verticalmente- con el solo fin de
dar cabida a más personas, "como sea".
Las grandes urbes son una entelequia consumidora de recursos y productora de
desechos. La semilla para cultivar una ciudad verde está en su gente y la
génesis de la urbe nueva, en generar buena parte de los recursos que requiere y
reusar sus desechos para que no sean un problema sino una solución energética,
productiva y generadora de empleo.
Algunos ejemplos: las botellas plásticas pueden transformarse, a bajo costo,
en fibra polar para tejer prendas de vestir, frazadas y otros productos de uso
cotidiano; la basura orgánica puede perfectamente generar energía en forma de
gas para abastecer a las zonas marginales; las aguas servidas, tratadas mediante
bacterias y algas, son reusables para el riego de parques, jardines y zonas de
cultivo.
A su vez, las azoteas de casas y edificios son fácilmente transformables en
pequeños huertos ecológicos (como ocurre hoy en el distrito limeño de Lince,
donde los vecinos ya cosechan y hasta comercializan lechugas, tomates y otras
verduras, en un proyecto impulsado por su alcalde, el cuarentón y muy visionario
médico Fortunato Martín Príncipe Laines).
Hacinados
Las ciudades verdes deben ser el objetivo del siglo XXI. Las cosas necesitan
cambiar. La población de las ciudades y centros urbanos crece a un ritmo sin
precedentes históricos. La FAO sostiene que "casi cinco ciudades nuevas del
tamaño de Beijing [surgen] cada 12 meses. Para el 2025, más de la mitad de la
población del mundo en desarrollo -3.500 millones de personas- será urbana".
La FAO señala también que para el 2020, la proporción de la población urbana
pobre llegará al 45%, o 1.400 millones de personas.
Para entonces, "el 85% de la población pobre de América Latina se concentrará
en las ciudades y los centros urbanos". Es la llamada "nueva bomba demográfica".
Se teme que generará desgobierno, degradación ambiental, social y moral;
inseguridad, mayor pobreza, exclusión y desempleo. Ciudades insostenibles y al
borde del colapso. La única salida es la perspectiva "verde".
TODO ES POSIBLE
Las ciudades pueden ser, otra vez, lugares llenos de oportunidades, motores
del avance social y cultural y de economía de los países; y no el dolor de
cabeza que son hoy. El siglo XXI debe ser el de las ciudades verdes
(autosuficientes, ordenadas, sostenibles social, económica y ambientalmente).
Para lograrlo solo se requiere decisión política, soluciones creativas e
incorporar esta visión en la planificación urbana y las licitaciones de la
infraestructura requerida y el transporte. No se trata de poner parches sino de
generar cambios. A puertas de nuevas elecciones municipales, esperamos la visión
verde de los candidatos.
El Comercio, 20 de abril de 2014
No hay comentarios.:
Publicar un comentario