sábado, noviembre 02, 2013

Bárbara d'Achille en la memoria

CRÍMENES DE SENDERO LUMINOSO

 Hay que tener memoria, pues olvidar cómo Sendero Luminoso desangró el país no es una opción, es una irresponsabilidad cuando no una perversidad. Uno de sus crímenes más inesperados fue el de la periodista de nuestro Diario Bárbara d'Achille, encargada de la página de Ecología. Hace 24 años, un 31 de mayo como hoy, los terroristas la mataron a pedradas en Tinyaclla, en los Andes de Huancavelica. Hay quienes quieren que no lo recordemos, pero así se vivía en la década de los ochenta, acechados por Sendero Luminoso y el MRTA.
La tarde de su asesinato era hermosa, el viento traía el frío de las cumbres cercanas y el cielo lucía claro y azul. Bárbara viajaba para ver un exitoso proyecto de reproducción de camélidos. Nadie imaginaba que los asesinos se le cruzarían en el camino, en la triste inmensidad andina que soñaba reverdecida. Eran tiempos peligrosos, pero se habían tomado las medidas de seguridad necesarias (si cabe la palabra seguridad para esos años). Casi un cuarto de siglo ha pasado desde que, en 1989, junto al ingeniero Esteban Bohórquez Rondón, ambos cayeran víctimas del terrorismo que hoy intenta reorganizarse.
Había nacido en Dobele, Letonia, como Bárbara Bistevins Treinani, en el seno de una sensible familia de artistas. Con apenas 20 años arribó al Perú y trabajó como tripulante de la compañía de aviación Panagra. Aquí se enamoró y se casó con Maurizio d'Achille. Debido al trabajo de este vivió por casi dos décadas en la Amazonía. Así entre los años 1968 y 1984 vivió en Pucallpa, Iquitos y Manaos (Brasil), para volver a Pucallpa. Es en su segunda estadía en Pucallpa que traba amistad con don Felipe Benavides Barreda, patriarca del ecologismo peruano, y se integra a Pro Defensa de la Naturaleza, Prodena. Barreda le encargó varios informes y, al ver su interés y claridad para redactar los asuntos relativos al medio ambiente, le propuso a los directores del Diario de aquel entonces, Aurelio Miró Quesada Sosa y Alejandro Miró Quesada Garland, la creación de una página de Ecología, y la recomendó como encargada de la misma.
En la selva, Bárbara había vivido de cerca la destrucción de parajes naturales que le fascinaban y había desarrollado sentimientos de impotencia y frustración al no tener las herramientas necesarias para tratar de revertir esa situación. Todo cambió cuando ingresó a El Comercio. La mujer que adoptó el Perú como su patria recorrió nuestro país para sensibilizar a una generación de peruanos y, a través de escritos, transmitió sus preocupaciones, difundió alternativas y advirtió sobre el desarrollo mal enfocado.
Su afán era investigar, ver, confirmar y cumplir con los lectores de la página de Ecología que editó. Cada semana sus notas difundían las amenazas que se cernían (y ciernen) sobre los ecosistemas: la agonía de los bosques, la muerte de los ríos, el deterioro del mar, la contaminación. Trajo a Lima las angustias de las comunidades rurales, las costumbres de remotos pueblos peruanos, de los que poco se hablaba en la capital. Y esa remota realidad llegaba fresca y vívida en sus crónicas de viaje. Con sencillez y claridad transmitió conceptos científicos y ecológicos, creando conciencia conservacionista entre los lectores de nuestro Diario.

A mis escasos 27 años debí asumir el espacio de editora de la página que ella dejó. Hoy, a 24 años de distancia de aquella tarde cuando Sendero la asesinó, solo puedo decir que Bárbara fue uno de los ejemplos más hermosos de pasión por la naturaleza. Sus escritos son un testimonio de paz e integración, la apuesta por un mundo más justo y ecológicamente sostenible. Alguna vez escribió: "En general tratamos a los grupos nativos con desconfianza y hasta desprecio. No los comprendemos ni realmente hacemos esfuerzos por acercarnos a ellos". Y es que tras presenciar una conversación de una familia nativa, ella intervino pensando que era una gresca. No era tal y entonces dijo: "Humildemente me di cuenta de que existen mil formas de actuar correctamente y la mía no es, ni por asomo, universalmente la única, ni la justa, ni la verdadera". Así era ella, contundente. ¡Bárbara d'Achille, presente, por siempre! 

El Comercio, 31 de mayo de 2013

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