El hombre, perdido en medio de las masas estupendas de los cerros innumerables, se siente anonadado y comprende la pequeñez y la miseria de su cuerpo mortal. Como un grano de arena en las playas; así se siente el hombre, absorbido, aniquilado en la inmensidad de la cordillera de los Andes. La frase es de Oscar Miró Quesada de la Guerra, el entrañable Racso (1884-1981), y fue publicada en este Diario allá por el año 1919, cuando nuestro país no cumplía aún su primer siglo de independencia.
Las líneas que inician esta columna cobran vigencia en este Perú del siglo XXI, convulsionado y enfrentado política, social y comercialmente, donde en todos los ámbitos de la vida nacional escasea la humildad, esa capacidad de reconocernos como seres pasajeros, finalmente prescindibles. Racso, de paso, nos hace mirar la naturaleza no como mercancía, sino como un espacio para reconectarnos con nosotros mismos.
Este lunes 30 de julio se celebran 128 años del nacimiento de Óscar Miró Quesada de la Guerra. Se trata no solo del mayor divulgador de la ciencia en la historia del periodismo peruano, sino de quien es reconocido internacionalmente como pionero mundial del periodismo científico. Tenía apenas 16 años cuando en 1901 publicó su primer artículo en estas mismas páginas, para explicar los usos terapéuticos del hipnotismo. Ya entonces el joven Óscar hacía gala de la pluma clarísima que sería característica de su obra. No en vano Albert Einstein le escribió en 1939: Me he quedado verdaderamente sorprendido de que un diario ofrezca a sus lectores una exposición tan detallada y precisa de un tema científico (se refería Einstein a su teoría de la relatividad).
Racso dedicó su larga y fructífera existencia a tratar de poner el conocimiento al alcance de las masas. Toda teoría científica y eventos que modelaron el siglo XX fueron explicados por él. Su mayor preocupación, sin embargo, fue la educación: Si el pueblo no puede ir a la universidad, que la universidad vaya al pueblo, repetía. Creía firmemente en la educación por el arte para forjar generaciones de ciudadanos sensibles, capaces de expresarse creativa y pacíficamente. Usó su pluma para compartir sus vastos conocimientos y despertar las conciencias para conquistar libertades y derechos civiles: batalló por la educación de las mujeres, luchó incansablemente por el voto femenino y por la jornada laboral de ocho horas, entre otros.
Este filósofo, periodista, abogado, escritor, poeta y maestro de varias generaciones, fue autor de más de un centenar de libros y millares de artículos. Advirtió: Las cosas que vemos todos los días nos parecen naturales y no nos llaman la atención. Hoy 28 de julio ocupémonos de que los males que aquejan a nuestro país jamás nos parezcan naturales y mirando a los Andes recuperemos la humildad.
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