Los que están más cerca de la naturaleza ya lo sienten. Quienes requieren del
equilibrio ambiental para su oficio o sus negocios -léase pequeños y grandes
agricultores, pescadores artesanales e industriales, productores de miel, entre
otros- ya han visto sus ingresos afectados. Los científicos miden día a día el
avance del peligroso fenómeno del cambio climático.
A estas alturas es generalizada la convicción de que "el clima está loco" no
es más una simple frase sino la descripción de lo que ocurre. Sí, el clima está
loco por las locuras perpetradas por la humanidad contra el ambiente del que
depende. Tan peligrosamente loco está el clima por culpa del hombre, que el
asunto se debate internacionalmente (a la par debería debatirse la vocación
ecosuicida de la humanidad).
El próximo año, Lima será sede de la COP 20, es decir la Conferencia de las
Partes del Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático.
Los expertos creen que esta Cumbre de Lima (en diciembre del 2014) puede ser
la última carta para alcanzar el consenso mundial requerido para lograr un
necesario tratado climático vinculante, que reemplace al Protocolo de Kioto. El
asunto no es fácil, unos 20 mil representantes de 194 naciones deberán ponerse
de acuerdo para que el tema quede ya "oleado y sacramentado" de cara a la COP
21, de París 2015.
El "efecto invernadero" natural -por la presencia de ciertos gases en la
atmósfera- mantiene el clima en rangos que posibilitan la vida sobre la Tierra.
Estos gases se han elevado por: la quema de combustibles fósiles, deforestación,
emisiones de gases procedentes de las industrias, transporte y ganadería (de
hecho las flatulencias de las vacas son responsables de alrededor del 18% de
emisiones gases invernadero (gef), un porcentaje mayor al de automóviles,
aviones y demás formas de transporte, combinados).
La profundización del "efecto invernadero" ha derivado en el cambio climático
o calentamiento global, con potenciales efectos negativos, en la agricultura,
los ecosistemas terrestres y marinos, en la disponibilidad de agua y otros que
afectan la economía global y la vida y salud de las personas (ya se han
detectado brotes de enfermedades tropicales en partes altas de los Andes, por la
presencia de insectos vectores propios de otras zonas).
A más de dos décadas del inicio del debate global sobre el cambio climático
"ha quedado científicamente demostrado, sin duda alguna, la interferencia
antropógena", ha escrito Manuel Pulgar-Vidal, el ministro "preferido" de esta
columnista.
No estaría demás una conferencia paralela de ecopsicología. Ya decía Theodore
Roszak, del Instituto de la Universidad de California, en Hayward, que era
"locura" infligir daños irreversibles a la biósfera.
Ya es hora de tratar como enfermos mentales a los grandes destructores del
ambiente. Y esperar que en la COP de Lima ocurra un milagro.
El Comercio, 28 de setiembre de 2013
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