Todo
exceso perjudica la salud y el exceso de malas noticias también.
El
autor, empresario y doctor en Filosofía Económica Rolf Dobelli sostiene que la
acumulación de noticias nos perjudica. No olvidemos que ingresan a nuestras
vidas por todos los medios.
El suizo
Dobelli saltó a la fama con su libro "El arte de pensar con claridad"
(2011) y se convirtió instantáneamente en gurú del buen vivir. Su principal
consejo es liberarnos del "consumismo informativo"; es decir dejar de
ser unos loquitos por las noticias, justamente para no enloquecer por ellas.
Las
malas noticias - bombardeadas constantemente - nos convierten en temerosos,
agresivos y afectan nuestra creatividad y capacidad para reflexionar.
¿A quién
puede caerle bien el desayuno viendo en la tele sangre, cadáveres y desgracia
ajena?
Nuestra
sociedad necesita, hoy más que nunca, buenas noticias, historias inspiradoras y
personajes ejemplares. Y esa necesidad actual es ya una tendencia que empieza a
moldear el periodismo del siglo XXI. Los consumidores son cada vez más hostiles
a todo lo que perturba sus intentos de vivir tranquilos y en paz.
La
audiencia ya ha notado que las "noticias" la cargan de información
inútil para su cotidianeidad; que la mayoría son ajenas a sus intereses y
capacidad de solucionar los problemas planteados.
Hoy el
reto del periodista es abordar los hechos relevantes de manera novedosa,
dejando una lección a quien reciba la noticia.
Denunciar
por denunciar e informar banalidades no es una opción sino una gran
equivocación. Esa es la razón por la que buena parte de la prensa la está
pasando tan mal en muchos países.
La
recomendación de Dobelli es dejar de consumir noticias. Los periodistas podríamos
considerarlo un enemigo de la profesión, pero hay que entenderlo como quien
señala el nuevo camino.
Cada
palabra que escribimos debe ayudar a construir un mundo mejor, a denunciar lo
que anda mal y que el lector puede corregir.
Cada
frase, cada nota y cada titular debe contribuir con el aprendizaje para que
todos seamos mejores, solidarios, alegres y sepamos cómo participar para darle
un giro a la historia actual.
La
información no debe intoxicar a la población, sino formarla, educarla,
entretenerla, fomentar las emociones positivas y la creatividad.
Diversos
estudios científicos muestran cómo las noticias activan el sistema límbico. Las
noticias negativas llevan a que el organismo libere cantidades de hormonas
relacionadas con el estrés y esto debilita el sistema inmunológico, interfiere
con la digestión, la asimilación de los alimentos, produce angustia, mal humor,
pérdida de la memoria, insomnio y más.
El
periodista colombiano Felipe Zuleta Lleras escribió el pasado febrero en
"El Tiempo": "Cuando uno ve los noticieros queda literalmente
enfermo. Entiendo que todo es por cuenta del ráting, pero no hay manera de que
el país sea sano mentalmente cuando recibimos tanta basura. Entiendo que pasan
esas cosas y que los medios las registran, pero se perdieron todos los filtros.
Trabajo en medios y por eso me atrevo a sugerirles a mis colegas que hagan un
alto, que mediten y piensen el daño que se le está haciendo al país".
Vamos,
seamos parte del cambio, para bien.
Martha Meier Miró Quesada.
Editora central
El Comercio, 17 de julio de 2014
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