Unos 25 mil elefantes son masacrados anualmente para traficar el marfil
que financia a los grupos terroristas africanos.
Un reciente informe de las Naciones Unidas revela que los crímenes
ambientales generan unos 150 mil millones de dólares anuales. Más de un tercio
de ese dinero de sangre procede del tráfico de marfil y llena las arcas de
grupos terroristas africanos y de grandes mafias internacionales.
Combatir a los delincuentes "verdes" y proteger la
biodiversidad se ve hoy como una estrategia efectiva para debilitar al
terrorismo, a los conflictos armados y al crimen organizado. Una buena noticia
para la supervivencia de los elefantes y otras especies.
Corazón de elefante
Vivimos fascinados con las historias de elefantes. Allí está Salomón, el
protagonista de "El viaje del elefante", del Nobel José Saramago;
también la traviesa Rosie de la aclamada novela de Sara Gruen "Agua para
elefantes"; y el tierno Dumbo, animación de Walt Disney inspirada en el libro
infantil de Helen Aberson. Esto para no mencionar películas como "Mi
familia elefante", que hizo llorar a generaciones en los albores de la era
bollywoodense.
Hermosas historias que sensibilizan sobre los animales más grandes,
leales e inteligentes que caminan sobre el planeta. Falta en esa narrativa el
drama de criaturas amenazadas por la codicia y la insensibilidad del hombre,
ese gran depredador.
Gana la corrupción
La situación parece imparable pese a los esfuerzos y tratados
internacionales: desde 1989 la Convención sobre el Comercio Internacional de
Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Cites) prohíbe el tráfico de
marfil. ¿Es letra muerta? Hasta ahora ganan la corrupción, los grupos
terroristas y paramilitares y una población sumida en la pobreza, cuyas necesidades
básicas no son atendidas por sus respectivos gobiernos.
El 2011 fue de los peores años para los elefantes. Decenas de miles
fueron masacrados para arrancarles los colmillos y contrabandear ese marfil
hacia Asia, a través de los puertos de África oriental. Y es que un kilo de
marfil se comercializa a unos 30 mil dólares en los mercados negros de China y
Tailandia.
Los intereses detrás de la masacre de elefantes son una mezcolanza de
mafias de cazadores furtivos (formadas muchas veces por paramilitares), la
corrupción de algunos gobiernos africanos y asiáticos, la falta de
guardaparques armados y con entrenamiento militar en las zonas transitadas por
elefantes y la extrema pobreza.
Bandas terroristas como Boko Haram (que secuestró a 200 niñas nigerianas),
los paramilitares de Al Shabab, los genocidas de Darfur y el ejército de Joseph
Kony se financian con el tráfico de marfil.
Los gobiernos han comprendido, al fin, que la guerra al terrorismo y al
crimen internacional organizado empieza por defender la biodiversidad. Este
asunto ya es prioridad hasta para la Interpol. Como en la minería ilegal, en el
tráfico de marfil los jóvenes son explotados, semiesclavizados y convertidos en
delincuentes.
En la última edición de la revista "Science", el conservacionista
Justin Brashares (de la Universidad de Berkeley) resalta la relación entre la
pérdida de la biodiversidad y el aumento de los conflictos sociales. La paz y
la conservación ambiental siempre van de la mano.
NOVELA
Salomón: Una historia real
La novela "El viaje del elefante", del Nobel José Saramago, se
inspira en un hecho real ocurrido a mediados del siglo XIX. En ese tiempo el
rey Juan III de Portugal le ofreció a su primo Maximiliano de Austria regalarle
un elefante asiático.
Como se recuerda, Maximiliano nació en Viena y en 1864 terminó como
emperador de México y fue fusilado en 1867.
El elefante ofrecido se llamaba Salomón, y por los nobles caprichos
debió recorrer media Europa hasta llegar a Valladolid, donde se encontraba el
tal Maximiliano.
El noble y paciente Salomón fue acompañado en tan absurda travesía por
un pelotón de élite del rey de Portugal y por Subhro, su cuidador.
Saramago, genial y siempre crítico, muestra en esta novela el lado
sentimental del animal y unos personajes llenos de matices. Visibiliza la
ignorancia de los reyes y sus caprichos; la sumisión de una tropa para cumplir
un encargo descabellado y el ingenio del cuidador para ganar dinero en el
camino, vendiendo los pelos de la cola del elefante, pues aseguraba a los
ilusos que estos curaban todo mal.
Martha Meier MQ.
Editora Central
El Comercio, 05 de agosto de 2014 (Página de Ecología)
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