¿Quién es esa gente que nos gobierna? ¿Quién inventó esa pirámide de carne
que engorda con nuestros impuestos?
¿Quién les dio derecho a hacer nuestros días insoportables?
Y esto vale para el gris funcionario público que se siente poderoso al
maltratar a un indefenso parroquiano y para el -con las justas- ungido por el
voto popular; ese buen hombre que no se ha enterado que él y nadie más es el
presidente de todos los peruanos.
¿Quién es esa gente capaz de reír con lo que lloraría cualquier persona, por
ejemplo, frente a un país cada vez más dividido? ¿Por qué tenemos que padecer la
cizaña de las autoridades, sus odios diminutos y egos colosales, la impúdica
exhibición de su ignorancia o de su vagancia?
Hay algo en el poder que envilece a buena parte de quienes lo ostentan. La
población responde deslegitimando a las autoridades -de todos los estamentos y
niveles del gobierno- con su desaprobación.
Si alguien amenaza a la democracia -que tanto ventilan los padrastros de la
patria y sus barristas-, son justamente ellos.
Cifras de "Opinión Data" (de la encuestadora Ipsos) indican que el 90% de la
población no se siente representado por ningún parlamentario, y el Congreso se
ha ganado a pulso la desaprobación del 91%.
Es el reflejo de las promesas incumplidas, de las leyes a favor del pollo a
la brasa y el pisco, mientras la educación anda por los suelos: nueve de cada
diez peruanos no entiende lo que lee y uno de cada dos niños en edad preescolar
sufre de anemia, lo mismo que el 42% de las gestantes.
Los anticuerpos contra el presidente Ollanta Humala superan el 60% y más del
80% "jala" al Poder Judicial, o prefiere no opinar.
En diciembre, a la alcaldesa de Lima, Susana Villarán, solo 19% la aprobaba
(o soportaba, que es lo mismo).
Es gente que, conspirando para atornillarse en el poder, inventa monstruos
inexistentes y divide a una población desolada y expuesta: solo en Lima ocurre
un robo cada cinco minutos, dos muertes diarias por asaltos y el 40% de la
población ya ha sido víctima de alguna forma de delincuencia.
De paso, más de 800.000 limeños no cuentan con acceso al agua y varios
millones se exponen al agua insegura.
Y mientras escribo estas líneas me ingresa un hermoso mensaje de la gran Jane
Goodall. Me comenta que un pajarito de pecho rojo se ha posado sobre la mesa, en
el tercer piso de su casa; que eso tiene que ser un buen augurio y el 2014
estará lleno de amor y risas, y las autoridades comprenderán que no podemos
seguir destruyendo la naturaleza.
Y bastan sus líneas para comprender la inmensa distancia que separa a un ser
humano real del garabato que son la inmensa mayoría de los "servidores de la
patria" (salvo honrosas excepciones).
¿Quién es esa gente que nos gobierna? Pues son unos seres a los que jamás
debiéramos aspirar a parecernos (otra vez, salvo honrosas excepciones) y, de
ostentar algún cargo de poder e influencia -sea público o privado-, seamos
humanos y no garabatos.
MILAGROS CAMPOS
Congreso y políticas públicas
- "A nivel comparado, los parlamentos no son ni remotamente las instituciones
más populares, pero se les reconoce como esenciales en la marcha democrática de
un país. [Los problemas del Congreso] no son sino reflejo de los problemas del
sistema político, social o cultural".
ENSAYO DE "HORAS DE LUCHA"
González Prada sobre los legisladores
- "Desde los comienzos de la vida republicana, nuestras cámaras legislativas
hicieron un papel tan degradante y servil, que muchos diputados y senadores
merecieron figurar en la servidumbre de Palacio".
El Comercio, 15 de enero de 2014
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