En la primera epístola a los corintios, San Pablo glorifica al amor como la mayor de las virtudes del ser humano. San Pablo describe de modo poético y hermoso qué es la “pequeña cosa loca que llamamos amor”, como cantara allá por los años noventa Freddy Mercury y el grupo Queen. Nos dice el Santo: “El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no actúa con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra con la injusticia sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”. En estos tiempos de afectos pasajeros, de “choque y fuga”, de un camino que se bifurca porque se persiguen intereses materiales o satisfacer repentinos deseos, en una época cuando las parejas, las familias y las amistades se quiebran con más facilidad que una copa de cristal y el sacrificio no se comprende como implícito a cualquier compromiso, el mejor regalo que podemos entregar mañana 14 de febrero, Día del Amor y la Amistad, a este egoísta siglo XXI es asumir como propias las palabras de San Pablo y convertirlas en forma de vida. Otro mundo podremos así construir.
El Dominical, 13 de febrero de 2011
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