El presidente Ollanta Humala dice: "En este gobierno ustedes no van
a encontrar a ministros que van a la suite de un hotel a traficar intereses
particulares [...] en contra de los nacionales". Esto aludiendo a los
'petroaudios' (2008), caso ocurrido durante el régimen de Alan García. Pero...
analicemos su dicho.
El presidente afirma que sus ministros no traficarán "intereses
particulares" en contra de los "nacionales". Su planteamiento
puede generar malas interpretaciones. ¿Dijo que es mejor favorecer a las
estatales que a las empresas privadas? ¿O que sus ministros sí trafican
influencias, pero no en hoteles? Los gobernantes que dejan las puertas abiertas
para la especulación, inquietan la cosa pública (especialmente en un país como
el nuestro tan malpensado).
Dándole el beneficio de la duda, es posible que Humala haya tratado de
explicar la existencia de lobbies "buenos" y otros malos. Esperemos
que por impericia política (y no deformación ideológica) Humala haya dado a
entender que los intereses "particulares" se oponen a los
"nacionales", cuando las más de las veces son justamente fuente de la
prosperidad del país. Y que esa impericia lo haya llevado a no percatarse de
que actos aparentemente inocentes como "ayudar a un amigo en aduanas"
-tal como lo hizo su ministro Milton von Hesse con un maderero- es sacar
provecho del cargo; lo mismo que es opaco despilfarrar millones -como la
ministra de "Cultura", Diana Álvarez-Calderón-, para contentar y
entretener al garante Vargas Llosa y a sus amigos en la Feria del Libro de
Bogotá; y cuestionable que el ministro de Energía y Minas, Eleodoro Mayorga,
favoreciera a empresas con las que está o estuvo vinculado (muestra de que los
representantes del Ejecutivo pueden convertirse en autolobbistas).
Mientras Humala y Mayorga niegan la existencia de lobbies, el
congresista Daniel Abugattás vocifera "sí los hay" y "deben
investigarse". Esto a raíz de la filtración de los 'Cornejoleaks' entre
los que figura un pedido de ampliación de la temporada de pesca. Hay que tomarle
la palabra, él sabe. Recordemos. En el 2011 se supo que entre el 2006 y el
2008, siendo congresista, Abugattás intentó beneficiar a la pesquera LSA
Enterprises S.A.C., pródiga en aportes al humalismo.
Pero la palabra 'lobby' no debe asustar. De hecho, la conquista de los
derechos de las mujeres, de las poblaciones vulnerables, las reivindicaciones
indígenas, la defensa de los consumidores, de la conservación ambiental, de la
libertad de expresión y muchas otras buenas causas son resultado de lobbies
buenos (que no es lo mismo, ni parecido a buenos lobbies).
El lobby no es perverso, pero urge ordenarlo, transparentarlo y
equilibrarlo, porque la asimetría de fuerzas entre los lobbistas pro intereses
ciudadanos y quienes abogan por las empresas es tremenda.
Un lobbismo fuerte por el bien colectivo fortalecerá la democracia y
generará confianza en el sistema. Quizá fue esto lo que intentó explicar el
presidente con aquello de "traficar intereses particulares [...] en contra
de los nacionales". Si es así, no vale estar en desacuerdo, y saquemos del
"lobby un pelo", el bueno.
Martha Meier M.Q.
Editora Central
El Comercio, 30 de agosto de 2014
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