Finlandia es uno de los países con las políticas ambientales más
exitosas, porque en la fría tierra de Papa Noel la naturaleza es
responsabilidad de todos y cuestión de Estado.
Según la tradición, Papa Noel es de Finlandia, uno de los países más
ecológicos del globo (con Islandia y Noruega). Finlandia es gran socio verde
del Perú: contribuye con varios proyectos de conservación (económicamente o
mediante intercambio científico y tecnológico).
Con sus 187.888 lagos; 70% del territorio cubierto por bosques y una
población de poco más de 5 millones de habitantes -conscientes de la necesidad
de conservar sus recursos-, el cuidado ambiental es una prioridad de la agenda
pública y privada. No es un tema político, de partidos ni de ideologías: la
preservación de los ecosistemas y la sostenibilidad son cuestión de Estado.
Los empresarios, como los ciudadanos, apuestan por ellas. Un ejemplo:
90% de los 23 millones de hectáreas de bosques bajo producción forestal cuenta
con certificados de sostenibilidad. Garantizar su productividad a largo plazo
es fundamental para el empleo y los ingresos de miles de personas, de la
industria y de un país con pocos recursos naturales y clima extremo que supo
avanzar, tempranamente, su estrategia verde.
En 1990 el Consejo de Estado entregó al Parlamento el informe "Desarrollo
sostenible y Finlandia". Para 1995 -tres años después de la Cumbre de la
Tierra (1992)-, ya contaban con su propia "Agenda 21", mientras el
resto del mundo se entrampaba al tratar de implementar la acordada en la
icónica reunión de Naciones Unidas de Río. Tras la Cumbre, los finlandeses
crearon la Comisión Nacional Finlandesa para el Desarrollo Sostenible (FNCSD,
por sus siglas en inglés), que redactó la agenda. Para 1998 se la aprobó como
"Programa del Gobierno para el desarrollo sostenible".
Papa Noel es de Finlandia, uno de los países más ecológicos del globo |
A principios del siglo XXI, ya contaban con la Estrategia Nacional de
Sostenibilidad -horizontal y participativa- que convirtió al país en ejemplo
mundial. Basta mencionar que 80% de sus más de 180.000 lagos contiene agua de
excelente o de muy buena calidad. El recurso es constantemente monitoreado y
los lagos de las zonas urbanas e industriales son tratados. La pureza y el
bienestar son la meta.
Con una población cada vez más urbana, las ciudades, bien planificadas,
reciben más habitantes sin generar impactos negativos. El urbanismo prioriza a
las personas (rutas peatonales, ciclovías y áreas verdes), y la arquitectura
apunta a la sostenibilidad con materiales adecuados y eficientes
energéticamente. Pese al aumento del tránsito y del parque automotor, en las últimas
dos décadas las emisiones contaminantes se redujeron.
Un buen regalo de Papa Noel sería que nos haga parecidos a Finlandia, en
lo verde y, por qué no, en educación y sus mínimos niveles de corrupción.
AVANCES
Nuevas leyes climáticas
A mediados de este año, Finlandia anunció una ambiciosa nueva ley sobre
cambio climático. La meta es reducir sus emisiones de gases de efecto
invernadero (GEI) en 80% para el 2050. Ville Niinistö, ministro del Ambiente,
dijo entonces que este aviso era "súper", y que colocaría a Finlandia
en "una posición pionera de las sociedades bajas en carbono" y que
"la política sobre cambio climático estará abierta a una preparación más
democrática, de manera que las oportunidades para la participación pública
mejorarán".
Se espera que esta nueva política climática cree una buena plataforma
para que las empresas brinden alternativas bajas en carbono. Dentro de la nueva
propuesta es fundamental fortalecer la investigación científica y el diálogo
entre la comunidad científica y las autoridades para el desarrollo de políticas
adecuadas.
Finlandia es de los países que viene presionando al resto de Europa para
establecer metas climáticas más ambiciosas para el 2030.
Finlandia cuenta con metas de reducción legalmente vinculantes.
Martha Meier M.Q.
Editora Central
El Comercio, 23 de diciembre de 2014
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