jueves, mayo 28, 2015

Tarwi: el alimento más completo de la Tierra


Nutrir a la marginada población altoandina, revalorizar su mano
de obra y fortalecer la agroindustria empiezan con el tarwi.




Adecuada nutrición para las comunidades altoandinas, harina, aceite, leña, papel, pesticida natural, fijación de nitrógeno en suelos desgastados, cultivo en ladera para proteger de la erosión, bajo requerimiento de agua, resistencia a las heladas, propiedades para controlar la diabetes, todo eso y más es lo que ofrece esta olvidada planta de nuestra flora nativa: el espectacular tarwi ('Lupinus mutabilis').
Los primeros españoles que pisaron nuestra América comprendieron su valor. Ya en 1539 el padre Valverde le envía una carta al rey de España para sugerirle que los impuestos fuesen pagados con los granos de esta leguminosa. No le faltó razón.
Hoy sabemos que es el alimento más completo de la Tierra. Frente a su altísimo contenido de proteínas y lípidos, palidecen la quinua, la kiwicha, la cañihua y otros superalimentos de la región (es propia, también, de Bolivia, Ecuador, y en menor escala en Chile y Argentina).
Restos de sus semillas se encontraron en la costa peruana, en tumbas de la cultura Nasca (100-500 años a.C.); y figuras pintadas de la planta decoran algunos ceramios de la cultura Tiahuanaco. Para 1982, Santiago Antúnez de Mayolo -notable investigador de la dieta precolombina- logró demostrar la importancia del 'L. mutabilis' en la nutrición prehispánica.

Diversos usos
El tarwi es uno de los mayores tesoros de nuestra flora nativa. La expansión de su cultivo ayudaría a garantizar la adecuada nutrición de los sectores más marginados de los altos Andes y sería uno de los pilares de la seguridad alimentaria nacional.
Datos de la FAO indican que el grano cosechado y seco se puede almacenar hasta por cuatro años en las condiciones de la sierra, "sin mayores pérdidas de valor nutritivo ni germinación" y que algunos se conservaron "por más de 10 años sin variaciones, sobre todo si se los guarda en envases cerrados".
Como si esto no fuera suficiente, su tallo leñoso es buen combustible: calor para abrigar durante el friaje, fuego para cocer los alimentos. Por su alto contenido de celulosa puede, inclusive, ser industrializado para la obtención de papel.
El tarwi no puede correr el destino de otros supercultivos andinos, en cuyo cultivo, exportación e industrialización quedamos ya rezagados. Allí están los casos de la arracacha, ahora producida en Brasil; la quinua en Estados Unidos y algunos países europeos; la oca en Nueva Zelanda; el yacón en Japón; la achira en Vietnam, entre otros muchos que no mencionaremos para no echarnos a llorar.
Se desprecia al alimento entregado por nuestro suelo bendecido y crece la dependencia de productos importados como una expresión más del desprecio a la ancestral sabiduría campesina. Esos guardianes de la rica biodiversidad peruana son, paradójicamente, garantes de la seguridad alimentaria nacional y los más afectados por la desnutrición.
Esperemos que nuestras autoridades tengan la visión de rescatar al tarwi (chocho o lupino). Es lo inteligente y una señal clara de que la inclusión social no es solo un discurso.

Medicinal y nutritiva

Propiedades
En las zonas andinas, el tarwi ha sido usado, desde tiempos milenarios, para afecciones y debilidades cardíacas, mal funcionamiento de los riñones, control de la glucosa en caso de diabetes y como ingrediente de una bebida para la resaca, entre otras.
Es, además, una riquísima fuente de proteínas (hasta 50%, por cada 100 gramos de granos, frente a 14% de la quinua), por lo que se convierte en buen sustituto de las carnes rojas.
Sus grasas -de una altísima calidad- permiten pensar en su industrialización -en las olvidadas alturas- para obtener aceite comestible (en lugar de la foránea soya, adaptada solo a la Amazonía y cuyo cultivo requiere la deforestación de grandes extensiones).
Estos granos son una bomba vitamínica (A, B, E) y de minerales y micronutrientes: (hierro, calcio, fósforo, zinc, sodio, lisina y pectina).

Dicho esto, aquí viene la pregunta incómoda: ¿Por qué no se utiliza en los programas sociales como Qali Warma?

Martha Meier MQ.

El Comercio, 15 de julio de 2014 (Página de Ecología)

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