"De terror.com"
Solo
usando la imaginación podremos visualizar que algo bueno ocurre. Las noticias
nos dicen que todo es malo, feo, triste y corrupto. Los periodistas escarbamos
la basura creyendo que así se limpia. Y no, parece que solo logramos acostumbrar
a la gente al hedor del basural.
Hoy para
deprimirse o brincar del susto basta leer las noticias o ver un noticiero.
Escalofrío primero: eso rojo no es ketchup con miel (como la que se usa para
filmar) sino sangre humana, "de verdad". Escalofrío segundo: los más
chicos dicen "ála, cómo quedaron". Escalofrío tercero: no queda claro
si se dan cuenta que no es ficción, que esas imágenes tristes, dolorosas y
aterrorizantes son de gente de carne y hueso. Ya se acostumbraron a no
sentirlas.
¿Qué
leemos y vemos? Hijas que asesinan a sus madres; novios y esposos que muelen a
patadas a sus parejas; borrachos y borrachas manejando y protagonizando
escándalos frente a cámaras; políticos corruptos ocupando páginas y pantallas
para dar cátedra de por qué anda mal el país (como si ellos no fueran la raíz
de los males); jóvenes que desatan balaceras en discotecas y un largo etc.
Nuestras noticias son la mejor película de miedo jamás vista.
¿Nada
bueno pasa? El otro día médicos de Essalud le extirparon un peligroso tumor
cerebral a una señora por vía endoscópica. Le salvaron la vida. Si ella hubiera
muerto, eso sí salía en letras inmensas en las primeras planas. La hazaña
médica no corrió tal suerte. "De terror-punto-com", ese sería un
nombre adecuado para un nuevo medio. Al periodista ya se le ve como ave de mal
agüero.
En una
conferencia de prensa el presidente Ollanta Humala dijo que informar no era
solo dar "malas noticias", y apenas 15 minutos de noticias positivas
podían cambiar un poco el modo de informar. "Las buenas noticias no
venden", le dijo el periodista Camilo Egaña, de CNN. Cosa que no es
cierta.
"Contagioso:
Por qué las cosas son pegadizas", es un libro del Dr. Bergen que concluye:
cuanto más positivo es un artículo, más probable es que sea compartido. Ahora
que la información se difunde de modos tan variados se descubren nuevas
tendencias y preferencias. Un reciente análisis del comportamiento de los
lectores del "New York Times" reveló que los artículos emocionantes,
asombrosos o alegres son los más compartidos. Los investigadores concluyen que
las noticias positivas venden más y, además, provocan felicidad. Pero dedicamos
demasiado esfuerzo, tiempo y talento a difundir las conductas y comportamientos
que reprochamos. Ingenuamente creemos que esas denuncias ayudarán a que se haga
justicia y que los "malos" tengan su merecido (como en una película).
Difícil.
No se
trata de dejar de lado nuestra labor de informar y denunciar los sucesos
desagradables, trágicos, ni la creciente corrupción y delincuencia. El asunto
es cómo lo hacemos y cuánto de noticias buenas dejamos de lado. Informemos de
manera constructiva para no generar desesperanza ni formar públicos indolentes.
Enfocados
en lo que es "de terror.com" olvidamos la urgencia y responsabilidad
de contar lo bueno de la vida; los personajes ejemplares cuyas conductas deben
imitarse; buscar las soluciones y no solo los problemas. No se edifica
escarbando el basural, sino sembrando flores y árboles en los jardines.
Estudio
de universidad
Malas
noticias afectan la salud física y mental
- Según
investigaciones de la Universidad de Irvine, en California, las imágenes
violentas, las de desastres naturales, masacres, accidentes, enfrentamientos,
crímenes, asaltos, guerras y ataques terroristas, afectan la salud mental y
física de las personas.
Exposición
a imágenes
Traumas
colectivos en las nuevas audiencias
-
"La exposición a las imágenes violentas de los medios de comunicación
podría contribuir a generar 'traumas colectivos'; imágenes que alcanzan grandes
audiencias vía You Tube, redes sociales (...)", dice la doctora Roxane
Cohen.
Martha Meier M.Q.
Editora central
El Comercio, 25 de junio de 2014
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