viernes, febrero 07, 2014

Lima, ciudad aimara

Lima tiene mucho más de aimara de lo que se percibe y el asunto no se reduce a grupos de migrantes que se abren paso en la capital con éxito. Esa es una parte de la historia, la otra se remonta a tiempos preíncas.
El etnohistoriador Waldemar Espinoza Soriano comenta que, tras derrotar al imperio puquina (Tiahuanaco), los aimaras se dispersaron por el Altiplano y el sur de los Andes Centrales. Fundaron reinos independientes entre sí, pero con el común denominador de la lengua.
Siendo rivales, los unían estrechos lazos culturales.
Todo indica que por esos tiempos tres grupos aimaras arribaron a la costa central del Perú. El padre Pedro Villar Córdova, siguiendo la tesis expuesta en 1924 por Carlos Alberto Romero Ramírez (1863-1956) y apoyándose en datos antropológicos, arqueológicos, etnográficos y lingüísticos, sostiene que tales etnias llegaron hasta Lima. Es más, afirma que 'Lima' es palabra aimara para Limaq-Limaq o Limaq-Huayta, una flor amarilla usada para que los niños hablaran tempranamente, estimulándoles la lengua con su tallo.
Villar Córdova es autor del clásico "La arqueología del departamento de Lima" (1935) y refiere que los tres grupos fueron los: kollas, huallas y huanchos. Los kollas bajaron de Canta por la quebrada de Arahuay y poblaron la margen izquierda del río Chillón, desde Yangas hasta el Callao.
Los huallas llegaron desde la sierra de Chancay, fundando Kara Hualla (Carabayllo), Maranca (Maranga), Huadca Hualla, Sulco y Marca Huillca. El tercer grupo es el de los huanchos, que bajaron de Huarochirí siguiendo el cauce de los ríos Santa Eulalia y Rímac, para establecerse en Huachipa, Carapongo, Huampaní, Cajamarquilla, entre otros lugares.
Desde mediados del siglo XX, Lima ha visto llegar nuevos migrantes aimaras. Moisés Suxo Yapuchura es descendiente de ellos, un profesional con varias publicaciones e investigaciones sobre la actual dinámica socioeconómica y cultural de los aimaras en Lima.
Suxo ha demostrado, desde un enfoque lingüístico, que lejos de ser engullidos por la ciudad, los aimaras están dejando su fuerte huella sin pérdida de identidad. En su libro "La voz de una nación: Los aymaras de Lima Metropolitana", aborda su presencia como comerciantes.
Al comentar el libro de Suxo, el profesor sanmarquino Rodolfo Sánchez Garrafa recuerda que en 1987 una publicación del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), de Golte y Adams, explicó que los campesinos migrantes conquistaban la gran Lima, en un "proceso de astuta e ingeniosa inserción que los iba convirtiendo en una especie de invasores triunfantes. Los migrantes avanzaban literalmente a paso de vencedores".
Por su parte, Suxo explica la estrategia del disimulo asumida por los migrantes llegados de Unicachi. "De algún modo es la idea del caballo de Troya -escribe Sánchez Garrafa-, gente inofensiva", que no suponía "un peligro de desplazamiento para el poblador criollo limeño. El tiempo desvelaría lo que se incubaba [...]. Mostrando coherencia grupal, en poco más de medio siglo se han posicionado en el mundo empresarial urbano limeño. Hoy, miembros de esta colectividad étnica son promotores accionistas de un impresionante número de empresas".
Hoy los aimaras enriquecen Lima con su trabajo, rica cultura y su ejemplo. Y a ellos les debemos el emblemático equeco, símbolo de suerte y prosperidad.

LEGADO AIMARA EN LIMA
Carabayllo, los Mamani y los Quispe. El distrito de Carabayllo, según el Padre Pedro Villar Córdova, se llama en realidad Kara-Hualla, término de origen aimara. Los apellidos Mamani y Quispe son también de indiscutido origen aimara y de los más numerosos en zonas andinas y urbes del Perú, Bolivia y Chile.

DEDICADOS AL COMERCIO.
Migrantes de Unicachi, Yunguyo. Los campesinos aimaras del distrito de Unicachi, ubicado en la provincia de Yunguyo, en Puno, han migrado a Lima desde los años cuarenta. Son portadores de una cultura agraria y son un pueblo familiarizado con el comercio del Altiplano.

El Comercio, 29 de enero de 2014

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