SÁBADO 14 DE NOVIEMBRE DEL 2015
SANGRE EN PARÍS
París está bajo ataque terrorista. Quizá la tragedia le sirva a occidente para reencontrarse con sus raíces civilizadoras judeo-cristianas, y a la Francia recordar las advertencias de la notable periodista italiana Oriana Fallaci (1929-2006). Tras el ataque de las Torres Gemelas, en Nueva York, mencionó así la timorata postura del entonces presidente francés Jacques Chirac: “Durante una entrevista en la CNN, mi amiga Christiane Amanpour le preguntó más de cuatro veces de qué forma y en qué medida pensaba luchar contra esta yihad y, las cuatro veces, Chirac evitó dar una respuesta. Se escurrió como una anguila”.
Ayer siete brutales atentados simultáneos dejaron más de 153 muertos, la mayoría de ellos en un concierto de rock en el emblemático “Le Bataclan”, un restaurante de comida camboyana y en calles de los barrios 10 y 11.
Explosiones, tiroteos y ataques suicidas mostraron la vulnerabilidad del actual gobierno socialistón francés, tan obsesionado con la democracia de corte caviar y la corrección-política. Todo indica que fue el Estado Islámico-Isis, que, a través de las redes sociales, celebró las muertes.
Cerca de las diez de la noche (4.00 p.m., hora local), mientras se jugaba un partido de fútbol amistoso entre Francia y Alemania, ocurrieron tres explosiones fuera del estadio donde se encontraba el presidente Francoise Hollande (fue evacuado en helicóptero). Francia ha debido cerrar sus fronteras y los militares han tomado el control de la capital gala.
Oriana Fallaci murió soportando insultos de todo calibre (xenófaba, racista intolerante, generadora de odio, entre otros) de los intelectuales de izquierda. Y es que ella se atrevió a publicar dos libros contra el islam: ‘La rabia y el orgullo’ y ‘La fuerza de la razón’. De hecho fue juzgada en Francia y Suiza, por llamar a “la resistencia contra quien nos invade”. Si tan solo la hubiesen escuchado.
“Los musulmanes no pueden entender la democracia”, escribió la periodista italiana. Alertaba que pronto dominarían las sociedades europeas, suprimiendo la gran conquista occidental de la libertad. Y aquí surge la pregunta, ¿qué piensan hacer los grandes líderes occidentales para frenar al terrorismo del Estado Islámico?
Sirvan estas líneas para solidarizarme con el dolor del pueblo francés, esperemos que a su presidente no le tiemble la mano para erradicar esa lacra que recluta inclusive a jóvenes de ese y otros países europeos, “eurábicos” hubiese dicho Fallaci.
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