Para comprender las raíces de la narrativa de Patrick Modiano hay que
sumergirnos en la soledad de su tristeza y de su infancia.
"Sé que hay niños felices, pero mi infancia fue triste. Hay
conversaciones que no entiendes bien y te dan miedo. Cuando yo era niño me
paseaba solo por París. Eso era impactante porque normalmente a los niños no
les dejan pasearse solos. Yo podía. Experimentaba al mismo tiempo miedo y
curiosidad", dijo Patrick Modiano (1945) hace algunos años en una
entrevista.
En su infancia, dicen los expertos, se encuentran todas las claves de su
obra, muy particular y en la que se entrecruza la novela policial con la
romántica, los ingratos recuerdos familiares y la vida del París de los años 40
(ocupación nazi incluida), un París 'interior' dice el autor.
El más importante de los escritores vivos de Francia, fue un niño solo y
triste, y la ausencia constante de sus padres lo marcó impregnándole una
obsesión por la identidad, por la búsqueda, por la exactitud de las
direcciones, los garajes y las guías telefónicas (donde están los nombres de
todos los que por una u otra razón "desaparecen").
El abandono
Modiano empieza a escribir tempranamente, dice "no tenía ni 20
años, pero mi memoria era anterior a mi nacimiento".
Algunos dicen que su padre Albert fue un empresario judío de origen
italiano, otros que fue colaborador de la Gestapo, un hombre lejano, dudoso,
novelesco y nada transparente con sus asuntos. Viajaba constantemente, igual
que su esposa -la madre del escritor-, Louise Colpijn, una actriz belga cuya
vida se centraba en sus giras artísticas. Según el Nobel, tenía el corazón tan
seco que su perrito, ante tanta indiferencia, se suicidó tirándose por la
ventana.
La pareja vio nacer a su primer hijo, Patrick, en 1945, el mismo que al
borde de los 65 años acaba de ser reconocido con el máximo galardón al que
puede aspirar un escritor: el Nobel de Literatura.
El hermano
Las experiencias de la infancia lo convirtieron en un hombre tímido
(hasta ahora no le gusta dar entrevistas televisivas y se le hace un lío
expresarse oralmente). Quizá hasta su estilo conciso, de pocas palabras, de
frases casi telegráficas derive de esa timidez. Su obra refleja sus miedos, el
abandono, una búsqueda constante de identidades perdidas, de direcciones, de
misterio y de encuentros.
El Nobel tuvo un hermano menor, Rudy, nacido dos años después que él.
Era su referente de familia, de compañía, en medio de la distancia con sus
padres y de períodos de internados. Pero Rudy murió prematuramente de leucemia,
con apenas diez años. Esa tragedia supuso el derrumbamiento de la infancia del
futuro Nobel, del mundo que habitaba con Rudy. A los doce años el actual Nobel
entendió que su infancia se había escabullido, y que estaba más solo y triste. A los 17 años decidió no hablarle más a su padre y alejarse de él.
Arqueólogo de la memoria
En 1968, con 23 años, escribió "El lugar de la
estrella"(Gallimard), dedicado al hermano muerto. Ese "abandono"
inspiró sus libros hasta 1982, lo mismo que la ocupación nazi de París y la
búsqueda del padre (se enteró de su muerte diez años después de no hablar con
él).
Esa búsqueda del padre ausente da forma a "Un pedigrí" (2004),
sobre sus orígenes familiares, su distante y lejana relación con el padre y
memorias ingratas, allí afirma "He intentado incluso hallar misterio donde
no lo había". A partir de entonces recupera la figura paterna también en
libros como "En el café de la juventud perdida" (2007). Y lo persigue
el anhelo de encontrar su propia identidad, como en la "Calle de las
tiendas oscuras".
En reciente entrevista, María Teresa Gallego Urrutia, traductora al
castellano de buena parte de la obra de Modiano, dice que está "muy
marcado" por su infancia y que "Pedigrí" contiene las claves de
todas sus novelas. De esa novela dice el autor "quería hablar de cosas que
me hicieron daño y que me resultaban extrañas. En otras autobiografías se habla
de cosas íntimas con las que te reconoces. Yo, por el contrario, quería
liberarme de cosas que me hicieron daño. Quería desembarazarme de lo que yo no
elegí y no me concernía".
"Sus obras -dice la traductora- causan un auténtico 'shock', porque
expresa un sinfín de cosas que inquietan al lector y que conmueven. Su
literatura es muy expresiva del abandono y del dolor".
Martha Meier MQ.
Editora Central
El Dominical, 19 de octubre de 2014
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