VIDA Y BIODIVERSIDAD OCEÁNICA
Durante millares de años la humanidad no tuvo más 'farmacia' que la naturaleza. Selvas, bosques y pastizales fueron el botiquín donde proliferaba la variada gama de especies de flora y fauna sanadora. Pero no se miró con detenimiento lo que escondían las tres cuartas partes mojadas del planeta, es decir los mares. Desde hace apenas dos décadas, los investigadores han empezado a escudriñar los océanos como fuente de potenciales curas para enfermedades complejas, extrañas y letales. En pleno siglo XXI, y pese a los grandes avances científicos y tecnológicos, la medicina sigue dependiendo de organismos naturales para la elaboración de más del 50% de las drogas sanadoras utilizadas globalmente. Y en la biodiversidad marina están cifradas las esperanzas de las nuevas investigaciones de la salud. Recordemos que, según cálculos especializados, más de diez millones de organismos únicos de flora, fauna y bacterias tienen al mar como su hábitat. Hoy sabemos que los océanos albergan una biodiversidad inmensamente superior a la de las zonas emergidas: 95% de la vida de nuestro planeta medra en ellos.
Durante millares de años la humanidad no tuvo más 'farmacia' que la naturaleza. Selvas, bosques y pastizales fueron el botiquín donde proliferaba la variada gama de especies de flora y fauna sanadora. Pero no se miró con detenimiento lo que escondían las tres cuartas partes mojadas del planeta, es decir los mares. Desde hace apenas dos décadas, los investigadores han empezado a escudriñar los océanos como fuente de potenciales curas para enfermedades complejas, extrañas y letales. En pleno siglo XXI, y pese a los grandes avances científicos y tecnológicos, la medicina sigue dependiendo de organismos naturales para la elaboración de más del 50% de las drogas sanadoras utilizadas globalmente. Y en la biodiversidad marina están cifradas las esperanzas de las nuevas investigaciones de la salud. Recordemos que, según cálculos especializados, más de diez millones de organismos únicos de flora, fauna y bacterias tienen al mar como su hábitat. Hoy sabemos que los océanos albergan una biodiversidad inmensamente superior a la de las zonas emergidas: 95% de la vida de nuestro planeta medra en ellos.
En los últimos años, más de 18.000 nuevos compuestos útiles han sido aislados de organismos y microorganismos. Su aplicación va desde pegamentos hasta cosméticos pasando por suplementos nutritivos y medicinas varias. Un grupo de científicos del Instituto Scripps de Oceanografía de la Universidad de California está más que activo en la búsqueda de remedios submarinos y ha detectado más microorganismos beneficiosos en una cucharita de agua marina que en un árbol de la selva tropical.
El mar que engulle, que ruge y amenaza puede terminar siendo la fuente salvadora de millones de vidas, en realidad ya lo está siendo. El Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos afirma que el porcentaje de extractos activos de origen marino contra esa enfermedad es bastante superior al terrestre. Y hay más. Cierta especie de cangrejo espinoso se ha convertido, por ejemplo, en una extraordinaria fuente de insulina para diabéticos, y de moluscos venenosos se obtienen las más avanzadas y seguras anestesias. Hasta los voraces tiburones sirven para producir el potente antibiótico escualamina. En un caracol marino gigante -informa la revista "Popular Science"- se detectó una proteína (casi del tamaño de un virus) convertida en el componente esencial de una novísima vacuna contra el cáncer. Este caracol, de nombre en inglés Keyhole limpet, ya está siendo criado en granjas acuícolas. Su proteína, una vez convertida en vacuna e inyectada en el cuerpo humano, dispara el sistema inmunológico de tal modo que es estimulado para atacar determinadas células cancerosas (algunos países ya lo usan en el tratamiento contra el cáncer de vejiga). Estudios de este producto muestran que puede inclusive curar la adicción a la heroína, a la cocaína y a la nicotina. Ya existe un extenso listado de medicamentos de origen marino en fases experimentales y otros que ya se comercializan y que proceden de esponjas y bacterias.
Tras más de una década de investigar microbios marinos los científicos del Instituto Scripps -entidad fundada en 1903- identificaron inclusive compuestos anticancerígenos que están en etapa experimental. Hay un regreso al mar de donde emanó la vida tal y como la conocemos hoy. Una razón más para proteger los océanos de la inmundicia de las industrias, embarcaciones y basura generada por los terrícolas.
El mar que engulle, que ruge y amenaza puede terminar siendo la fuente salvadora de millones de vidas, en realidad ya lo está siendo. El Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos afirma que el porcentaje de extractos activos de origen marino contra esa enfermedad es bastante superior al terrestre. Y hay más. Cierta especie de cangrejo espinoso se ha convertido, por ejemplo, en una extraordinaria fuente de insulina para diabéticos, y de moluscos venenosos se obtienen las más avanzadas y seguras anestesias. Hasta los voraces tiburones sirven para producir el potente antibiótico escualamina. En un caracol marino gigante -informa la revista "Popular Science"- se detectó una proteína (casi del tamaño de un virus) convertida en el componente esencial de una novísima vacuna contra el cáncer. Este caracol, de nombre en inglés Keyhole limpet, ya está siendo criado en granjas acuícolas. Su proteína, una vez convertida en vacuna e inyectada en el cuerpo humano, dispara el sistema inmunológico de tal modo que es estimulado para atacar determinadas células cancerosas (algunos países ya lo usan en el tratamiento contra el cáncer de vejiga). Estudios de este producto muestran que puede inclusive curar la adicción a la heroína, a la cocaína y a la nicotina. Ya existe un extenso listado de medicamentos de origen marino en fases experimentales y otros que ya se comercializan y que proceden de esponjas y bacterias.
Tras más de una década de investigar microbios marinos los científicos del Instituto Scripps -entidad fundada en 1903- identificaron inclusive compuestos anticancerígenos que están en etapa experimental. Hay un regreso al mar de donde emanó la vida tal y como la conocemos hoy. Una razón más para proteger los océanos de la inmundicia de las industrias, embarcaciones y basura generada por los terrícolas.
El Comercio, 14 de enero de 2012
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