“Necesitamos fortalecer el agro para que los mismos agricultores no vean en la siembra de hoja de coca una actividad más rentable que sembrar papas”, dijo el presidente Ollanta Humala en la inauguración de la feria gastronómica Mistura. Frases apropiadas para un auditorio de cocineros y de campesinos que este año exhiben –para orgullo de todos– la diversidad frutal del Perú. El presidente, sin embargo, calló que su gobierno reducirá en 9,5% el presupuesto del sector agricultura para el 2012. ¿Qué estrategia para “fortalecer el agro” empieza debilitando su presupuesto?
Para el 2011, el Ministerio de Agricultura cuenta con 1.027 millones de soles, asignados por el pasado gobierno, pero para el año venidero el sector Agricultura recibirá apenas 930 millones (según proyecto del presupuesto humalista). El dato lo reveló Reynaldo Trinidad, experto en temas agrícolas y director de la revista “Agronoticias”, en el diario gobiernista “La Primera”. Trinidad informó, además, que hasta el 85% del presupuesto se va en el pago de planillas y otros gastos. Así, al presidente Humala le faltó informar que para “fortalecer el agro” solo se contará con 139,5 millones de soles.
¡Brillante!, como gusta decir el abogado Ricardo Soberón, articulador en nuestro país de la agenda narcolegalizadora del especulador y minero George Soros (vía su ONG Centro de Investigación de Drogas y Derechos Humanos). Paradójicamente, Soberón –los narcos son “empresarios liberales”, dice–, es jefe de la Comisión para el Desarrollo y Vida sin Drogas, Devida, y propone hacer pausas en la erradicación de los cultivos ilegales de coca. ¿Para que retoñen, será?
Los cocales, desde toda óptica, son incompatibles con el sano cultivo de nuestros alimentos. Las plantaciones de la hoja sagrada de los incas son enemigas naturales de la gastronomía: compiten por los suelos y recursos requeridos por la agricultura, fuente de las materias primas que necesitan los cocineros para crear sus platos. Los cocales –por el uso intensivo de pesticidas y herbicidas– contaminan los acuíferos y los ríos, alteran los ecosistemas y ciclos ecológicos, degradan los suelos, la biodiversidad y la salud (según Cedro, el 72,9% de los cocaleros del Huallaga considera que el cultivo y producción de drogas afectan su salud). Tanto como el 90% de la producción de la hoja abastece a los narcos.
La selva alta, donde proliferan los cocales que Soberón prefiere no erradicar, es una de las áreas de producción agropecuaria tropical mejor aprovechada de nuestro país. Sus valles se destinan al cultivo del café, cacao, té, palma aceitera, entre otras y es una zona de gran producción frutícola. Mientras el presidente Humala dice: “Necesitamos fortalecer el agro”, Soberón parece querer fortalecer el agro, pero de la coca. Legales o ilegales, los sembríos contaminan y el jefe de Devida debería ocuparse de trabajar con los cocaleros legales para certificar una hoja orgánica, en vez de pretender meterlos en el mismo saco de los que abastecen al narcotráfico.
En Mistura el presidente Ollanta Humala pudo comprometerse a defender, apoyar y promover a los pequeños agricultores –campesinos e indígenas–, productores de aquello que comemos. Pudo reflexionar sobre el rol de depositarios y guardianes de conocimientos y semillas milenarias, que dignifican y consolidan la identidad de un país tan diverso como sus agroespecies nativas, base de nuestra culinaria. Estos cultivadores de alimentos deberían ser el centro del debate, pero como vivimos en el mundo al revés, las ‘estrellas’ son los cocaleros ilegales. Así lo dicta la agenda personal del señor Soberón, jefe de Devida, donde las ‘papas’ del presidente Humala no tienen ni tendrán cabida.
Para el 2011, el Ministerio de Agricultura cuenta con 1.027 millones de soles, asignados por el pasado gobierno, pero para el año venidero el sector Agricultura recibirá apenas 930 millones (según proyecto del presupuesto humalista). El dato lo reveló Reynaldo Trinidad, experto en temas agrícolas y director de la revista “Agronoticias”, en el diario gobiernista “La Primera”. Trinidad informó, además, que hasta el 85% del presupuesto se va en el pago de planillas y otros gastos. Así, al presidente Humala le faltó informar que para “fortalecer el agro” solo se contará con 139,5 millones de soles.
¡Brillante!, como gusta decir el abogado Ricardo Soberón, articulador en nuestro país de la agenda narcolegalizadora del especulador y minero George Soros (vía su ONG Centro de Investigación de Drogas y Derechos Humanos). Paradójicamente, Soberón –los narcos son “empresarios liberales”, dice–, es jefe de la Comisión para el Desarrollo y Vida sin Drogas, Devida, y propone hacer pausas en la erradicación de los cultivos ilegales de coca. ¿Para que retoñen, será?
Los cocales, desde toda óptica, son incompatibles con el sano cultivo de nuestros alimentos. Las plantaciones de la hoja sagrada de los incas son enemigas naturales de la gastronomía: compiten por los suelos y recursos requeridos por la agricultura, fuente de las materias primas que necesitan los cocineros para crear sus platos. Los cocales –por el uso intensivo de pesticidas y herbicidas– contaminan los acuíferos y los ríos, alteran los ecosistemas y ciclos ecológicos, degradan los suelos, la biodiversidad y la salud (según Cedro, el 72,9% de los cocaleros del Huallaga considera que el cultivo y producción de drogas afectan su salud). Tanto como el 90% de la producción de la hoja abastece a los narcos.
La selva alta, donde proliferan los cocales que Soberón prefiere no erradicar, es una de las áreas de producción agropecuaria tropical mejor aprovechada de nuestro país. Sus valles se destinan al cultivo del café, cacao, té, palma aceitera, entre otras y es una zona de gran producción frutícola. Mientras el presidente Humala dice: “Necesitamos fortalecer el agro”, Soberón parece querer fortalecer el agro, pero de la coca. Legales o ilegales, los sembríos contaminan y el jefe de Devida debería ocuparse de trabajar con los cocaleros legales para certificar una hoja orgánica, en vez de pretender meterlos en el mismo saco de los que abastecen al narcotráfico.
En Mistura el presidente Ollanta Humala pudo comprometerse a defender, apoyar y promover a los pequeños agricultores –campesinos e indígenas–, productores de aquello que comemos. Pudo reflexionar sobre el rol de depositarios y guardianes de conocimientos y semillas milenarias, que dignifican y consolidan la identidad de un país tan diverso como sus agroespecies nativas, base de nuestra culinaria. Estos cultivadores de alimentos deberían ser el centro del debate, pero como vivimos en el mundo al revés, las ‘estrellas’ son los cocaleros ilegales. Así lo dicta la agenda personal del señor Soberón, jefe de Devida, donde las ‘papas’ del presidente Humala no tienen ni tendrán cabida.
El Comercio, 10 de setiembre de 2011
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