La gran prensa es alquimista que trasmuta la mentira en aparente verdad, tan aparente que algunos se la creen. Esa mala praxis carroña la democracia, al propio periodismo y a la decencia colectiva.
Con grandes titulares tratan de convencernos de que las coimas de Odebrecht en el Perú fueron de 29 millones de dólares. Los medios sueltan su mentira y los periodistas la repiten como un mantra, con la falta de rigurosidad característica de casi todos. Las autoridades llevan esa mentira al terreno de lo irrefutable al cacarearla en toda tribuna, en unos casos por ignorancia y en otros con segundas y muy rentables intenciones.
Hace poquito el presidente Pedro Pablo Kuczynski dijo que “29 millones de dólares que es la cifra que está dando vueltas, es una cifra minúscula en comparación con lo que dice el informe del fiscal en Estados Unidos en otros países”. Lo soltó en video-entrevista con el diario Gestión. Nadie lo corrigió.
Kuczynski es hombre de finanzas y sabe los grandes pagos a Odebrecht por los concursos públicos ‘ganados’ en nuestro país, y solo así, entendido como coima, 29 millones resultan una cifra “minúscula”.
El periodista Aldo Mariategui en su programa radial explicó que ese monto es “la punta del iceberg” y apenas lo que pasó por Estados Unidos. Su invitado, el ex ministro de Economía Manuel Romero Caro, recordó que las obras entregadas a Odebrecht, entre 2005 y 2014 están valorizadas en US$ 12,300 millones de dólares y si asumimos que se sobornó a las autoridades con 5% para ganar las licitaciones, estamos hablando de US$ 600 millones de dólares y no de 29, como quieren hacernos creer a periodicazos.
Hay que sumar, además, la sobrevaluación de los proyectos denunciada por Gustavo Gorriti: las obras viales IIRSA norte; Tramo 2 de IIRSA sur y Tramo 3 de IIRSA sur tuvieron sobrecostos de 98%, 149% y 74%, respectivamente. Gorriti detectó, también, que el mafioso andamiaje brasilero tuvo, también, un esquema de lavado de activos en paraísos fiscales.
Pasemos al Gaseoducto Sur Peruano, GSP. Inicialmente fue planteado en U$ 1,334 millones de dólares (Alan García, 2008), pero luego se “infló” por arte de magia, o mejor dicho de mafia, a U$ 7,500 millones (Humala, 2014).
Así estamos, por eso es una obligación moral perseguir agresivamente la verdad y sacar a luz a los malos elementos de la clase política y empresarial que buscan impunidad y convertirnos en cómplices callados que desvían la mirada frente a sus crímenes de cuello blanco. Si serán…
Martha Meier M.Q.
Expreso, 21 de enero de 2017
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