Los ciervos pacen tranquilos entre senderos poblados por abetos y otros árboles propios de la región. Las aves alzan repentino vuelo desde los pastizales, por donde corren las ardillas. A la distancia se distingue un extenso lago. Los expertos han detectado que en esta zona de La Coruña, Galicia, España, habitan al menos 180 especies de fauna; hasta especies en peligro de extinción como la nutria han encontrado un espacio para sobrevivir. El lugar alberga mayor biodiversidad que el parque natural de las Fragas do Eume o el área de humedales de A Frouxeira, también en Galicia. Esto no tendría nada de particular si no fuera porque estamos en As Pontes, lo que hasta hace cuatro años era una mina en proceso de jubilación, una mina a tajo abierto en vías de ser clausurada porque se agotó el recurso que ofrecía (el lignito, un tipo de carbón fosilizado) que abastecía a una cercana planta termoeléctrica, la más grande de España. Pudo haber quedado una herida abierta, una cicatriz en el paisaje, pero no. El funeral de la mina estuvo planificado, y hoy se ve la vida renacer en lo que fue el terreno estéril.
CUBRIR DE VERDE
El proceso de regeneración se inició en 1985 cubriendo los montes de escombros con material vegetal. Estas escombreras guardaban ya un patrón paisajístico -en taludes ondulantes- pensado para el momento del fin de las operaciones. Una vez que el suelo fue recuperado se sembraron diversas especies de árboles y poco a poco -bastante rápido por cierto- la naturaleza hizo lo suyo. Las semillas arrastradas por el viento hallaron fértil tierra y la repoblación con especies vegetales nativas empezó a darse también de modo natural. Especies animales que no se veían por décadas empezaron, también, a ubicarse espontáneamente en el bosque renacido. Para la empresa de energía Endesa, esto es un asunto de responsabilidad social corporativo, pero en realidad es un experiencia que podría servir de ejemplo en países como el nuestro, donde muchas veces el cierre de las minas sin mayor planificación genera diversos problemas ambientales.
EL GRAN LAGO
El cráter minero de As Pontes ha sido reconvertido en un inmenso lago cuyas aguas tienen un estándar de calidad mayor al de otros cuerpos naturales, y que son constantemente monitoreadas y tratadas para controlar su acidez. Su diseño se inició en 1995, bastante antes del cierre de la mina. Para llenar este profundo hueco de 206 metros y con un perímetro de 18 kilómetros, se ha aprovechado la escorrentía de las lluvias y el agua del río Eume. Una vez lleno cesará la captación del río Eume y rebosará al mismo, restituyéndose el sistema hidrológico original, y pasará a la administración de Agua de Galicia. Se han construido una pequeña playa cercana a la zona urbana y dos islotes dentro del lago para favorecer la regeneración de la flora y la fauna. Una de ellas de 55 hectáreas se convertirá en una reserva ornitológica. Hoy por hoy el área recuperada por Endesa es ya un interesante lugar para el avistamiento de variedad de aves. Se ha creado, así, un espacio de alto valor ecológico y paisajístico. Una mina transformada en sano espacio verde, para diversos usos sociales, ecoturísticos y de conservación de especies. Así da gusto.
OBJETIVOS
-Creación de una cubierta vegetal para controlar la erosión.
-Formación de un suelo productivo.
-Recuperación del paisaje alterado por la minería.
-Reintroducción de la flora y fauna propia de la zona.
EL DATO. La restauración se inició en 1985: 22 años antes del cierre de la mina. Se utilizaron más de 3 millones de m3 de tierra vegetal. Se usaron 40.000 m3 de abonos orgánicos, 120.000 kg de semillas, y se plantaron 600.000 árboles. Los distintos hábitats están en constante transformación.
CUBRIR DE VERDE
El proceso de regeneración se inició en 1985 cubriendo los montes de escombros con material vegetal. Estas escombreras guardaban ya un patrón paisajístico -en taludes ondulantes- pensado para el momento del fin de las operaciones. Una vez que el suelo fue recuperado se sembraron diversas especies de árboles y poco a poco -bastante rápido por cierto- la naturaleza hizo lo suyo. Las semillas arrastradas por el viento hallaron fértil tierra y la repoblación con especies vegetales nativas empezó a darse también de modo natural. Especies animales que no se veían por décadas empezaron, también, a ubicarse espontáneamente en el bosque renacido. Para la empresa de energía Endesa, esto es un asunto de responsabilidad social corporativo, pero en realidad es un experiencia que podría servir de ejemplo en países como el nuestro, donde muchas veces el cierre de las minas sin mayor planificación genera diversos problemas ambientales.
EL GRAN LAGO
El cráter minero de As Pontes ha sido reconvertido en un inmenso lago cuyas aguas tienen un estándar de calidad mayor al de otros cuerpos naturales, y que son constantemente monitoreadas y tratadas para controlar su acidez. Su diseño se inició en 1995, bastante antes del cierre de la mina. Para llenar este profundo hueco de 206 metros y con un perímetro de 18 kilómetros, se ha aprovechado la escorrentía de las lluvias y el agua del río Eume. Una vez lleno cesará la captación del río Eume y rebosará al mismo, restituyéndose el sistema hidrológico original, y pasará a la administración de Agua de Galicia. Se han construido una pequeña playa cercana a la zona urbana y dos islotes dentro del lago para favorecer la regeneración de la flora y la fauna. Una de ellas de 55 hectáreas se convertirá en una reserva ornitológica. Hoy por hoy el área recuperada por Endesa es ya un interesante lugar para el avistamiento de variedad de aves. Se ha creado, así, un espacio de alto valor ecológico y paisajístico. Una mina transformada en sano espacio verde, para diversos usos sociales, ecoturísticos y de conservación de especies. Así da gusto.
OBJETIVOS
-Creación de una cubierta vegetal para controlar la erosión.
-Formación de un suelo productivo.
-Recuperación del paisaje alterado por la minería.
-Reintroducción de la flora y fauna propia de la zona.
EL DATO. La restauración se inició en 1985: 22 años antes del cierre de la mina. Se utilizaron más de 3 millones de m3 de tierra vegetal. Se usaron 40.000 m3 de abonos orgánicos, 120.000 kg de semillas, y se plantaron 600.000 árboles. Los distintos hábitats están en constante transformación.
El Comercio, 07 de noviembre de 2011
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