Hace un par de años, Ban Ki-moon, secretario general de Naciones Unidas (ONU), dijo que la biodiversidad “es el fundamento de la vida en nuestro planeta y uno de los pilares del desarrollo sostenible. La riqueza y la variedad de la vida en la Tierra hacen posibles los servicios indispensables que nos proporcionan los ecosistemas: agua potable, alimentos, cobijo, medicamentos y ropa. Los entornos de una gran diversidad biológica tienen la capacidad de regenerarse después de un desastre natural”. Jay Hair, recordado presidente de la Federación Nacional de Vida Silvestre de Estados Unidos y uno de los principales voceros de la protección ambiental de su país, mencionaba que “alrededor del mundo, cada vez que compramos una medicina existe un cincuenta por ciento de probabilidades de que le debamos sus componentes a los organismos silvestres”. Queda claro que nuestra salud y nutrición y con ello nuestra sobrevivencia dependen de una variedad de especies de flora y fauna silvestres y domesticadas. La existencia de tales especies está, además, íntimamente interrelacionada. La desaparición de un insecto polinizador, por ejemplo, puede significar la extinción de varias especies de flora y la extinción de un determinado árbol puede llevar a la desaparición de las diversas especies asociadas a él.
En definitiva la vida se sustenta y depende de su variedad o biodiversidad. Este término fue acuñado en 1985 y nace de la contracción de la expresión “diversidad biológica”. Biodiversidad prácticamente es un sinónimo de “vida sobre la tierra”. Ayer, viernes 22 de mayo, el mundo celebró el Día Internacional de la Biodiversidad, aunque si uno lo piensa bien, dadas las actuales circunstancias en las que la desaparición de áreas naturales y de especies silvestres son una constante amenaza, lo de “celebrar” resulta un eufemismo. En su mensaje por este día, el secretario de la ONU urgió a los gobiernos, organizaciones e individuos a renovar sus esfuerzos para proteger la vida en el planeta y recordó que el 2010 ha sido declarado Año Internacional de la Diversidad Biológica. Advirtió sobre el peligro que representan para el equilibrio de los ecosistemas, la economía y los medios de vida de las personas, las especies invasoras de fauna y flora.
Para muestra un botón local. Hace algunas décadas se introdujo en nuestro país al eucalipto, árbol originario de Australia. Por su rápido crecimiento se lo vio como una extraordinaria alternativa para enfrentar la deforestación de las laderas de la sierra y de paso como una buena fuente de energía (leña). El eucalipto, sin embargo, no es alimento de especies nativas, sus hojas caídas acidifican el suelo aniquilando o evitando la proliferación de las plantas oriundas de nuestro país, sembrado en laderas genera rompimiento del terreno y provoca deslizamientos pues sus raíces no son adecuadas para la zona andina.
En su mensaje, Ban Ki-moon expresó, también, preocupación por la deforestación, la alteración del hábitat y la degradación de los suelos que están provocando un alarmante declive de la biodiversidad biológica planetaria. Recordemos que en los últimos 400 años se han extinguido 58 especies de mamíferos y 115 de aves, y que muchas especies se encuentran hoy en peligro de desaparecer poniendo en riesgo la vida toda.
En definitiva la vida se sustenta y depende de su variedad o biodiversidad. Este término fue acuñado en 1985 y nace de la contracción de la expresión “diversidad biológica”. Biodiversidad prácticamente es un sinónimo de “vida sobre la tierra”. Ayer, viernes 22 de mayo, el mundo celebró el Día Internacional de la Biodiversidad, aunque si uno lo piensa bien, dadas las actuales circunstancias en las que la desaparición de áreas naturales y de especies silvestres son una constante amenaza, lo de “celebrar” resulta un eufemismo. En su mensaje por este día, el secretario de la ONU urgió a los gobiernos, organizaciones e individuos a renovar sus esfuerzos para proteger la vida en el planeta y recordó que el 2010 ha sido declarado Año Internacional de la Diversidad Biológica. Advirtió sobre el peligro que representan para el equilibrio de los ecosistemas, la economía y los medios de vida de las personas, las especies invasoras de fauna y flora.
Para muestra un botón local. Hace algunas décadas se introdujo en nuestro país al eucalipto, árbol originario de Australia. Por su rápido crecimiento se lo vio como una extraordinaria alternativa para enfrentar la deforestación de las laderas de la sierra y de paso como una buena fuente de energía (leña). El eucalipto, sin embargo, no es alimento de especies nativas, sus hojas caídas acidifican el suelo aniquilando o evitando la proliferación de las plantas oriundas de nuestro país, sembrado en laderas genera rompimiento del terreno y provoca deslizamientos pues sus raíces no son adecuadas para la zona andina.
En su mensaje, Ban Ki-moon expresó, también, preocupación por la deforestación, la alteración del hábitat y la degradación de los suelos que están provocando un alarmante declive de la biodiversidad biológica planetaria. Recordemos que en los últimos 400 años se han extinguido 58 especies de mamíferos y 115 de aves, y que muchas especies se encuentran hoy en peligro de desaparecer poniendo en riesgo la vida toda.
El Comercio, 23 de mayo de 2009
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