A diferencia del resto de nosotros comunes mortales, los políticos tienen un par de problemas que jamás sufriremos: encuestitis y eleccionitis. Mientras pensamos cuándo nos iremos de vacaciones o cómo celebraremos nuestro cumpleaños, ellos tienen en la cabeza solo dos cosas: la próxima encuesta, aunque estén leyendo la última en ese instante, y las siguientes elecciones, pese a que la puedan haber ganado el día anterior.
Esos problemas inherentes a quien vive y respira en la arena política no hacen más que ensimismarlos e impedirles que se den cuenta de lo que ocurren con sus gobernados o de lo que podría ocurrir. A nadie, y menos aún al político y al gobernante le gusta darse cuenta que no tiene todo el control ni el poder que quisiera, en cada momento determinado, y que las cosas pueden escapársele de las manos en todo instante.
El veterano periodista español Iñaki Gabilondo sostiene que “La resistencia a aceptar que se nos están yendo las cosas de las manos también forma parte de un cierto instinto del gobernante. Al gobernante le parece el mayor fracaso que se le estén yendo las cosas de las manos, y entonces busca excusas, atenuantes, reduce, casi por razones defensivas, la realidad de la situación […] Para la política, el fin del mundo es la próxima cita electoral”.
Esta y no otra, es la razón por la cual los gobernantes se desgastan prontamente y los potenciales candidatos se meten sin vela en los entierros y hasta sin conocer al muerto, aburriendo a sus posibles votantes.
El presidente que trata de subir cómo sea su aprobación para la próxima encuesta, hará cosas que lo desplomarán: exagerar en publicitar supuestos logros del gobierno, contratar a actores o cantantes para tratar de acercarse a la gente y así por el estilo; sin reflexionar que lo único anhelado por los ciudadanos son autoridades que gobiernen calladitas y estén cuando se las requiera.
Robert “Bobby” Kennedy (1925-1968), Fiscal General de Estados Unidos y uno de los principales asesores y consejeros de su hermano, el mítico presidente John F. Kennedy, dijo alguna vez algo que todo político, como ser humano común y corriente, debe tener como norma de vida: “Dediquémonos a lo que los griegos escribieron hace tantos años: domar el salvajismo del hombre y hacer suave la vida de este mundo”.
Eso es lo único que todos esperamos.
Martha Meier M.Q.
Expreso, 29 de abril de 2017
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