sábado, febrero 25, 2017

Orden, Libertad y Saber

Toda acción genera una reacción, todo acto indebido un castigo y todo derecho conlleva una responsabilidad con la sociedad en la que se vive y una obligación con el Estado que lo protege; esto vale también para el derecho a la libre expresión.   

El ejercicio periodístico es apenas la lógica extensión de la libertad de expresión, es decir del derecho a decir, a opinar, a informar. Abominable es abusar de ella para desinformar, ocultar la verdad, subordinarla a intereses particulares y amedrentar para erigirse como poder de facto.

En las Jornadas Empresariales de Medios de Comunicación (Buenos Aires, 1985) el entonces co-director del diario “El Comercio”, Alejandro Miró Quesada Garland (1915-2011) dijo: “si los periodistas exigimos amplia libertad estamos obligados a ofrecer honestidad e independencia, pues así como el periodismo libre es vital para la democracia, la independencia es esencial para el periodismo libre”.  

En ese espíritu, el 8 de febrero último solicité al señor José García Miró, actual presidente del directorio de “El Comercio”, interceder ante los accionistas de Graña y Montero (GyM) que lo son del medio, se abstengan de nombrar representantes en la próxima junta. GyM, lamentablemente, está inmersa en la corrupción de sus pares brasileros: sobornos, lavado de activos y sobrecostos, entre otros. Jorge Baratta, exrepresentante de Odebrecht, ha confesado que los consorciados sabían de los sobornos y que aportaban para ellos, entre otras cosas.

Un desubicado bloguero dijo que mi pedido -de higiene empresarial y period`sitica- intenta cambiar la correlación de fuerzas al interior del directorio. Esto como si pudiera legitimarse una ‘mayoría’ (si acaso) a la que le resulta irrelevante el daño moral y económico causado a nuestro país por el consorcio Odebrecht-GyM, y la colisión con los intereses de nuestra empresa mediática.

Junto al logo de “El Comercio” hoy se lee “independencia y veracidad”, cosas que no se reflejan ya en sus páginas. Antes el lema fue Orden, Libertad y Saber, una trilogía que Alejandro Miró Quesada Garland explicó en las jornadas bonaerenses mencionadas: “Libertad, para informar y opinar sin traba alguna. Independencia, para que la opinión expresada sea la del propio periódico y no de terceros. Honestidad: para usar esa libertad y esta independencia en la búsqueda de la verdad y de acuerdo con un profundo sentido de responsabilidad. Sólo así podrá el periodismo cumplir, honrosamente, su noble y difícil misión”.

“El Comercio” vive un momento crítico podría convertirse en cómplice de delitos que rebasan al tribunal de la opinión pública para convertirse en un complejo asunto legal de competencia de la justicia. Aquí no hay “mayoría” que valga; hay decencia o no. Así de simple.

Martha Meier M.Q.

Expreso, 25 de febrero de 2017

sábado, febrero 18, 2017

Los ilegítimos

Cuando los medios de comunicación hacen de la mentira su estandarte se adentran en un camino de muy difícil retorno. Si las páginas de un diario gotean soberbia e infundios, la gente pasa de largo por el kiosko y lo deja colgado en hasta convertirlo en la última hoja del frondoso árbol de la libertad de expresión que -como decía don Alejandro Miró Quesada Garland- cobija a todas las demás libertades.

“El Comercio” fue alguna vez el corazón de los hogares, el pulso de la ciudad, la voz de muchos y la esperanza de grandes sectores de la población. Era como el pan o la mantequilla pues no faltaba en la mesa del desayuno; y “comercios” fue peruanismo para periódico. Por eso lastima verlos convertido en un simple papelón mendaz, cuya línea editorial es  acaso más sinuosa que la huella de una sierpe sobre el barro.

Con un conglomerado mediático como “El Comercio” se pueden hacer cosas grandes y buenas por nuestro país, pero también muchas otras perversas y tóxicas como ocurre hoy. Y eso pone en riesgo no solo la supervivencia del medio sino a la democracia misma.
Hace algún tiempo una parte de la familia Miró Quesada le hizo creer a la otra que no debía ni podía dirigir su propio diario, cuya larga tradición de directores familiares fue la base de lo que algunos pueden considerar grandeza.

Esos mismos se encargaron de filtrar a recaderos de noticias a la medida de sus intereses, de sus egos y de sus vicios. Algo que sobra entre ese bando, carente de intelectuales capaces de pensar y repensar el Perú; de herederos a los que les bulle en la sangre el amor a la palabra y el don de escribir inteligiblemente, cosas cuando no brillantes al menos interesantes.
“El Comercio” ya no es siquiera un negocio rentable, solo miente y protege a la corrupción, con la coartada de defender el sistema del libre mercado.

Buena parte de los herederos de “El Comercio” han olvidado que la verdad y su hija la credibilidad son la esencia del comunicar; es como si Willie Wonka creyera que sin cacao puede hacer chocolate.

Yo creo que las páginas y las pantallas deben estar preñadas de verdad, del sueño compartido por un mañana mejor, de indignación ante las injusticias, furia contra la corrupción y palabras e imágenes que ayuden a forjar mejores seres humanos.

El mítico escritor y periodista polaco Ryszard Kapuscinski, maestro de maestros, sentenció que “las malas personas no pueden ser buenos periodistas”.

¿El anti-periodismo pedante de “El Comercio” resulta de la escasez de buenas personas? Lo firmo: ¡sí! 

Martha Meier M.Q.

Expreso, 18 de febrero 2017

sábado, febrero 11, 2017

El cerebro del corrupto


Sobornos, sobre costos, lavado de activos, desvío de fondos, esta es la larga lista de delitos bajo investigación vinculados con la corrupción de constructoras brasileras consorciadas con pares peruanas. Quizá el caso más sonado sea el de Odebrecht con Graña y Montero, GyM.

La otrora reputada GyM, fundada en 1933, insiste en presentarse, sin ninguna prueba, como víctima de los brasileros. ¿Han denunciado a sus pares por los ilícitos que son de público conocimiento? ¡No! ¿Ganaron millones de dólares en obras en las que estuvieron consorciados? ¡Sí! ¿Han devuelto al Estado ese dinero que hoy se sabe mal ganado? ¡No! Fin de la estrategia de distracción y victimización. Recomendación: decir la verdad, colaborar con la justicia y no utilizar a los medios del grupo “El Comercio” para tratar de masacrar con titulares a quiénes investigan la mega-corrupción.

La cutra brasilera ha revelado la miseria moral de la clase empresarial y política peruana, de varios medios de comunicación y la facilidad con la que algunos periodistas rentan su pluma y sus opiniones. 

El año pasado la revista Nature Neuroscience, publicó una investigación bajo el título “The Brain Adapts to Dishonesty” (El cerebro se adapta a la deshonestidad). Faltaba.  Los investigadores Garret, Lazzara, Ariely y Sharot, del University College of London (UCL), mostraron que la amígdala (un conjunto de núcleos de neuronas en la profundidad de los lóbulos temporales  de nuestro cerebro), dispara emociones negativas, inquietantes e incómodas cuando cometemos un acto corrupto.

El comportamiento de la amígdala se visibilizó mediante imágenes de resonancia magnética, MRI, y así pudo saber, también, que esta se “adormece” cuando los actos corruptos se perpetran regularmente.

Con el tiempo el pillo está cómodo con su deshonestidad pues ya no le produce siquiera culpa. El sinvergüenza se forja cometiendo actos indebidos día a día, sin recibir castigo.

Hoy le toca a los peruanos de bien señalar a quienes pretenden impunidad para sus delitos trasnacionales, de cuello y corbata. El maleante requiere castigado porque solo la mano de la ley lo corregirá, y esa sanción será el potente mensaje para desmotivar a otros con amígdalas adormecidas que imitar esas inconductas.

La impunidad es una amenaza para nuestra seguridad, estabilidad económica y confianza en las instituciones democráticas. Este es el momento histórico para romper la interdependencia de la cleptocracia de guante blanco con agentes estatales.

A la llamada “sociedad civil” (artistas, intelectuales, líderes de opinión) le toca entender que no basta marchar, lloriquear e indignarse para la foto del “yo soy bueno”. Esto es una guerra, no un desfile ni otra marchita más.

Martha Meier M.Q.
Expreso,  11 de febrero de 2017


sábado, febrero 04, 2017

La perversa prescripción

En el Perú funge de presidente del directorio de un medio de comunicación un comprobado delincuente de cuello y corbata, salvado por la campana, es decir gracias por el tiempo transcurrido y con ello la “prescripción”. Sin sentencia firme pasa por honesto estando su nombre en un documento que consigna todos sus delitos. La prescripción se ha convertido en el refugio de los maleantes y contribuye al avance de corrupción en todos los ámbitos de la vida nacional tan podrida que destierra solo al honrado. 

En los últimos días los anti-castañedistas pusieron el grito en el cielo por la prescripción del caso Comunicore. Marisa Glave, congresista izquierdista y ex regidora villaranista revocada, dijo así: “Una vez más, el sistema judicial demuestra que no quiere combatir a la corrupción, es una vergüenza que apliquen la prescripción en este tema”. Perdón, ¿en este tema, o sea qué en el resto de temas normal no más? Parece que a Glave le ardió simplemente no poder seguir lanzándole inmerecido lodo al alcalde Luis Castañeda Lossio.

La figura legal de la prescripción está prostituida, los leguleyos y legisladores deberían ver qué hacer con ella pues hoy es arma perversa y obstáculo en la lucha anticorrupción. En el mejor de los casos crea dudas sobre presuntos ilícitos y en el peor deja evidencia detallada de los delitos y los nombres de quienes efectivamente los perpetraron, pero que gracias al tiempo transcurrido se libraron de sanción.

Algunos creen que prescripción es sinónimo de absolución, muy por el contrario: la prescripción no es otra cosa que un certificado de mala conducta. Ahora bien ¿puede creerse en la honestidad de quien deja su nom bre tiznado porque sabe que no puede demostrar su inocencia? ¡No! ¿Debe el prescrito tener los mismos derechos que el honorable? Yo creo que no, esos deberían tener ciertas limitaciones y ser inelegibles para cargos, sean públicos o privados. Lo digo desde los más profundo de mi honestidad, algo que para las élites es peor que la caracha.   

Zavalita, el personaje de Vargas Llosa se preguntó “¿en qué momento se jodió el Perú?”, difícil saberlo, pero seguramente fue el mismo día en que buena se perdió la vergüenza a falta de sanciones morales.  

En “Ethica Nicomachea” (Ética a Nicomaco) Aristóteles sostiene que “Una cosa vergonzosa sólo es capaz de hacerla un corazón viciado. Pero si alguno que por naturaleza es capaz de cometer un acto de este género, cree que sólo por el hecho de ruborizarse de ello es ya un hombre de bien, incurre en un gran absurdo”.  Dicho esto, la prescripción es por lo general un tremendo absurdo, cuando no una abominación.

Martha Meier M.Q.

Expreso, 04 de febrero de 2016