Álex Kouri quedó fuera de la contienda por una tacha discutible (¿qué de la voluntad popular frente a tecnicismos y normas revisables?). La tacha catapultó a Susana Villarán al segundo lugar –detrás de Lourdes Flores– en las encuestas de intención de voto.
Por primera vez en la historia de esta tres veces coronada villa, dos mujeres pugnan por llegar a la alcaldía, pero en un abrir y cerrar de ojos el par ha convertido la campaña en un pleito de adolescentes encaprichadas por bailar con un mismo galán. Solo falta que se jalen de los pelos. Vamos, chicas, que –sin hombres en la costa, salvo el pastor Lay bastante rezagado– esta es una oportunidad para demostrar otros modos de hacer política, constructivo y alturado. La capital espera proyectos novedosos, alternativos, posibles y con visión de largo plazo y no idas de boca que bien sazonarían los tan criticados programas televisivos de Laura Bozzo.
Lima se merece un debate pedagógico sobre la ciudad en la que todas y todos aspiramos a vivir. Una campaña encabezada por dos mujeres debiera ser la mejor tribuna para contarles a los desorientados vecinos, llegados de todos los puntos del Perú, que este caos desarticulado en que viven (vivimos) tiene un pasado esplendoroso y un futuro promisorio, porque una ciudad es la voluntad de sus habitantes. Voluntad hecha visible, a través de la arquitectura y el urbanismo que son las únicas herramientas –políticas y económicas– con que cuentan las candidatas para lograr el cambio social y ambiental requerido.
Ya en el siglo X, el filósofo Al Farabí concebía la ciudad ideal como una sociedad ordenada donde los habitantes se ayudan para alcanzar felicidad. La comparaba a un cuerpo perfecto y sano, y consideraba que su función primordial era educativa (tanto intelectual, espiritual como emocionalmente); debía ser armónica, una unidad natural como un organismo vivo y saludable. ¿Cómo se empezará a curar a este monstruo enfermo llamado Lima? ¿Cómo se sentarán las bases para que Lima tenga las características necesarias para el óptimo desarrollo de sus habitantes, tomando en cuenta el bienestar físico y sus necesidades sociales y ambientales?
Quizá la clave esté en mirar al pasado. Javier Lizarzaburu, periodista, investigador y promotor de “Lima milenaria”, refiere que “uno de los hallazgos más fascinantes de los últimos 25 años para nuestra ciudad es saber que ha tenido un desarrollo urbano ininterrumpido a lo largo de más de dos mil años. Esto significa una oportunidad para reinventarnos como ciudad, la posibilidad de potenciar nuestra diversidad y revitalizar esta desordenada capital de nueve millones de personas”. Para eso claro habrá que pensar más en Lima y menos en el ocioso arte de lanzarse dardos.
El Comercio, 04 de setiembre de 2010
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