“Planta un pez” intenta incentivar a la población y a los gobiernos a recuperar la vida en mares y ríos depredados, garantizando así la seguridad alimentaria. Se trata de una iniciativa global, sin fines de lucro, impulsada por Fabien Cousteau, economista ambiental de la Universidad de Boston y nieto mayor del mítico oceanógrafo, buzo y documentalista francés Jacques Yves Cousteau (1910-1997).
Entre sus principales metas está comprometer a la comunidad con los ambientes naturales acuáticos circundantes. “Es simple: nuestras acciones cotidianas tienen consecuencias”, ha dicho este cuarentón que empezó a bucear a los 4 años y fue criado como pez en el agua por una familia absolutamente marítima y cuyo patriarca reveló al mundo los más grandes secretos de los océanos, así como su fragilidad.
Fabien estuvo de paso por nuestro país y fue uno de los ponentes de la Tercera Reunión de APEC de los Océanos y Pesca Sostenible, que congregó a 21 ministros de diferentes países. El evento empezó –por desgracia– el 10 de octubre, es decir al día siguiente del sonado supuesto sopapo presidencial. Así las cosas, la reunión realizada en Paracas, la presencia de Fabien Cousteau, su disertación sobre el manejo sostenible de los mares y el impacto del cambio climático sobre los océanos pasaron inadvertidos. Y es que en este terruño eso no es noticia: no hay escándalo, no hay audio ilegal, no hay mentira, montaje ni intromisión en la intimidad. Horror de horrores, hay ideas y propuestas claras. ¿Y eso a quién cuernos le importa en estos tiempos de decrépita decadencia, verdad?
Aquí estamos escribiendo sobre un hombre educado, inteligente, exitoso, que se codea con las máximas autoridades y empresarios del globo, en el afán de contagiarles su entusiasmo por conservar los mares y con ello la principal fuente de proteínas del planeta. Un señor que puede aportar mucho a un país pesquero como el nuestro. ¿Ni drogas ni desnudos ni hijas que matan a sus madres? Aburridísimo, pues.
Aquí la noticia, lo importante, lo que se resalta y toma por ejemplar es a un fracasado que insulta al presidente de la República, le menta la madre en una institución pública y después sale a gemir, cual gatita, que usaba “su libertad de opinión”. Perú que le dicen, donde el empobrecimiento de las ideas, los buenos modales y el bien común son asuntos pasados de moda.
El estruendo de la virtual bofetada, mediáticamente amplificado para deshilachar al presidente García, no permitió que escuchásemos a Cousteau recordarnos la inmensa riqueza del mar peruano y la necesidad de su conservación, a través del aprovechamiento que garanticen alimento a las presentes y futuras generaciones, y el sano equilibrio del ciclo natural de los océanos y de sus variadas y hermosas especies.
Este integrante de la tercera generación de la familia Cousteau viene afinando una propuesta de políticas públicas y privadas en la que la “disciplina ambiental” es la base de soluciones innovadoras y de econegocios que logran hacer rentable la conservación. Así se hizo en Sudáfrica con el temible gran tiburón blanco, antes desollado para venderlo al peso en los mercados. Hoy proliferan los paseos de avistamiento y en el balance de los lugareños está claro que más se gana con el escualo vivito y coleando.
El economista ambiental sostiene que la humanidad debe comprender que “nuestra salud y bienestar como especie está ligada a la adecuada administración de los ecosistemas marinos”, los cuales cubren 73% de la Tierra. Una de sus mayores preocupaciones es legarles un planeta saludable a las nuevas generaciones, en ese sentido trabaja incesantemente para empoderar a los jóvenes en temas vinculados al agua, a los mares y a la protección de la naturaleza. Como integrante de la Alianza para la Innovación del Agua (WIA, por sus siglas en inglés) es una verdadera pulga en la oreja de los empresarios y ejecutivos relacionados con los negocios del líquido elemento para que adopten decisiones más informadas, tecnologías adecuadas y por tanto compatibles con la conservación y mejor uso del invalorable recurso.
La visita de Fabien Cousteau resulta de trascendencia, tomando en cuenta que los sectores vinculados con la pesca representarán este año aproximadamente el 31% del PBI de nuestro país. Tomar en cuenta su invocación para que protejamos nuestro mar y aprovechemos racionalmente sus recursos hubiera resultado más valioso que lo dicho por un insultador de pasadizo. Pero para qué hacer hígado, tomando en cuenta que los titulares sobre la brillante conferencia dictada por el ex vicepresidente estadounidense Al Gore en torno a los retos que nos plantea el cambio climático coincidieron en que “le gustó mucho la comida peruana”. Que Dios nos coja confesados, caray.
Entre sus principales metas está comprometer a la comunidad con los ambientes naturales acuáticos circundantes. “Es simple: nuestras acciones cotidianas tienen consecuencias”, ha dicho este cuarentón que empezó a bucear a los 4 años y fue criado como pez en el agua por una familia absolutamente marítima y cuyo patriarca reveló al mundo los más grandes secretos de los océanos, así como su fragilidad.
Fabien estuvo de paso por nuestro país y fue uno de los ponentes de la Tercera Reunión de APEC de los Océanos y Pesca Sostenible, que congregó a 21 ministros de diferentes países. El evento empezó –por desgracia– el 10 de octubre, es decir al día siguiente del sonado supuesto sopapo presidencial. Así las cosas, la reunión realizada en Paracas, la presencia de Fabien Cousteau, su disertación sobre el manejo sostenible de los mares y el impacto del cambio climático sobre los océanos pasaron inadvertidos. Y es que en este terruño eso no es noticia: no hay escándalo, no hay audio ilegal, no hay mentira, montaje ni intromisión en la intimidad. Horror de horrores, hay ideas y propuestas claras. ¿Y eso a quién cuernos le importa en estos tiempos de decrépita decadencia, verdad?
Aquí estamos escribiendo sobre un hombre educado, inteligente, exitoso, que se codea con las máximas autoridades y empresarios del globo, en el afán de contagiarles su entusiasmo por conservar los mares y con ello la principal fuente de proteínas del planeta. Un señor que puede aportar mucho a un país pesquero como el nuestro. ¿Ni drogas ni desnudos ni hijas que matan a sus madres? Aburridísimo, pues.
Aquí la noticia, lo importante, lo que se resalta y toma por ejemplar es a un fracasado que insulta al presidente de la República, le menta la madre en una institución pública y después sale a gemir, cual gatita, que usaba “su libertad de opinión”. Perú que le dicen, donde el empobrecimiento de las ideas, los buenos modales y el bien común son asuntos pasados de moda.
El estruendo de la virtual bofetada, mediáticamente amplificado para deshilachar al presidente García, no permitió que escuchásemos a Cousteau recordarnos la inmensa riqueza del mar peruano y la necesidad de su conservación, a través del aprovechamiento que garanticen alimento a las presentes y futuras generaciones, y el sano equilibrio del ciclo natural de los océanos y de sus variadas y hermosas especies.
Este integrante de la tercera generación de la familia Cousteau viene afinando una propuesta de políticas públicas y privadas en la que la “disciplina ambiental” es la base de soluciones innovadoras y de econegocios que logran hacer rentable la conservación. Así se hizo en Sudáfrica con el temible gran tiburón blanco, antes desollado para venderlo al peso en los mercados. Hoy proliferan los paseos de avistamiento y en el balance de los lugareños está claro que más se gana con el escualo vivito y coleando.
El economista ambiental sostiene que la humanidad debe comprender que “nuestra salud y bienestar como especie está ligada a la adecuada administración de los ecosistemas marinos”, los cuales cubren 73% de la Tierra. Una de sus mayores preocupaciones es legarles un planeta saludable a las nuevas generaciones, en ese sentido trabaja incesantemente para empoderar a los jóvenes en temas vinculados al agua, a los mares y a la protección de la naturaleza. Como integrante de la Alianza para la Innovación del Agua (WIA, por sus siglas en inglés) es una verdadera pulga en la oreja de los empresarios y ejecutivos relacionados con los negocios del líquido elemento para que adopten decisiones más informadas, tecnologías adecuadas y por tanto compatibles con la conservación y mejor uso del invalorable recurso.
La visita de Fabien Cousteau resulta de trascendencia, tomando en cuenta que los sectores vinculados con la pesca representarán este año aproximadamente el 31% del PBI de nuestro país. Tomar en cuenta su invocación para que protejamos nuestro mar y aprovechemos racionalmente sus recursos hubiera resultado más valioso que lo dicho por un insultador de pasadizo. Pero para qué hacer hígado, tomando en cuenta que los titulares sobre la brillante conferencia dictada por el ex vicepresidente estadounidense Al Gore en torno a los retos que nos plantea el cambio climático coincidieron en que “le gustó mucho la comida peruana”. Que Dios nos coja confesados, caray.
El Comercio, 17 de Octubre de 2010
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