Sonará anticipado, pero el problema de la educación empieza en el vientre materno. Mucho antes de que el niño o la niña anuncien su arribo a este mundo con el primer llanto su potencial intelectual y creativo puede haber sido ya mellado. La desnutrición —o mala nutrición— de las embarazadas es un tema que debe resolverse para lograr avances significativos en el campo educativo. Por más infraestructura de calidad, maestros altamente calificados y gran inversión económica —lo que por cierto no prima en el Perú—, empedrado será el camino hacia la excelencia si los cerebros de los pequeños carecieron de los ácidos grasos esenciales y otros nutrientes durante su gestación. Otro escollo aparece con la falta de micronutrientes en los primeros cinco años (la ventana de aprendizaje más importante). En esta etapa la nutrición es clave y también los estímulos (sonoros, visuales, motores, entre otros) necesarios para desarrollar la mayoría de destrezas, crear, potenciar y reforzar millones de conexiones neuronales, que a final de cuentas son la chispa de la inteligencia, de la personalidad y de comunión con el mundo y los demás.
El doctor Santiago Antúnez de Mayolo Rynning cuenta que en el antiguo Perú se prestó atención a la alimentación de las gestantes. Es más, comenta que seis meses antes de la concepción se consumían productos ricos en minerales, vitaminas y otros nutrientes y se llevaba una vida lo más sana posible (ojo, fiesteros) en el entendido de que esa salud y fortaleza se transmitían al niño por nacer. La madre aseguraba su ingesta de vitaminas (especialmente del complejo B), ácido fólico y bacterias benéficas, consumiendo chichas elaboradas con diversos cereales andinos. Una vez nacida la criatura su nutrición se garantizaba —al menos en los tres primeros años y a veces más— con la leche materna, el alimento más completo y benéfico para el cerebro.
Últimamente, fuera de oír sobre la película “La teta asustada”, más bien asusta lo pronto que las madres jóvenes destetan a sus bebes o simplemente obvian esto tan saludable de darles la teta. En el antiguo Perú, también, la estimulación temprana era practicada y se conocían las capacidades y necesidades de cada etapa. Para Antúnez de Mayolo, esto llevó a que en el tiempo de los incas “el Perú fuera la primera nación de América”.
Basándose en estos conocimientos ancestrales y los últimos hallazgos de las neurociencias (algo también por tomarse en cuenta al tiempo del desarrollo curricular), presentó en el 2007 el método ProEduPerú, al que para mal del país se le ha prestado muy poca atención. Recobrar lo mejor del pasado, recoger los aportes de las neurociencias y reconocer que nutrición y educación van de la mano sería un buen primer paso para avanzar con paso firme en la construcción del verdadero desarrollo.
El doctor Santiago Antúnez de Mayolo Rynning cuenta que en el antiguo Perú se prestó atención a la alimentación de las gestantes. Es más, comenta que seis meses antes de la concepción se consumían productos ricos en minerales, vitaminas y otros nutrientes y se llevaba una vida lo más sana posible (ojo, fiesteros) en el entendido de que esa salud y fortaleza se transmitían al niño por nacer. La madre aseguraba su ingesta de vitaminas (especialmente del complejo B), ácido fólico y bacterias benéficas, consumiendo chichas elaboradas con diversos cereales andinos. Una vez nacida la criatura su nutrición se garantizaba —al menos en los tres primeros años y a veces más— con la leche materna, el alimento más completo y benéfico para el cerebro.
Últimamente, fuera de oír sobre la película “La teta asustada”, más bien asusta lo pronto que las madres jóvenes destetan a sus bebes o simplemente obvian esto tan saludable de darles la teta. En el antiguo Perú, también, la estimulación temprana era practicada y se conocían las capacidades y necesidades de cada etapa. Para Antúnez de Mayolo, esto llevó a que en el tiempo de los incas “el Perú fuera la primera nación de América”.
Basándose en estos conocimientos ancestrales y los últimos hallazgos de las neurociencias (algo también por tomarse en cuenta al tiempo del desarrollo curricular), presentó en el 2007 el método ProEduPerú, al que para mal del país se le ha prestado muy poca atención. Recobrar lo mejor del pasado, recoger los aportes de las neurociencias y reconocer que nutrición y educación van de la mano sería un buen primer paso para avanzar con paso firme en la construcción del verdadero desarrollo.
El Comercio, 27 de febrero de 2010
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