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viernes, diciembre 17, 2010

Huaraz, ciudad sitiada


Cae la nieve en Estocolmo mientras en el Callejón de Huaylas los glaciares de la Cordillera Blanca retroceden a ritmo acelerado por el calentamiento global.
En Estocolmo Mario Vargas Llosa es reconocido con el Nobel de Literatura al tiempo que el caos, la violencia y la destrucción se apoderan de Huaraz. Una protesta repudiable y que merece sanción y detrás de la cual, sin duda, están los grupos antisistema y desestabilizadores de siempre.
Los desmanes tienen como base la indignación por el permiso otorgado a la minera Chancadora Centauro para hacer 20 perforaciones exploratorias, una de ellas nada más y nada menos que a escasos 585 metros de la zona de amortiguamiento del Parque Nacional Huascarán, y otra a 845 metros de la laguna de Conococha.
Conococha es considerada cabecera de cuenca y por tanto está supuestamente protegida por ley. Abastece, además, a los ríos Santa, Pativilca y Fortaleza. Nada de lo cual ha sido considerado por el Ministerio de Energía y Minas, como tampoco el hecho de lo sensible de ese territorio de los Andes, espacio de glaciares y lagunas, reservas de agua dulce un recurso cada vez más escaso
En su discurso por el Nobel, “Elogio de la lectura y la ficción”, el escribidor afirmó que “La buena literatura tiende puentes entre gentes distintas y, haciéndonos gozar, sufrir o sorprendernos, nos une por debajo de las lenguas, creencias, usos, costumbres y prejuicios que nos separan [...] La literatura crea una fraternidad dentro de la diversidad humana y eclipsa las fronteras que erigen entre hombres y mujeres la ignorancia, las ideologías, las religiones, los idiomas y la estupidez”.
En el caso que nos ocupa no se ha visto vocación de diálogo, las reacciones han sido tardías y evidente la falta de interés del Estado por tender puentes. Así el conflicto socioambiental de Áncash vendría a ser, dentro de la lógica vargallosiana, literatura de la peor y una reverenda estupidez.
Pedro Sánchez, Ministro de Energía y Minas, ha aclarado que la exploración no contaminará. Es verdad. “Lo que va hacer la empresa es una búsqueda de mineral y, luego de eso es que se entraría a una fase de un estudio de impacto ambiental para ver si el proyecto es factible”, ha dicho. ¿Y después, cuándo efectivamente se encuentre el mineral? El emprendimiento de Chancadora Centauro es desde su origen inviable porque no se alcanzará la necesaria licencia social.
Se está abriendo la puerta a un conflicto socioambiental de repercusión internacional que afectará innecesariamente nuestra imagen. Caray, ¿a quién se le ocurre autorizar la exploración minera en un área ecológicamente tan sensible como el Callejón de Huaylas, territorio de glaciares y centros arqueológicos como Chavín? Y por favor no se les ocurra preguntar por el ministro del Ambiente, Antonio Brack, quien no ha dicho esta boca es mía, ni lo dirá. Y es que a estas alturas ya no se sabe si el buen hombre es un espejismo, un sueño (más bien una pesadilla) un fantasma o un irresponsable sin la menor intención de jugársela por el medio ambiente.
En su discurso de Estocolmo Vargas Llosa se refirió a la crueldad y violencia de la conquista de América: “debemos criticarla –dijo– pero sin olvidar, al hacerlo, que quienes cometieron aquellos despojos y crímenes fueron, en gran número, nuestros bisabuelos y tatarabuelos, los españoles que fueron a América y allí se acriollaron [...]. Aquellas críticas, para ser justas, deben ser una autocrítica”.
Esa misma autocrítica debemos aplicar cuando escribimos –o dejamos que otros escriban– una historia chueca, sin lógica ni razón.


El Comercio, 11 de diciembre de 2010

Ancón no es ese puerto


“Necesito del mar porque me enseña: /no sé si aprendo música o conciencia:/no sé si es ola sola o ser profundo/o solo ronca voz o deslumbrante/suposición de peces y navíos [...]”, escribió el chileno Pablo Neruda en su poema “El mar”. Para los representantes de Santa Sofía Puertos, de capitales peruano-chilenos, estos versos deben resonarles ingenuos. Ellos necesitan del mar porque quieren construir un puerto y hacer negocios, poniendo en jaque la subsistencia de una de las más hermosas bahías de América del Sur, una zona con una historia que se remonta a más de cuatro mil años y que está enraizada en el alma de miles de familias limeñas, generación tras generación. Eso, por supuesto, a estos señoritos empresarios les importa un rábano, lo mismo que los versos de Neruda, comunista para colmo de colmos. Otros lenguajes habrá que usar entonces. ¿Quizá un eslogan publicitario?: “Hay cosas que no tienen precio, para todo lo demás está Mastercard”. A ver si ahora queda claro: todo lo que está en riesgo por el proyecto del malhadado puerto “no tiene precio”.
Un grupo de delfines nadando en quietas aguas, acercándose al muelle para alimentarse de las sobras de pesca. ¿Cuánto cuesta esa visión? ¿Cuánto vale la paz y tranquilidad de una bahía de vocación turística; de un pueblo cuya vida gira calma en torno a la pesca artesanal; de hombres que tejen sus redes como lo hicieron sus padres y sus abuelos, y los padres y abuelos de estos, y que han progresado y avanzado a su aire y a su ritmo? ¿A cuánto –según Santa Sofía–sale el kilo de vendedoras de pescados frescos en el muelle, mujeres capaces de convertir cualquier especie atrapada en el día en deliciosos potajes? ¿Cuánto creen que podrían costar los destinos de los marisqueros que llevan en la sangre una insólita capacidad para sumergirse en busca de sus tesoros bivalvos o la seguridad de los cientos de niñas y niños que han encontrado un hogar en la climática de la Unión de Obras?
Ancón no es ese puerto que se han empecinado en construir allí donde podrían –con el aplauso de todos– invertir en hoteles, en espacios de recreación, turismo vivencial, observación de especies marinas, proyectos de conservación y piscicultura o la puesta en valor de casonas que datan de los primeros años de la República. Ancón no es simplemente un lugar; para miles de familias de los más diversos sectores socioeconómicos de la capital es un sentimiento, un estado de ánimo, algo memorable.
Hace cuarenta siglos un grupo de pescadores precolombinos se asentó en la bahía que hoy miles de familias tratan de defender del puerto. La importancia de Ancón desde tiempos pretéritos, como sitio de intercambio comercial con los Andes y con otros puntos de la costa, está ampliamente documentada y puede apreciarse en el Museo de Sitio a cuya creación se abocó durante décadas Alejandro ‘Jan’ Miró Quesada Garland, codirector general de nuestro Diario.
Cuando algo está bien y es bueno para todos, hay consenso, armonía. Cuando un proyecto genera discordia es que el asunto tiene consecuencias negativas. Y si para concretar ese proyecto se recurre a engañar, a crear falsas expectativas, a mentir y a pretender desacreditar a todos aquellos que creemos “que hay cosas que no tienen precio”, la cosa de hecho es perversa. La “inversión” no es excusa para afectar de manera irreversible este espacio natural. Por beneficiar a un solo grupo empresarial no puede ponerse en riesgo la concesión del terminal norte del Callao, que generaría al país varios miles de millones de dólares, siempre y cuando no tenga un puerto competidor a escasas millas, como sería el caso.
El borrador del Estudio de Impacto Ambiental, EIA, del puerto ya estaría demostrando los estragos socioambientales que causará. Como bien decía Wolfgang Rotkegel, alcalde de la comuna alemana de Zehlendorf, en Berlín, allá por los años setenta: “El desarrollo conseguido a costa del ambiente no es progreso sino retroceso”.


El Comercio, 28 de noviembre de 2010
El Comercio, 28 de noviembre de 2010

La autoridad moral del hombre libre


“Mi felicidad consiste en que sé apreciar lo que tengo y no deseo con exceso lo que no tengo”, escribió un hombre a quien al final de sus días muchos consideraban un loco, pero muchísimos más lo reconocen hoy como un artista genial, autor de grandes clásicos como “La Guerra y la Paz” o “Ana Karenina”.
Hace un siglo murió León Tolstoi (1828-1910), uno de los grandes novelistas de todos los tiempos que –como ha escrito Mario Vargas Llosa– hacia el final de sus días se había convertido en “un profeta, un místico, un inventor de religiones, un patriarca de la moral, un teórico de la educación y un fantasioso ideólogo que proponía el pacifismo, el trabajo manual y agrícola, el ascetismo y un cristianismo primitivo, libertario y sui géneris como remedio a los males de la humanidad”.
Defendió la “no violencia activa” y su obra literaria marcó y marcará a todas las generaciones que se sumerjan en ella. Grandes transformadores sociales y políticos del siglo XX, como el luchador por los derechos afroamericanos Martin Luther King o Mahatma Gandhi, por ejemplo, fueron influidos por el pensamiento tolstiano.
Su éxito material y sus posesiones lo atormentaban: “El dinero es una nueva forma de esclavitud, que solo se distingue de la antigua por el hecho de que es impersonal, de que no existe una relación humana entre amo y esclavo”, escribiría.
Tolstoi seguirá inspirando y transformando a quienes lo lean y sus palabras gestarán, sin duda, cambios venideros: “A un gran corazón, ninguna ingratitud lo cierra, ninguna indiferencia lo cansa”. La vigencia de este ruso imperecedero emana de su autoridad moral –como ser humano, como pensador, como creador–; cualidad casi extinguida en la sociedad contemporánea, como el oso panda en los bosques de bambú de la China.
La autoridad moral resulta de abrazar un ideal, de la coherencia entre el hacer y el ser, entre el decir y el hacer: decir lo que se piensa no por intereses subalternos ni por asegurarse un financiamiento de quien sea, sino por convicción. No son los premios, los aplausos, ni la cantidad de letras impresas lo que le da autoridad moral que – como decía el papa Juan XXIII– es la energía que impulsa a participar a todos y todas en la gestión del bien común.
Vivimos tiempos en que los antivalores y la desconfianza campean. El bien común es un concepto borroso. La literatura antes que arte es industria y el escritor ya no es más orfebre de la palabra sino productor en serie de frases para distraer a una población aburrida y apurada. Como expresó en su ensayo “¿Qué es el arte”: “No solo la afectación, la confusión, la oscuridad han sido elevadas a la categoría de cualidades, y aún de condiciones de toda poesía, sino que lo incorrecto, lo indefinido, lo no elocuente, están a punto de sentar plaza de virtudes artísticas”.
Frente a la obra de Tolstoi surge la pregunta, ¿dónde están hoy los escritores y escritoras que pueden ser considerados maestros? ¿Dónde los autores y autoras de literatura memorable sin la cual nuestro mundo y nuestras vidas serían grises y sin sueños? Sobran los dedos de las manos para contarlos. ¿Cuántos son capaces de comunicar experiencias de vida, mundos posibles y hacernos mejores? ¿Cuántos escritores pueden ser considerados artistas?: “Si un arte no alcanza a conmover a los hombres, no es porque esos hombres carezcan de gusto e inteligencia; es porque el arte es malo o no es arte en absoluto […] El objeto del arte es hacer comprender cosas que en forma de un argumento intelectual no serían asequibles. El hombre que recibe una verdadera impresión artística siente que ya conocía lo que el arte revela. […] Tal ha sido la naturaleza del arte bueno y verdadero en todos los tiempos”, explicó.
Tolstoi fue un sembrador y sus palabras-simientes germinarán mientras el ser humano arrastre su sombra sobre el planeta. Pocos como él supieron rebelarse contra el racionalismo gélido y los paños tibios del relativismo moderno. “La razón –escribió– no me ha enseñado nada. Todo lo que yo sé me ha sido dado por el corazón”.


El Comercio, 20 de noviembre de 2010

La tragedia de Mariana de los Ángeles


Tiene apenas nueve meses y como millones de seres humanos en el mundo nació con síndrome de Down (SD), un trastorno genético que se da hasta en 31 de cada diez mil nacimientos. Se equivoca quien crea que esa es la tragedia de María de los Ángeles, así se llama la pequeña. Su desgracia, su inmensa mala suerte, es haber nacido de quienes son incapaces de amarla sanamente, de quienes con aterradora frialdad la exhiben como si de un boleto a la prosperidad se tratara solicitando ayuda (económica, por supuesto).
Walter González (40) y Ana María Rodríguez (26), pareja afincada en Chiclayo, recurrieron a la fertilización in vitro ante la imposibilidad de concebir de modo natural. Así, el 24 de enero la joven mujer dio a luz a las gemelas Silvana y Mariana de los Ángeles. Hasta allí todo bien, pero resultó que una de las gemelas presentaba el trastorno genético.
No está escrito que sea tarea fácil eso de traer nuevos seres humanos al mundo y menos aún criarlos para que se conviertan en gente de bien. Todo lo contrario. Tamaña responsabilidad demanda estar preparado para asumirla con todos sus dolores, contradicciones y problemas. Quien no lo esté, mejor adopte un gato callejero que solitario por los techos buscará sus ratones.
La maternidad y la paternidad resultan, sin duda, más ardua cuando el hijo o la hija presentan algún trastorno que –como en el caso del síndrome de Down– lleva a un grado variable de atraso mental.
¿Qué hace una madre y un padre –normales se entiende– ante una situación tan dura? Pues dar amor, atención y energía para que el niño o la niña desarrolle su potencial al máximo. En más de un caso, madres de personitas con algún tipo de discapacidad o síndrome son motores de sus comunidades, logran cambios significativos en las escuelas, crean institutos especializados para enfrentar estas problemáticas, abogan por los derechos de un importante sector de la población, es decir se convierten en ejemplo y en medio de la adversidad sacan fuerzas para ayudar a sus hijos e hijas y a los de otros. Las propias empresas han dado pasos notables para la inclusión en el mercado laboral de estos muchachos y muchachas con habilidades especiales. Caso emblemático es el implementado por la familia Wong en su cadena de supermercados, un proyecto laboral e integrador de jóvenes especiales que sigue vigente pese al cambio en la administración.
Pues bien, ¿qué han hecho el ‘padre’ y la ‘madre’ de la gemela Mariana de los Ángeles? Han dicho, por ejemplo, refiriéndose a su propia hija: “Es como si nos hubieran dado un producto fallado”. ¿Qué antivalores les enseñaron en su hogar, para que puedan percibir a su hija como si fuera algo así como una licuadora defectuosa por la que deben reembolsarles su dinero?
Según estos tortolitos, los médicos debieron detectar las anomalías genéticas de Mariana de los Ángeles –en estado embrionario– antes de su implantación. ¿Pretendían acaso tirar a la basura a su hija ya concebida? Bajo la monstruosa lógica del “producto fallado”, piden ahora una millonaria indemnización. Dicen amar a su hija y quieren el dinero para “darle una mejor vida”. Ajá, ¿“mejor vida” para el “producto fallado” al que estaban dispuestos a descartar? Esa niña es su estirpe, su linaje, heredera de los genes de ambos y de sus ancestros. Aquí no hay culpables y sí una indefensa y pequeña víctima con la que pretenden lucrar.
En la Alemania nazi, Ernst Rüdin incorporó el discurso eugenésico a las políticas sanitarias de entonces. La idea de la eugenesia viene de muy antiguo y defiende la “mejora” de los rasgos hereditarios mediante intervenciones, manipulaciones y selección. Esa corriente racista, discriminadora y genocida está encarnada en este par de compatriotas. A lo largo de la historia la eugenesia justificó la segregación, la marginación, las violaciones de los derechos humanos y el genocidio de razas consideradas inferiores, para el caso también el descarte de un embrión –un ser humano concebido– que presentara un síndrome genético, como Mariana de los Ángeles. Vergüenza de peruanos ese parcito.


El Comercio, 13 de noviembre de 2010

Acuerdo para proteger la vida

“En Nagoya, la comunidad internacional ha iniciado un cambio de tendencia para frenar el saqueo de la naturaleza”, dijo el ministro de Medio Ambiente alemán, Norbert Röttgen. La satisfacción ha sido general al haberse logrado –en el año internacional de la biodiversidad– el consenso de 193 países para lo que se considera ya el más importante acuerdo para revertir justamente la pérdida de biodiversidad, el tejido vivo de nuestro planeta, la variedad de flora y fauna de la Tierra. Asunto vital tomando en cuenta que una de cada cinco especies de animales vertebrados (mamíferos, aves o reptiles) está en peligro de extinción y más del 40% de anfibios. Vale recordar que cada planta, insecto, pez o sapito, es decir cada criatura y especie de flora del bosque, del desierto o del mar, cumple un rol fundamental para la sobrevivencia del todo. Tomemos, por ejemplo, a la vainilla, sí la vainilla, ese delicioso saborizante de helados, bizcochos y algunas bebidas gaseosas. La vainilla es, ni más ni menos, un género de orquídea con más de cien especies distribuidas por las regiones tropicales del globo. La más sabrosa y aromática es la ‘Vanilla planifolia’, originaria de América Central y México. Las vainas de tal flor fueron muy apreciadas por los aztecas y antes por los mayas, cuya élite las usaba para enriquecer su bebida preferida: el xocoatl (o chocolate, mezcla espesa de cacao con agua).
Hasta el siglo XIX los intentos de cultivar la vainilla, fuera de su territorio, fracasaron. Fue hasta que se conoció el rol de ayuda fecundadora de las abejas nativas de la zona de origen. Metió mano el hombre para polinizarla artificialmente. Se perfeccionó el método y ni tontos ni perezosos los europeos se la llevaron a sus colonias tropicales del África. Los franceses empezaron a cultivarlas en Madagascar (hoy el mayor productor de vainilla –60%– del globo). ¿Y México y Centroamérica? Muy bien, gracias.
Pero… ¿qué tiene que ver todo esto con los acuerdos de Nagoya? Pues mucho. En primer lugar visibiliza las complejas y delicadas relaciones de las especies oriundas de un mismo lugar: en este caso la vainilla sin su abeja no se reproduce, y probablemente la abeja sin su vainilla verá grandemente disminuida su población por falta de uno de sus néctares preferidos y otras especies decaerán con ellas. Y en segundo lugar ayuda a comprender cómo las especies son arrancadas de sus hábitats y trasladadas a lugares lejanos generando negocios muy rentables que benefician a otras naciones, en perjuicio de los países y poblaciones propietarias del recurso. Este tipo de asuntos han sido discutidos a lo largo de dos semanas en la décima Conferencia sobre Biodiversidad de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Las negociaciones –bastante más técnicas que nuestro relato de la vainilla– definieron el protocolo sobre el acceso y el reparto de las ventajas (Access and Benefit Sharing, ABS). Tras veinte años de discusiones, los países del norte aceptaron que las ganancias generadas por las empresas (farmacéuticas, químicas, industriales, alimenticias, cosméticas, entre otras) a partir de genes o recursos provenientes de la “reserva de biodiversidad” (animales, plantas o microorganismos) de los países del sur sean compartidas equitativamente con los países dueños del recurso.
Entre los compromisos asumidos con miras al 2020, está expandir las áreas protegidas de cada país al menos a 17% de sus ecosistemas terrestres (el Perú tiene el 15,11% de su territorio bajo protección); y 10% de sus espacios marinos. En el ámbito global esto supone un incremento de 4% y 9%, respectivamente. En la ciudad japonesa de Nagoya se analizaron también las mejores formas de producción y comercialización de productos extraídos de los distintos ecosistemas, con criterios sostenibles y prácticas ambientalmente amigables, conocidas como ‘biotrade’ (o biocomercio).
Ha quedado clara la necesidad de movilizar recursos para alcanzar las metas acordadas. Los planes deben estar listos para el 2012 cuando Río de Janeiro se convierta nuevamente en la capital ecológica del mundo, al acoger la segunda Cumbre de la Tierra, 20 años después de la Eco-92. Los esfuerzos a fin de cuentas quizá ayuden a que aquella frase del sociólogo polaco Zygmunt Bauman: “Nuestros nietos pagarán la factura de nuestra orgía consumista” quede tan solo como un graffiti en la pared de nuestra memoria.
El Comercio, 31 de octubre de 2010

lunes, octubre 25, 2010

¿Y la tierra girará yerma?

Tomemos una simple abeja. Ella como otros insectos polinizadores brinda servicios ambientales a la humanidad valorizados en más de 200 mil millones de dólares. ¿Quién las toma en cuenta? Solo los apicultores, los convencidos del poder nutritivo y sanador de su miel entre otros productos de colmena, así como los investigadores que encontraron que uno de los componentes de su veneno, la melitina, es un potente antitumoral. Diez por ciento de la agricultura para consumo humano depende de los insectos polinizadores. Su declive –sea por el uso de pesticidas, contaminación, pérdida de bosques, entre otros– llevaría al colapso de diversos hábitats naturales y a una hambruna generalizada.
Poco a poco los humanos hemos empezado a comprender el valor real de las especies, el gran servicio que nos brindan. Un mono en la selva, por ejemplo, saltando de rama en rama mientras come un fruto o al defecar se convierte en un regenerador del bosque al dispersar las semillas. La pérdida de una sola especie de mono podría significar la desaparición de especies de árboles asociados a su dieta.
Nagoya la capital automovilística del Japón se ha convertido, por estos días, en el escenario de la reunión ‘verde’ más importante del final de la primera década del siglo XXI. Desde el último lunes 18 y hasta el viernes 29 de octubre, delegados de 193 países se han dado cita en esa ciudad para la X Conferencia de las Partes del Convenio sobre Diversidad Biológica, de la cual forma parte nuestro país. En Nagoya nos jugamos literalmente la vida.
Para Achim Steiner, director ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), esta podría ser la última oportunidad para frenar la desaparición acelerada de los hábitats y especies de flora y fauna que las conforman. “Estamos destruyendo la vida en la Tierra”, afirmó en el evento inaugural. Tan simple como eso. Y tal destrucción amenaza también nuestra supervivencia como especie. El secretario ejecutivo del Convenio, Ahmed Djoghlaf, ha dado un panorama aún más sombrío “Es realmente un momento definitorio en la historia de la humanidad”.
Una humanidad que cuenta, por ejemplo, con una flota pesquera capaz de sacar dos veces y medio más peces de los que existen en los océanos y cuya demanda sobre los recursos naturales excede en 50% la capacidad natural de la Tierra.
Datos del informe “Planeta Vivo” de la World Wide Fund (WWF) muestra un retroceso de la diversidad mundial de 30%, desde 1970. La pérdida de especies de flora y fauna ha sido más dramática en las zonas tropicales (70%) como nuestra Amazonía. Cada minuto se pierde una extensión similar a 36 canchas de fútbol de bosques y selvas tropicales, por la tala indiscriminada, las operaciones ganaderas y agrícolas, la quema de cobertura vegetal, entre otros. Así desaparecen valiosas especies de flora y fauna, de importancia médica, industrial, alimenticia, entre otras. Tenemos que una especie de cada tres especies de anfibio, más de un ave de cada ocho, un mamífero de cada cinco y más de una especie de árbol conífero de cada cuatro están amenazadas de extinción.
Uno de los acuerdos oficiales esperados es un Plan Estratégico de la biodiversidad para el período 2011-2020 con una visión de la diversidad biológica para 2050. Instrumentos para proteger la biodiversidad que hacen de su valor el centro de todas las iniciativas del desarrollo humano. Esto llevaría a incorporar la variable “diversidad biológica” en los proyectos de desarrollo, tanto en el ámbito estatal cuanto privado.
Se espera alcanzar, de una vez por todas, un acuerdo que reconozca los intereses de los países ricos en biodiversidad (Perú es considerado de megadiversidad) y garantizar los derechos de los pueblos indígenas sobre los recursos genéticos y su conocimiento tradicional.
En 1992 en la Conferencia de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y el Desarrollo (Cnumad), realizada en Río de Janeiro se adoptó el Convenio sobre la Biodiversidad Biológica, estableciendo 21 objetivos. A estas alturas ha quedado claro que no han sido alcanzados. Esperemos que en Nagoya impere la sensatez para que la frase del escritor venezolano Arturo Uslar Pietri no sea alguna vez realidad: “y la Tierra girará yerma y sin vida, en el inmenso espacio, como el mejor mausoleo a la insensatez humana”.


El Comercio, 23 de octubre de 2010

El heredero de los mares y el ruido de un sopapo

“Planta un pez” intenta incentivar a la población y a los gobiernos a recuperar la vida en mares y ríos depredados, garantizando así la seguridad alimentaria. Se trata de una iniciativa global, sin fines de lucro, impulsada por Fabien Cousteau, economista ambiental de la Universidad de Boston y nieto mayor del mítico oceanógrafo, buzo y documentalista francés Jacques Yves Cousteau (1910-1997).
Entre sus principales metas está comprometer a la comunidad con los ambientes naturales acuáticos circundantes. “Es simple: nuestras acciones cotidianas tienen consecuencias”, ha dicho este cuarentón que empezó a bucear a los 4 años y fue criado como pez en el agua por una familia absolutamente marítima y cuyo patriarca reveló al mundo los más grandes secretos de los océanos, así como su fragilidad.
Fabien estuvo de paso por nuestro país y fue uno de los ponentes de la Tercera Reunión de APEC de los Océanos y Pesca Sostenible, que congregó a 21 ministros de diferentes países. El evento empezó –por desgracia– el 10 de octubre, es decir al día siguiente del sonado supuesto sopapo presidencial. Así las cosas, la reunión realizada en Paracas, la presencia de Fabien Cousteau, su disertación sobre el manejo sostenible de los mares y el impacto del cambio climático sobre los océanos pasaron inadvertidos. Y es que en este terruño eso no es noticia: no hay escándalo, no hay audio ilegal, no hay mentira, montaje ni intromisión en la intimidad. Horror de horrores, hay ideas y propuestas claras. ¿Y eso a quién cuernos le importa en estos tiempos de decrépita decadencia, verdad?
Aquí estamos escribiendo sobre un hombre educado, inteligente, exitoso, que se codea con las máximas autoridades y empresarios del globo, en el afán de contagiarles su entusiasmo por conservar los mares y con ello la principal fuente de proteínas del planeta. Un señor que puede aportar mucho a un país pesquero como el nuestro. ¿Ni drogas ni desnudos ni hijas que matan a sus madres? Aburridísimo, pues.
Aquí la noticia, lo importante, lo que se resalta y toma por ejemplar es a un fracasado que insulta al presidente de la República, le menta la madre en una institución pública y después sale a gemir, cual gatita, que usaba “su libertad de opinión”. Perú que le dicen, donde el empobrecimiento de las ideas, los buenos modales y el bien común son asuntos pasados de moda.
El estruendo de la virtual bofetada, mediáticamente amplificado para deshilachar al presidente García, no permitió que escuchásemos a Cousteau recordarnos la inmensa riqueza del mar peruano y la necesidad de su conservación, a través del aprovechamiento que garanticen alimento a las presentes y futuras generaciones, y el sano equilibrio del ciclo natural de los océanos y de sus variadas y hermosas especies.
Este integrante de la tercera generación de la familia Cousteau viene afinando una propuesta de políticas públicas y privadas en la que la “disciplina ambiental” es la base de soluciones innovadoras y de econegocios que logran hacer rentable la conservación. Así se hizo en Sudáfrica con el temible gran tiburón blanco, antes desollado para venderlo al peso en los mercados. Hoy proliferan los paseos de avistamiento y en el balance de los lugareños está claro que más se gana con el escualo vivito y coleando.
El economista ambiental sostiene que la humanidad debe comprender que “nuestra salud y bienestar como especie está ligada a la adecuada administración de los ecosistemas marinos”, los cuales cubren 73% de la Tierra. Una de sus mayores preocupaciones es legarles un planeta saludable a las nuevas generaciones, en ese sentido trabaja incesantemente para empoderar a los jóvenes en temas vinculados al agua, a los mares y a la protección de la naturaleza. Como integrante de la Alianza para la Innovación del Agua (WIA, por sus siglas en inglés) es una verdadera pulga en la oreja de los empresarios y ejecutivos relacionados con los negocios del líquido elemento para que adopten decisiones más informadas, tecnologías adecuadas y por tanto compatibles con la conservación y mejor uso del invalorable recurso.
La visita de Fabien Cousteau resulta de trascendencia, tomando en cuenta que los sectores vinculados con la pesca representarán este año aproximadamente el 31% del PBI de nuestro país. Tomar en cuenta su invocación para que protejamos nuestro mar y aprovechemos racionalmente sus recursos hubiera resultado más valioso que lo dicho por un insultador de pasadizo. Pero para qué hacer hígado, tomando en cuenta que los titulares sobre la brillante conferencia dictada por el ex vicepresidente estadounidense Al Gore en torno a los retos que nos plantea el cambio climático coincidieron en que “le gustó mucho la comida peruana”. Que Dios nos coja confesados, caray.
El Comercio, 17 de Octubre de 2010

sábado, octubre 09, 2010

El escritor que aborrece la mediocridad


“En medio del hormigueo, de la multiplicación general de la mediocridad, es un estímulo formidable”, ha escrito el chileno Jorge Edwards ni bien enterarse de que el Nobel de Literatura 2010 ha sido –por fin– para Mario Vargas Llosa. Como un salmón que nada a contracorriente para retornar al origen, Vargas Llosa ha enfrentado con la pluma y el verbo la mediocridad, la banalidad y la frivolidad convertidas ya en el indeseable sello de nuestros tiempos. Su extraordinaria obra literaria es un compromiso con la excelencia que la mayoría prefiere no cansarse en buscar.
En un mundo de facilismos, de verdades a medias y de evasiones, nuestro Nobel es una especie en extinción. Asunto que quedó bastante claro tras “La civilización del espectáculo”, conferencia dictada en Madrid (2008) en la Asamblea 64 de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y publicada posteriormente en la revista “Letras libres”. Lo de Vargas Llosa fue un grito de libertad, una feroz crítica a esta sociedad de valores invertidos en que lo único importante es pasarla. No quedó títere con cabeza. “La literatura light –dijo–, como el cine light y el arte light, da la impresión cómoda al lector, y al espectador, de ser culto, revolucionario, moderno y de estar a la vanguardia con el mínimo esfuerzo intelectual. De este modo, esa cultura que se pretende avanzada y rupturista, en verdad propaga el conformismo a través de sus manifestaciones peores: la complacencia y la autosatisfacción”.
Se podrá discrepar con MVLL de ciertos enfoques políticos, de su activa militancia por la secularización de la sociedad y su postura antimilitarista, pero no podrá negarse que es un intelectual preocupado por su tiempo y más preocupado aun porque “en nuestros días, el intelectual se ha esfumado de los debates públicos, por lo menos de los que importan [...] Porque en la civilización del espectáculo el intelectual solo interesa si sigue el juego de moda y se vuelve un bufón”.
Hace mucho que Varguitas pudo recostarse en su zona de confort, no seguir nadando a contracorriente y dormirse sobre sus muchos laureles. Pero es justamente su inconformidad y convicción de que el mundo de las ficciones y de la realidad siempre podrán ser mejores, lo que ha llevado a que se le conceda un premio que por largas décadas le fue esquivo.
Recorrer el Perú de la mano de este perfeccionista de la palabra es una aventura fascinante. Vamos por la costa urbana, degradada de espacios asfixiantes y cerrados a los espacios abiertos de los Andes y la Amazonía, y en el centro siempre el ser humano con todos sus matices, contradicciones y sabiduría. En su libro “El Hablador” –ambientado en la selva– nos recuerda: “La relación del hombre y la naturaleza, por ejemplo. El hombre y el árbol, el hombre y el pájaro, el hombre y el río, el hombre y la tierra, el hombre y el cielo. El hombre y Dios, también. Esa armonía que existe entre ellos y esas cosas nosotros ni sabemos lo que es, pues la hemos roto para siempre”.


El Comercio, 09 de octubre de 2010

sábado, octubre 02, 2010

Cuidado con el tamaño del dragón

Empecemos por lo mejor de la campaña. Mañana una mujer será elegida alcaldesa gracias al voto popular. Un hecho inédito en la historia de la capital peruana que bordea los 500 años de fundación española.
Se espera que tal mujer tenga la capacidad, visión y liderazgo para voltear la página de esta Lima insoportable, insegura e insostenible. Tan insoportable como la campaña que ha tenido: interceptación ilegal de las comunicaciones, medias verdades y mentiras tan grandes que parecen fabricadas por el ‘Ministerio de la Verdad’ (dedicado justamente a fabricar mentiras, como lo vislumbraba George Orwell en su icónica novela “1984”).
Ha sido una gran desilusión para esta columnista la falta de transparencia de Susana Villarán de la Puente en temas medulares y descubrir su capacidad de ocultar con una sonrisa sus muchas contradicciones. En el fondo no se sabe bien quién es ni qué se trae.
De la otra, es decir de Lourdes Flores Nano, lo sabemos todo: que milita en el PPC desde el inicio de su vida política y la respaldan movimientos conocidos de centroderecha y de derecha y que en su lista de regidores va el hijo del alcalde Castañeda. No ha negado que trabajó como asesora legal de alias Cataño (importador de autos chatarra, hoy bajo investigación por presuntos vínculos con el narcotráfico) y reconoce el error de haber dado prioridad a su profesión de abogada sobre su vida política.
A estas alturas el dicho de Susana Villarán de la Puente se percibe tan incierto como desatinadas sus respuestas a cada cuestionamiento que se le hace. Para negar su participación en una reunión de la izquierda radical en Venecia, Italia, muestra su relación migratoria y señala que no tiene salidas hacia esa ciudad (no dice que no hay vuelo Lima-Venecia, ni siquiera uno directo a Roma). Deslinda del humalismo pero lleva de regidora a Marisa Glave, actual regidora municipal del partido de Ollanta Humala (Glave se pasó a las filas del padre Arana, abierto simpatizante del humalismo). Villarán no quiere recordar que en las presidenciales del 2006 acusó a su contrincante Humala de ser el ‘capitán Carlos’. Dijo a la revista “Caretas”: “En Madre Mía [donde supuestamente operaba el tal ‘Carlos’, para ella Ollanta] hubo una política sistemática de violación de los derechos humanos”. ¿Total?
En “El arte de la mentira política”, J. Arbuthnot (1667-1735), médico y mordaz crítico político, advierte a quienes recurren a la estrategia de la “pseudología” (la mentira): “Que sus cometas, ballenas o dragones mantengan siempre un tamaño razonable; y que respecto a los temporales, tormentas, tempestades y terremotos deberá siempre decirse que ocurrieron a alguna comarca alejada del lugar en que se está al menos la distancia que un hombre puede recorrer a caballo en un día”.
En el último tramo de la campaña Villarán ha creado un dragón de dimensiones inverosímiles. ¿Creerá como el político británico Disraeli que “solo el gentleman sabe, por su propia condición, cuándo conviene decir la verdad y cuándo callarla o disfrazarla”?
El Comercio, 02 de octubre de 2010

Colorín colorado, este
cuento no ha acabado


“Aunque la mona se vista de seda mona se queda”, dice el refranero popular. Y el dicho le cae bastante bien al Partido Comunista del Perú (PCP), que se hace llamar Patria Roja y ahora se descafeína con el nombre de Movimiento Nueva Izquierda (MNI), que de nueva no tiene nada y sí mucho de vieja mona de izquierda. Es la misma ideología trasnochada, con las caras de siempre y un local compartido que demuestra que no hay la tal distancia –ni física ni ideológica– entre el Partido Comunista del Perú y el MNI. Vale recordar, además, que su secretario general, Alberto Moreno Rojas, fue el fundador del MNI, hoy liderado por Nílver López, ligado a Patria Roja vía el Sutep.
Esa es –por desgracia– la plataforma que impulsa a la muy carismática Susana Villarán de la Puente hacia el sillón de la Alcaldía de Lima. Mientras que Villarán cree que sus aliados colorados no le pasarán la factura, estos profetas del pasado se despachan con escritos tales como: “Nos proponemos construir una sociedad distinta, esa sociedad distinta y superior se llama socialismo”. Ajá, socialismo, eso mismito que hundió por largas décadas a la Europa Oriental y que mantiene en el atraso a la caribeña isla de los hermanos Castro.
Villarán de la Puente pudo aliarse –muchos y muchas lo hubiésemos deseado así– con sectores menos enrevesados y más coherentes con su propuesta y visión. ¿Por qué Perú Posible, Acción Popular y otros grupos de centroizquierda no la apoyaron? Ellos debieron acompañar en su aventura electoral a esta mujer de notables cualidades y trayectoria intachable. Gran error de esas fuerzas.
Villarán ha dejado claro que de llegar a la alcaldía no se dejará manipular por la cola de partidos, movimientos, redes y demás que la apoyan. ¿Será posible en el caso del Partido Comunista del Perú-Patria Roja? Para ellos Villarán es solo una pieza de un proyecto mayor: “Lamentablemente a la fecha –dicen en su web– no se ha logrado la confluencia de los sectores antineoliberales en un solo referente electoral [...] lo que representa una clara ventaja para la derecha [...] A pesar de ello, en diversas regiones del país se vienen procesando importantes experiencias unitarias [que] influirán notoriamente en el proceso de las elecciones presidenciales del 2011. Un escenario importante es Lima [...] La unidad lograda alrededor de la candidatura de Susana Villarán, en la que el partido jugó un rol importante, es una conquista que hay que preservar y proyectar”. Ajá, bastan dos dedos de frente para entender.
Leídas estas frases resultaría cándido creer que bastan las buenas intenciones de Villarán para sacudirse del partido del ‘camarada’ Alberto Moreno, ese hombre que cambió su nombre de pila –Hernán Gotardo, apellidado Rojas del Río– para llevar el de un sindicalista al que admiraba. Se le ha achacado a Lourdes Flores Nano –carisma cero, por cierto– una estrecha vinculación con el actual alcalde limeño Luis Castañeda Lossio, por llevar al hijo de este en su lista de regidores. ¿Aplica lo mismo para la señora Villarán? La hija de Alberto Moreno Rojas, Maia Libertad Rojas Bruckmann, va en su lista de regidores con el número 19.


El Comercio, 25 de setiembre de 2010

domingo, septiembre 19, 2010

El ecologista en el tejado


Azoteas verdes. Los techos son los últimos espacios urbanos disponibles para crear nuevos jardines y huertas que contribuyan a purificar el aire y ayudar en la lucha contra el cambio climático.



En Lima,
como en tantas otras ciudades, casas y casonas son derribadas una tras otra para abrirle paso a enormes edificios, al concreto puro y duro. En tales moles se trata de aprovechar el espacio al máximo y hasta una simple jardinera en la ventana sale sobrando. La ciudad crece hacia arriba sepultando los jardines de esas casas grandes o pequeñas, demolidas. Desaparecen así las áreas verdes privadas –los jardines–, refugios de plantas diversas, aves, mariposas, espacio de juego e importantes purificadores del aire urbano, benéficos para el microclima citadino y escudos en la batalla contra el cambio climático.



Chau, jardín
El ‘boom’ inmobiliario lleva a la pérdida anual de millares de metros cuadrados de áreas verdes en una ciudad que, como la capital peruana, padece –desde hace décadas– gran déficit de ellas. Hace un par de semanas en entrevista concedida a El Comercio, el arquitecto Miguel Cruchaga Belaunde le recordaba a la periodista Milagros Leiva: “necesitamos una proporción de áreas verdes, de parques que mantengan sano al habitante. Según indicadores universales, un índice saludable acepta hasta ocho metros cuadrados de verde por habitante”. ¿Promedio limensis? Apenas 1,4 metros por habitante. “Una tragedia”, según Cruchaga.


Pastizales cerca del cielo

Alrededor del globo –desde Vancouver en Canadá; Fukuoka y Osaka en Japón; pasando por Sidney en Australia, y Fráncfort en Alemania; y llegando hasta San Francisco, Filadelfia y otras ciudades estadounidenses–, las grandes metrópolis han recapacitado de que las azoteas, desiertos artificiales, tienen miles de hectáreas que pueden ser conquistadas por el pasto, arbustos de raíz corta, flores y plantas de amplio follaje. El asunto es bastante simple y cualquier casa con buenos cimientos y, más aun, las modernísimas moles de decenas de pisos están en capacidad de soportar un jardín en sus alturas.
Una mezcla especial de tierra, grava y una geomembrana (membranas impermeables) que facilitan el drenaje, resisten la humedad y la invasión de las raíces, permiten convertir en jardín o huerta cualquier azotea baldía. En vez de nada, una pradera para gozar, un espacio para sembrar hierbas aromáticas y hortalizas. ¿No es mejor esto que tener un inútil espacio vacío sobre nuestras cabezas, que por lo general termina como depósito de cosas inservibles y nido de todo tipo de alimañas?

Algo de historia
La azotea “viva” es un fenómeno relativamente moderno, pero en los países escandinavos y en el área rural de Estados Unidos e Inglaterra se han usado los techos sembrados con pastos desde hace varios siglos.
La nueva tendencia tuvo como cuna Alemania en la década de los sesenta del siglo XX. Y de allí empezaron a proliferar, por sus bondades, al resto del mundo.

Miraflores 2009
El año pasado en un edificio de Miraflores se instaló un jardín aéreo siguiendo el concepto Techo Verde desarrollado por Libélula Consultores, una institución especializada en temas ecológicos. Una tendencia con buena aceptación en el mercado, en la que ya vienen trabajando otros diseñadores de interiores, paisajistas y arquitectos.
Para Libélula se trata de devolverle a nuestras ciudades los jardines perdidos, y “transformar las azoteas, largo tiempo olvidadas, en espacios útiles, generando valor a la estructura que las sostiene, en beneficio de las personas que la habitan, la ciudad y el medio ambiente. Un espacio para escapar del ruido y tensión de la ciudad, retomando el contacto con la naturaleza”.
Azoteas para recuperar el sentido natural en medio de la artificial y desérticamente cementada ciudad.

Lo bueno
Generan valor –estético y comercial– a la construcción que ahora tiene un jardín.
Reducen hasta 20% el uso de calefacción y aire acondicionado en los edificios, pues, la combinación de tierra y vegetación actúa como aislante, evita bruscas variaciones térmicas.
Se convierten en hábitat de diversas especies de flores, aves (residentes y migratorias), mariposas, entre otras, favoreciendo la conservación de la biodiversidad urbana y el gozo estético.
En las casas se convierten en un espacio lúdico y saludable para el encuentro familiar.
En los edificios son espacios ventilados para el encuentro vecinal, un lugar seguro de paseo para los más pequeños y las personas de la tercera edad, y de bienestar para las mascotas.
Son barreras contra los molestos ruidos urbanos
Atrapan el polvo ambiental.
Permiten cultivar hierbas aromáticas, alimenticias y medicinales, y da pie a pequeños negocios caseros o vecinales.
Fuente: Libélula, Universidad de Toronto, Departamento de Planeamiento y Desarrollo de Seattle.

El Dominical, 19 de setiembre de 2010

sábado, septiembre 18, 2010

Después de Lourdes, ¿quién será la próxima víctima?


La sabiduría popular enseña que “en boca cerrada no entran moscas”, y un antiguo proverbio árabe reza: “Si lo que vas a decir no es más hermoso que el silencio, calla”. A Lourdes Flores Nano le vendría bien recordar estos dichos, más aun cuando se ofusca. Y de paso a usted, a su familia y amigos, cualquiera puede ser la próxima víctima. Está claro que las mafias del ‘chuponeo’ siguen vivitas y coleando como una venenosa cobra.
Lamentablemente cada palabra que soltamos toma vida propia. No faltan quienes interpretan a su aire –por mala fe o jalando agua para su molino– lo dicho o escrito por otros, no para entender sino todo lo contrario, para crear dudas y echar sombras. Es cierto que la doctora Flores –ilegalmente intervenida telefónicamente– tuvo frases desafortunadas sobre su candidatura. Si queremos entender qué pasó, hay que poner todo en contexto. Lo primero es que la candidata estaba descargando su frustración en privado con un amigo –pésima junta, por cierto–, quien le comentó que su principal contrincante había crecido rápidamente en las últimas encuestas de Ipsos Apoyo. Vale recordar aquí que Flores ya tenía cierta desconfianza con esta encuestadora. En la segunda vuelta de las presidenciales del 2006 le ocurrió algo similar: se estancó, empezó a bajar y Alan García a subir (de allí eso de “ya está escrita esta historia”). El apretadísimo final la llevó a conjeturar que le hicieron la camita para robarle el triunfo en mesa. Y esa idea, sin duda, la ayudó a pasar mejor el amargo trago de la derrota. Ocurrió que ni bien llegado a Palacio, el doctor García Pérez nombró como embajador en Estados Unidos al brillante economista Felipe Ortiz de Zevallos, FOZ, ni más ni menos que presidente del grupo al que pertenece la encuestadora de las pesadillas de Flores. Ese nombramiento debe haber tenido una lectura muy distinta para ella que para el resto de ciudadanos. En ese contexto de desconfianza (de allí el “no me la vuelven a hacer”) se da ahora, por esas cosas de la vida, un vertiginoso crecimiento de Susana Villarán, tras la reciente incorporación a su equipo del arquitecto Augusto Ortiz de Zevallos, (vinculado con Apoyo). Cabe mencionar que en una entrevista a Federico de Cárdenas el arquitecto comentó: “Creo que los alcaldes son casi irrelevantes”.
Es obvio, sin embargo, que el arquitecto Ortiz de Zevallos sí cree en la relevancia de los alcaldes, si no no acompañaría en su aventura electoral a Villarán. De la misma manera, es un hecho que la doctora Flores aspira a ser alcaldesa, por más que en su indignación haya dicho en privado unas frases que ya pasaron a ser parte del folclor urbano (si don Ricardo Palma estuviera entre nosotros, tendríamos una jocosa tradición). Es de locos pensar que quien no aspira a gobernar Lima soporte estoicamente la campaña de trituración que se ha emprendido contra ella. Ha sido lamentable que se saquen de contexto los pasajes de su conversación. Eso es manipulación pura y dura, es tratar de que diga lo que otro está queriendo que haya dicho. ¿Esto es dable en una democracia? Más bien es una desgracia.
mmeier@comercio.com.pe


El Comercio, 18 de setiembre de 2010

Por una Lima de cuento


A comerse las uñas. La suerte está echada. El domingo 3 de octubre, por primera vez en la historia del Perú, una mujer será ungida por el voto popular para gobernar Lima, esta capital atiborrada, contaminada, caótica, violenta y polvorienta. La muy carismática Susana Villarán de la Puente le pisa los talones a la preparadísima Lourdes Flores Nano. Lo demás es silencio. Los caballeros de la contienda quedaron bastante rezagados. El par de chicas ha decidido dos cosas: debatir el próximo 19 de setiembre, y muy sonrientes dejarse llamar Caperucita Roja, la una –por el apoyo invalorable que le brinda el Partido Comunista Patria Roja, se entiende–, y Blanca Nieves, la otra –suponemos que por sus vínculos como abogada con Cataño, un investigado por narcotráfico. En fin. Así las cosas Caperucita Roja o Blanca Nieves será la próxima alcaldesa de esta tres veces coronada villa que alguna vez fue dominio del cacique Taulichusco, un valle verde y fragante vivificado por las aguas frescas y cristalinas del río Rímac. De esta horrífica ciudad escribió: “Largo sería hacer la enumeración de todos los vegetales que se producen dentro de las murallas de Lima. La ferocidad de las tierras huertas y jardines las hace aparentes para el cultivo de todas las plantas… En clase de flores exquisitas, los jardines de Lima ofrecen variedad de camelias, magnolias, marimoñas… hermosos y fragantes claveles, rosas de toda clase y color… En clase de principales legumbres… coles, lechugas, zanahorias, alcachofas… En clase de frutas se producen todas las de las zonas tórrida y templada, siendo las principales, la famosa chirimoya, el plátano… granadilla… la exquisita naranja dulce, el higo, la piña, el melocotón…”.
¡Cómo has cambiado pelona!, diría el recordado Nicomedes Santa Cruz. El crecimiento desordenado de nuestra capital ha dado profana sepultura a las tierras agrícolas y sitios arqueológicos. Esta pérdida de zonas verdes ha impactado negativamente sobre el microclima urbano, la calidad de aire que respiramos y nuestra necesidad de reposar la mirada sobre algo que no sean edificios cada vez más altos o cerros de basura.
La expansión caótica y sin planificación ha llevado a sobrevivir en el hacinamiento a gran parte de la población urbano-marginal, que en pleno siglo XXI –y en medio de un vertiginoso crecimiento económico– habita en condiciones infrahumanas, sin acceso a los servicios básicos que aseguren una existencia digna y saludable. “Toda la costa es de una aridez lastimosa… el agua potable es asunto de lujo”, escribió el belga Jean Baptiste Joseph Louis Popelaire, barón de Terloo, a mediados del siglo XIX. Tres siglos más tarde para muchos el agua potable sigue siendo un asunto de lujo.
Ninguna de las dos potenciales alcaldesas tiene una varita mágica para cambiar las cosas de la noche a la mañana. Ojalá la elegida sepa dar los pasos necesarios para hacer de la capital un lugar amable, seguro, con espacios para el intercambio vecinal, y siente las bases para un real progreso. Una ciudad de cuento. Recuperar Lima, buscarla bajo sus propios escombros y su cielo plomo y envenenado, para recrearla y hacerla renacer es tarea impostergable.
Lima agoniza por descuido, por egoísmo, por olvido y dependerá de una mujer cambiar el curso de esta historia.


El Comercio, 11 de setiembre de 2010

sábado, septiembre 04, 2010

¿Y Lima dónde quedó?

Ahora sí la histeria. Mujeres al borde de un ataque de nervios. Lulú le dice “caperucita” (por lo roja, entendemos) a Susanita, y Susanita le retruca “soy más moderna” (¿por querer legalizar la marihuana?). ¿Y Lima? Bien gracias. Lulú comenta que Susanita encarna “ideas fracasadas” y Susanita desliza “está gastando saliva”. Nada bueno bajo el plomo cielo capitalino y encima una campaña municipal para llorar.
Álex Kouri quedó fuera de la contienda por una tacha discutible (¿qué de la voluntad popular frente a tecnicismos y normas revisables?). La tacha catapultó a Susana Villarán al segundo lugar –detrás de Lourdes Flores– en las encuestas de intención de voto.
Por primera vez en la historia de esta tres veces coronada villa, dos mujeres pugnan por llegar a la alcaldía, pero en un abrir y cerrar de ojos el par ha convertido la campaña en un pleito de adolescentes encaprichadas por bailar con un mismo galán. Solo falta que se jalen de los pelos. Vamos, chicas, que –sin hombres en la costa, salvo el pastor Lay bastante rezagado– esta es una oportunidad para demostrar otros modos de hacer política, constructivo y alturado. La capital espera proyectos novedosos, alternativos, posibles y con visión de largo plazo y no idas de boca que bien sazonarían los tan criticados programas televisivos de Laura Bozzo.
Lima se merece un debate pedagógico sobre la ciudad en la que todas y todos aspiramos a vivir. Una campaña encabezada por dos mujeres debiera ser la mejor tribuna para contarles a los desorientados vecinos, llegados de todos los puntos del Perú, que este caos desarticulado en que viven (vivimos) tiene un pasado esplendoroso y un futuro promisorio, porque una ciudad es la voluntad de sus habitantes. Voluntad hecha visible, a través de la arquitectura y el urbanismo que son las únicas herramientas –políticas y económicas– con que cuentan las candidatas para lograr el cambio social y ambiental requerido.
Ya en el siglo X, el filósofo Al Farabí concebía la ciudad ideal como una sociedad ordenada donde los habitantes se ayudan para alcanzar felicidad. La comparaba a un cuerpo perfecto y sano, y consideraba que su función primordial era educativa (tanto intelectual, espiritual como emocionalmente); debía ser armónica, una unidad natural como un organismo vivo y saludable. ¿Cómo se empezará a curar a este monstruo enfermo llamado Lima? ¿Cómo se sentarán las bases para que Lima tenga las características necesarias para el óptimo desarrollo de sus habitantes, tomando en cuenta el bienestar físico y sus necesidades sociales y ambientales?
Quizá la clave esté en mirar al pasado. Javier Lizarzaburu, periodista, investigador y promotor de “Lima milenaria”, refiere que “uno de los hallazgos más fascinantes de los últimos 25 años para nuestra ciudad es saber que ha tenido un desarrollo urbano ininterrumpido a lo largo de más de dos mil años. Esto significa una oportunidad para reinventarnos como ciudad, la posibilidad de potenciar nuestra diversidad y revitalizar esta desordenada capital de nueve millones de personas”. Para eso claro habrá que pensar más en Lima y menos en el ocioso arte de lanzarse dardos.


El Comercio, 04 de setiembre de 2010

Controlar el papel para callar las ideas

Treinta y cuatro años después de una transacción comercial entre privados, la presidenta de Argentina, señora Cristina Fernández de Kirchner, tuvo una epifanía, una visión, una señal del cosmos de cómo silenciar las voces que no le son gratas. Así, dio con una fórmula macabra para meterle un nuevo gancho de izquierda a la prensa independiente, intentar desprestigiarla y, de paso, vincular a los directivos de los dos medios más emblemáticos de su país – “La Nación” y “Clarín”– con delitos de lesa humanidad. El asunto, sin duda, traerá cola y no sería sorprendente un burdo intento de judicializar y detener a Héctor Magnetto, CEO del Grupo Clarín, el hombre que más eriza a los esposos Kirchner. ¿Qué otra razón habría para relacionar la compra de la empresa Papel Prensa, en 1976, con delitos de lesa humanidad durante la dictadura militar? Papelera donde, por cierto, el Estado controla hasta hoy el 27,5% de acciones.
Según la amañada versión dada por doña Cristina el último martes 24 de agosto, Papel Prensa –controlada por “Clarín” y “La Nación”– no fue vendida en 1976 sino en 1977. Tal salto en el tiempo es esencial para que su mentira cuaje: fue en 1977 cuando los ex propietarios, la poderosa familia Graiver, fue detenida y torturada bajo acusación de mover –“lavar” diríamos hoy– dinero de la guerrilla Montoneros (la izquierda peronista alzada en armas).
Pero como la mentira tiene patas cortas resulta que, en su momento, el periódico “La Opinión” se refirió en buenos términos a la compra, considerando que el precio fue “ventajoso” para los Graiver. El asunto no tendría relevancia de no ser porque el director de “La Opinión” era ni más ni menos que el reputado periodista Jacobo Timerman, entrañable amigo de los Graiver, perseguido por la dictadura militar, secuestrado, torturado y desaparecido desde 1977 hasta 1984. ¿Alguien en su sano juicio creería que Timerman ocultó lo que hoy el neoperonismo chavista saca de debajo de la manga?
La señora Kirchner –con modos bastante más educados y simpáticos por cierto– al final del día termina siendo una encarnación (con faldas) del vengativo e intolerante Hugo Chávez.
Lo que no ha dicho esa historiadora de la ficción es que al momento de la compra la papelera estaba parada, cargada de deudas y que los nuevos inversionistas debieron inyectarle más de 140 millones de dólares de la época para ponerla en marcha y lograr producir papel recién en 1978. Tampoco que fue Isidoro Graiver el encargado de concretar la operación. Ha obviado sibilinamente mencionar que, como se acordó, los pagos se realizaron en cuotas mientras los Graiver estuvieron libres y que al ser cruelmente maltratados y detenidos, el dinero se les depositó en una cuenta de conocimiento judicial. La señora calla en siete lenguas que nunca la familia impugnó esta venta. Obvia también que, tras el retorno a la democracia con Raúl Alfonsín a la cabeza, el Estado Argentino indemnizó a la familia Graiver por los bienes que les confiscó la dictadura, y que el pago no incluyó el paquete accionarial vendido a los diarios, justamente porque la legitimidad de la operación no estuvo en duda. La indemnización sí incluyó las acciones de Papel Prensa a nombre de la sucesión de David Graiver (hermano de Isidoro) y que esa es justamente la parte que desde hace 34 años posee el Estado. El propio Isidoro Graiver ha desvinculado la transacción de las acciones crueles de la dictadura.
Kirchner habla de un inexistente monopolio de Papel Prensa, invisibilizando a Papelera Tucumán que inclusive exporta su papel a diarios como “El Mundo” de España, entre otros.
Al iniciar su cuento sobre la perversidad de “La Nación” y “Clarín” (perversidad existente en su interesada versión), Kirchner se refirió a un editorial dominical de “Clarín”: “El gobierno avanza en Papel Prensa para controlar la palabra impresa”. Y ¡zas! Allí se le escapó la verdad: “uno infiere que “Clarín” piensa que quien controla Papel Prensa controla la palabra impresa [...]. Claro quien controla Papel Prensa controla la palabra impresa”. Entonces, señora presidenta, ¿debemos inferir que quien quiere controlar Papel Prensa quiere controlar la palabra impresa?


El Comercio, 28 de agosto de 2010

miércoles, agosto 25, 2010

Te callas o te callamos

En lo que constituye la última maniobra del gobierno de Cristina Kirchner para acallar a la prensa independiente de la Argentina, hoy martes está previsto tomar control de la empresa Papel Prensa y –de ser posible– detener a los directivos de “La Nación” y “Clarín”, por “delitos de lesa humanidad”. Un asunto sin pies ni cabeza. Lamentablemente, en un país donde hay quienes se empeñan en que las heridas derivadas de la criminal dictadura militar sigan abiertas, es fácil usar ese argumento para legitimar lo que sea. Y tal es el caso de lo que puede pasar –más que seguro– con Papel Prensa, propiedad del Grupo Clarín, el diario “La Nación” y con una pequeña participación estatal. Los accionistas privados han alertado que “El ex presidente Néstor Kirchner (para más señas esposo de la susodicha Cristina) está desarrollando un plan para controlar y dominar a los medios que no le son afines. Esta política se acentuó luego de la derrota del Gobierno en las elecciones legislativas del año pasado, cuando Kirchner culpó del resultado electoral a la posición editorial de los medios”.
¿Pero qué tiene que ver una empresa productora de papel periódico con delitos de lesa humanidad? Allí viene la ficción articulada desde la Casa Rosada que cuenta con la participación de Lidia Papaleo de Graiver, viuda de David Gravier, uno de los ex dueños de Papel Prensa que tuvo que vender su papelera al no poder honrar una deuda de más de seis millones de dólares.
El documento que el oficialismo presentará hoy tiene cuatrocientas páginas y afirma que “La Nación” y “Clarín” se hicieron de las acciones cuando sus dueños originales –los Graiver– y sus allegados “estaban secuestrados y siendo torturados”. El kirchnerismo pretende desconocer una operación entre privados concretada hace más de tres décadas, y de paso desprestigiar a los dos principales y más influyentes medios del país, asociándolos con actos criminales. Gustavo Caraballo, ex secretario técnico de Juan Domingo Perón y ex embajador argentino ante la Unesco, detenido en 1977 y torturado en las mismas instalaciones clandestinas junto a Papaleo de Gravier, ha señalado: “Se pretende vincular esa transacción a la tortura y persecución de Juan, Isidoro y Lidia Gravier por recibir fondos de Montoneros. Todo ese andamiaje es falso [...]. Pretender ahora construir una nueva teoría de los hechos, a fin de controlar un insumo básico para la prensa libre es ofensivo para la dignidad pública e inmoral”, sostiene Caraballo en su carta “No hay democracia sin verdad”, publicada el sábado en “La Nación”.
Pero los Kirchner y sus adláteres están decididos a asfixiar a la prensa opositora. El mensaje es claro: te callas o te callamos.
La Sociedad Interamericana de Prensa, SIP, a través de su presidente Alejandro Aguirre, ya expresó preocupación por el “creciente antagonismo” generado por el Gobierno con los medios que no le son afines.
La escalada contra la prensa argentina se ha ido incrementando de modo vulgar. Todo empezó hace algunos meses cuando los kirchneristas circularon el perverso rumor de que la hija y el hijo de la propietaria del conglomerado mediático Clarín, Ernestina de Noble, eran hijos de desaparecidos. Los muchachos sufrieron persecución judicial y fueron obligados –contra su voluntad– a someterse a pruebas de ADN para compararlas con el banco de información genética con que cuenta la asociación de las Abuelas de la Plaza de Mayo. ¿Resultado? El ADN de los chicos Noble no coincidió con ninguno de la base de datos. Pero la intención era echar sombras y desprestigiar al Grupo Clarín, a través de su dueña. Un calculado plan previo a declarar caduca la licencia de Fibertel, del grupo Clarín, para brindar servicio de Internet. Hoy sabremos hasta dónde se atreve a llegar esta representante del neoperonismo, chavetero y chavista.


El Comercio, 24 de agosto de 2010

sábado, agosto 21, 2010

¿Y... dónde está el candidato?


Según cálculos de los expertos hacia el 2030 –ahorita nomás, en apenas veinte años–, el 60% de la población mundial vivirá en las ciudades. Es decir que cerca de cinco mil millones de personas (la misma cantidad de gente que poblaba el planeta en 1987) habitarán en gigantescas y monstruosas urbes, que obviamente serán bastante más inmensas y horríficas. Si alguien andaba con el ceño fruncido quejándose de lo apretujados que andamos y refunfuñando por la congestión vehicular, espere un poquito: el infierno está a la vuelta de la esquina. Lima, en la tercera década del siglo XXI, irá de Huacho a Cañete y tendrá una población cercana a los 14 millones. Los aspirantes al sillón municipal parecen no tener idea de todo esto. Hasta ahora –fuera de transparencia, decencia, eficiencia, democracia y otras abstracciones– no se ha escuchado un plan técnico con visión de futuro para la capital del Perú. Ya no estamos para elegir a ‘parchadores’ de un modelo con apoplejía, desbordado y prácticamente colapsado, tampoco para cálculos políticos y partidarios. Se requiere una transformación masiva y sostenible de la ciudad, tanto en el uso de los recursos naturales, agrícolas y energías renovables, como en el replanteamiento de los sistemas de transporte por una red no contaminante y eficiente.
El arquitecto Vladimir Arana Iza alerta que de “continuar haciendo lo que estamos haciendo” corremos el peligro de “celebrar los 200 años de independencia del Perú con una ciudad camino a la pauperización, calcutizada y con una degradación irreversible”. Dicho esto, preocupémonos doblemente por las actuales propuestas electorales enfocadas en la inmediatez y en los muy marketeros temas de salud, ordenamiento del transporte, seguridad y saneamiento (vale recordar que tenemos ministerios cuya tarea es velar por tales asuntos, más allá de cualquier ley de descentralización). El próximo alcalde –alcaldesa, si nos guiamos por las encuestas al día– debería articular equipos multidisciplinarios, interministeriales y con participación del sector privado para atacar esa problemática puntual. Pero Lima necesita mucho más.
Si a lo largo de la historia la realidad geográfica ha modelado las instituciones y las relaciones humanas, es fácil imaginar cómo la realidad urbanística de Lima impacta sobre nuestras vidas. Lo padecemos y lo vemos, nuestra sociedad es tan desordenada como el trazo de esta ciudad crecida sin planificación ni visión de futuro. Una ciudad que ha dado prioridad a los automóviles frente a las personas. Muchas casonas se han tirado abajo para ensanchar pistas y ninguna para crear un parque.
“El estilo de vida puede ser completamente diferente en función de cómo se haya diseñado la comunidad”, sostiene Walter Hook, director del Instituto de Transporte y Política de Desarrollo (ITDP) de Estados Unidos, quien impulsa la exposición “Our Cities, Ourselves” (“Nuestras ciudades, nosotros mismos”), en el Centro de Arquitectura de Nueva York.
Y es que las más potentes herramientas de transformación de la ciudad y con ello de la sociedad están en la arquitectura y la planificación urbana, con un enfoque medioambiental.
Si algo debieran ofrecer los candidatos es que dejaran sentadas las bases para la nueva Lima y las necesidades de recursos vitales para la subsistencia de su creciente población: agua, alimentos, servicios ambientales. Pero nada de eso hay. Queda claro que los próximos cuatro años tendremos más de lo mismo, así es que después no vale quejarse. Avisados estamos, los candidatos y candidatas a Lima están –en opinión de esta columnista– en nada.


El Comercio, 21 de agosto de 2010

sábado, agosto 14, 2010

Por una ciudad ambientalmente equilibrada

“Una sociedad democrática puede ser arruinada por ciudades mal planeadas, con la misma facilidad que con el establecimiento de un régimen totalitario. No hay campo para la participación ciudadana cuando el ambiente social es cada vez menos transparente”. Las palabras son del lúcido conservacionista germano-venezolano Arturo Eichler. Razón no le falta, pues el espacio mal planeado, insalubre e inseguro propicia perturbaciones sociales, y allí donde se da prioridad a abrirle el paso a los automóviles antes que a paseos arbolados a los vecinos será imposible desarrollar una sociedad participativa y dispuesta a compartir e interactuar. ¿Cómo sonreír y conversar, entre humos y ruidos? ¿Cómo aprender a ser felices en la penumbra generada a pleno día por la sombra de edificios que proliferan como la mala hierba, violando todo tipo de ordenanzas?
Estamos ante una nueva campaña municipal. ¿Hay alguna esperanza de cambio para la capital del Perú? Como dice el Chapulín Colorado, ¿y ahora quién podrá defenderme?
Lima, la “tres veces coronada villa”, es un enredo de delincuencia, caos, contaminación y suciedad que algunos inspirados gustan llamar “ciudad jardín” (¿lloramos o reímos con esa?). Irrespirable, insoportable, invivible e insegura. Así las cosas, las y los aspirantes al sillón municipal nos lanzan unas peroratas que nada tienen que ver con repensar la ciudad y darle una salida a este laberinto que lleva, por ejemplo, a que anualmente se pierdan más de mil millones de dólares, sí mil millones de dólares, por el caos vehicular generado, en gran medida, por la libre circulación de autos chatarra, basura rodante importada (por el cliente de una de las candidatas, por cierto, el señor Cataño).
“La gran urbe —escribió el doctor Godofredo Stutzin, destacado abogado y ecologista chileno— ha sido comparada con un monstruo que consume diariamente cientos de miles de toneladas de agua, oxígeno, alimentos y materias primas, mientras que en el mismo lapso expele de su organismo la correspondiente cantidad de residuos, basuras y sustancias contaminantes”. Las ciudades han sido calificadas —y con razón— como un fenómeno antiecológico. Una vuelta por Lima ayudará a comprender por qué. Eso es lo que deberá revertir quien acceda al sillón municipal y legarnos barrios más sanos, seguros y amables, espacios para el desarrollo de la vida vecinal.
Varios miles de años nos separan de las primeras aglomeraciones urbanas. Y viendo hacia atrás diríase que andaban mejor, más ordenados y en armonía con su espacio. Hoy la vida en comunidad se da en escenarios gigantescos. El tercer milenio en Lima sigue por la ruta de la degradación, en todos los aspectos: violencia, pérdida de flora y fauna, amén de desaparición de sitios históricos, generaciones que crecen en rincones que nadie recuerda cómo fueron, y que con sus ruidos y falta de armonía castran la posibilidad de comprender que, con reglas claras y compromiso, el infierno puede transformarse en paraíso.
De cómplices de la decadencia podemos pasar a ser gestores del cambio. Para ello se necesita a alguien que comprenda la alcaldía no como un cargo político ni un trampolín a la presidencia, sino un trabajo vecinal coordinado y coherente. Pero nuestros candidatos y candidatas nos hablan de todo menos de cómo van a hacer de nuestra ciudad un lugar donde en nombre del “progreso y desarrollo” no se nos usurpen los parques, el aire limpio, la armonía arquitectónica, las áreas naturales cercanas, ni la paz y el silencio que requerimos para vivir bien, digamos para vivir como se supone que debiéramos hacerlo en el siglo XXI, es decir mejor y no peor que antes.

El Comercio 14 de agosto de 2010

Adiós al maestro del cine peruano


Ayer por la mañana murió el hombre que no debía morir, por lo menos no todavía o quizá nunca. Lamentablemente antes o después llega ese viento frío que nos arrastra a todos. Unos pasan como sombras por la vida y otros la iluminan con su obra. Se fue, pues, el gran maestro del cine peruano, el cineasta más genial e incomprendido de nuestro país. Armando Robles Godoy fue periodista, escritor, guionista, director y un intelectual que gustaba sacudir a la pacatería limeña. Vamos, si alguien remeció esta ciudad —acostumbrada al agua tibia, a la media voz y a las medias tintas— fue Armando. De ese mismo modo remeció a sus discípulos, llevándonos permanentemente hasta el límite de nuestra capacidad (o “límite de incapacidad”, como solía decirnos). Con él había dos caminos: aprender con la posibilidad de sucumbir o mutar en el proceso, o simplemente darle la espalda a una fuente inagotable de retos intelectuales, creativos y emocionales. Muchos optamos por lo primero y no solo sobrevivimos para contarlo sino para poder decir que fue un extraordinario maestro.

Aclamado fuera de nuestras fronteras —su película “Espejismo” fue nominada al Globo de Oro en 1973, por ejemplo—, Armando estaba más que acostumbrado a recibir los golpes arteros de la “crítica” nacional (si algo parecido a eso existe en nuestro terruño) y la de algunos jóvenes aprendices del oficio, que a la primera desmenuzaban sus películas porque eso enseñaron muchos profesores universitarios: el desprecio por la obra roblesiana. Decía el recordado periodista Manuel D’Ornellas que “en Lima la mazamorra se espesa con la envidia”. Y mucha envidia era la que despertaba Robles Godoy por su irreverencia, por su valentía para decir lo que pensaba y por crear una obra coherente y vanguardista, alejada de los cánones tradicionales. Con la colaboración en la cámara de su hermano Mario logró, indudablemente, la fotografía más poética y potente de una película peruana. Allí están para comprobarlo sus largometrajes “La muralla verde” (1969), “Espejismo” (1972) o el magistral cortometraje “Cementerio de elefantes” (1973). La participación del músico Enrique “Paco” Pinilla en sus más importantes trabajos fue fundamental para alcanzar la perfección expresiva y de estructura que buscaba con el lenguaje cinematográfico.

Robles era un gran conocedor del espíritu humano y consideraba que su labor como maestro de cine pasaba, también, por forjarnos como personas. Lo que puede ser —como en efecto lo fue— un proceso doloroso. En la peligrosa aventura de aprender de Armando nos embarcamos varios, y vaya si nos transformó. No me dejarán mentir los hoy reconocidos fotógrafos Lorry Salcedo, Roberto Huarcaya y Jenny Woodman; Antonio Fortunic, entonces un joven arquitecto y hoy el más lúcido expositor del qué y cómo ver una película (además de director); Cady Abarca, ahora videasta multipremiado afincado en Nueva York; la artista plástica Esther Vainstein, que se acercó así a la experiencia audiovisual; Luis Vargas Prada, autor del único manual del cine de factura peruana; Ichi Terukina que de administrar el restaurante familiar en La Victoria terminó de teórico y filósofo (si cabe el término) del cine; Eduardo Guillot, un joven productor de comerciales hoy con obra premiada en Sundance; Kike Tello, bombero voluntario, experto en maderas y dueño de un aserradero en Barranco que descubrió en la magia de iluminar su verdadera pasión. Robles nos ayudó a reconocer nuestra grandeza después de hacernos ver el abismo de nuestras miserias, a superar nuestros miedos, a descifrar si lo que hacíamos era una expresión del ego o una sincera búsqueda estética, expresiva y creativa, y todo eso a los 17 años o 20 años puede ser algo abrumador. Armando, sin duda, marcó nuestras vidas de una manera especial. Nos enseñó a hacer cine, sí, pero principalmente nos enseñó que solo la libertad nos convierte en seres capaces de crear o, lo que es lo mismo, vivir y no simplemente sobrevivir.


El Comercio, 11 de agosto de 2010

La educación en el "nosotros"

¿Quién enseña a las niñas y niños eso llamado “nosotros”, base de un país articulado e inclusivo? ¿El colegio? No lo parece. En los libros escolares las poblaciones indígenas están ausentes pese a que el Perú es uno de los países con mayor diversidad etnolingüística y cultural del continente. Otro ejemplo: cerca del 70% del Perú es selva amazónica, territorio ancestral de una multiplicidad de poblaciones indígenas, compatriotas de los que casi nada se menciona. La selva es —en términos escolares— un vasto territorio rico en finas maderas, reservas de petróleo y plantas de valor alimenticio, medicinal e industrial. ¿Y la gente? Bien gracias. La sierra es —en ese mismo contexto— un emporio de minerales donde hay coloridas festividades tradicionales y punto. La escuela, la televisión y el ciberespacio forjan la manera en que las niñas y niños comprenden el mundo y se relacionan con él. ¿Aprenderán allí que hay un “nosotros”?
Este lunes 9 de agosto se conmemora el Día Internacional de las Poblaciones Indígenas del Mundo, instaurado en 1994 por la Organización de las Naciones Unidas, ONU. Con bastante lucidez Navanetham Pillay, alta comisionada de la ONU para los derechos humanos ha dicho: “Los indígenas necesitan y merecen más que una simple celebración simbólica, consagrado a la reafirmación del valor y la resistencia de la vida y sus culturas”.
Pero poco podrá avanzarse mientras no se comprenda la escuela como el espacio para la construcción del gran proyecto social del “nosotros”. Y eso pasa por algo tan simple como enseñar una geografía humanizada y humanizante.
El amauta Javier Pulgar Vidal (1911-2003) repetía incansablemente: “Yo diría que en el Perú el pasado, el presente y el futuro proceden de la geografía”. Refería, así, la importancia de conocer las características, limitaciones y potencialidades de nuestro territorio y la capacidad y diversidad de nuestros compatriotas para construir un país donde no unos y otros, sino de cómplice mirada entre todos. Difícil si se sigue con la terca torpeza de un mapa en el cual el profesor señala departamentos, regiones, ciudades y sus capitales, accidentes geográficos, simples nombres para memorizar. Los alumnos y alumnas recibirán información sobre los recursos explotables y explotados, y los productos útiles de tales lugares, y quizá una leve mención a alguna extraña costumbre local. En el caso de la geografía universal —globalizada— será la misma cantaleta: apréndase usted todas las capitales, y ya. Cultura general que le dicen. Lo que nadie les contará a las niñas y niños —siquiera por cortesía— es que más de 370 millones de seres humanos en setenta países habitan las zonas de mayor diversidad biológica del planeta, y que dependen de la conservación de esas riquezas para su sobrevivencia. Nadie les dirá que existen más de cinco mil pueblos indígenas en el mundo, tampoco que en el continente americano 50 millones de personas son indígenas, lo que representa el 12% de habitantes de la región (alcanzando en algunos países hasta el 80%). Los jóvenes ingresarán a la universidad sin conocer que los pueblos indígenas hablan la mayoría de idiomas existentes en el mundo, que en sus conocimientos ancestrales puede estar la respuesta a los desafíos ambientales del siglo XXI. Nada les habrán enseñado su espiritualidad, cosmovisión y clara comprensión que estamos dañando el planeta y que eso nos afectará a todos, es decir el “nosotros” que pocos parecen comprender y querer.



El Comercio, 07 de agosto de 2010

El creador de un hombrecito extraordinario

Por más de cuarenta años no se tuvo idea de que pasó con la aeronave piloteada por el escritor y aviador francés Antoine de Saint-Exupéry. Un día como hoy, 31 de julio de 1944 cayó al mar Mediterráneo. En el año 2000 los investigadores Lino von Gartzen y Luc Vanrell localizaron el desaparecido avión, a ochenta metros de profundidad. Y el rompecabezas empezó a armarse. Una cosa llevó a la otra, se siguieron, claves, pistas y datos hasta dar, en el año 2008, con un anciano alemán de 88 años llamado Horst Rippert, un periodista deportivo jubilado. Él les contó la historia.
Corrían los días de la Segunda Guerra Mundial cuando Rippert —entonces un joven piloto alemán de 24 años— derribó un avión que cayó hundiéndose en el mar, cerca de la costa de Marsella, sobre el Mediterráneo. “A los días de mis disparos dijeron que era Saint-Exupéry. Esperé y espero que no fuera él”, les dijo. Pero el piloto de esa nave sí era por desdicha el autor de: “El aviador”, “Vuelo nocturno”, “Tierra de hombres”, “Piloto de guerra”, entre otras obras.
Saint-Exupéry era, paradójicamente, considerado un héroe por el hombre que lo abatió: “Todos lo habíamos leído, adorábamos sus libros. Describía admirablemente el cielo, los pensamientos y los sentimientos de los pilotos. Su obra produjo la vocación de volar en muchos de nosotros. Si lo hubiera sabido, jamás habría disparado”, comentó Rippert a un diario francés.
Así murió el hombre que legó a la humanidad uno de los personajes más inspiradores y lúcidos de todos los que pueblan la vasta literatura terrícola. Un año antes de que dispararan sobre su avión publicó su inmortal relato corto “El Principito” (1943), con dibujos de su propia factura. Una obra que ha sido traducida a más de 180 lenguas y dialectos, y es el segundo libro más leído del planeta, después de la Biblia.
“El Principito” es una metáfora del sentido de la vida, la búsqueda de la felicidad y del amor. El extraordinario hombrecito que lo protagoniza le hace ver a otro de los protagonistas —el aviador—la estupidez humana, y la pérdida de la sabiduría, sencillez y sensibilidad de la infancia que padecen —padecemos— los adultos.
El escritor-aviador que fue derribado sobre el Mediterráneo quiso con esta historia reencontrarse consigo mismo, tratar de que los niños lo siguieran siendo siempre: libres, valientes, curiosos y soñadores. Quiso, también, despertar al adulto razonable de su mediocre modorra y darle el valor de sacar al niño que vive en su interior y busca respuestas sobre las cosas más simples y sencillas de la vida. Ese niño o niña que quiere “escuchar a las estrellas sonando como campanas” y entregar sus sueños, esperanzas e ilusiones sin esperar recibir nada a cambio.
“El Principito” es una crítica a la pedantería y erudición baratas, a la tentación por lo oscuro, al afán de acumular poder. Este niño de melena color del trigo, sueña y es el único amo de sus sueños y de sus fantasías. Y por eso aterroriza a personajes insoportables como el tal Hugo Chávez, quien lo ha vetado en la Venezuela cuya esperanza trata de destruir. Su Plan Revolucionario de Lectura —para “estimular la ideología socialista a través de libros revolucionarios para construir al hombre nuevo”— considera al extraordinario hombrecito de Antoine de Saint-Exupéry una amenaza.
“El Principito” es pues un poderoso símbolo político de libertad, de transparencia, de verdad. Así las cosas, quizá lo que nos haga falta para, en el 2021, llegar a ser esa nación del Primer Mundo de la que tanto nos habla el doctor Alan García son ciudadanos y líderes con la capacidad de convencernos de que: “Lo bello del desierto es que en algún lugar esconde un pozo”, y que solo juntos podremos encontrar ese pozo de agua clara y vivificante.

El Comercio, 31 de julio de 2010

sábado, julio 24, 2010

¿Qué tal algo inesperado?


Lima tirita. Hace 46 años que la capital del país no sufría frío tan intenso. En este clima helado —con gran parte del Perú declarado en emergencia por la ola de frío que azota también al resto de América del Sur—, el doctor Alan García nos dará este miércoles 28 el mensaje previo a su último año como presidente de la República. Los aguafiestas de siempre (léase: los políticos de oposición, los que quisieran estar en el podio en vez del orador, quienes candidatearon solo para saborear la derrota) ya están diciendo que no esperan nada nuevo. El presidente del Consejo de Ministros, Javier Velásquez Quesquén, dice sin embargo que deberíamos poco menos que estar saltando de alegría pues el presidente planteará los desafíos al 2021 para convertirnos en un país del primer mundo. Ojalá, pero lo malo es que el próximo año no sabemos quién estará ocupando el sillón presidencial y si le interesarán un pepino los desafíos de García.


Así las cosas y para no caer en la categoría de “aguafiestas”, repetimos que ojalá lleguemos pronto —por el bien de todas y todos— a ser un país del primer mundo, pero como se lo entiende en el siglo XXI: impulsado por energías limpias y renovables, encaminado en la senda de desarrollo sostenible, donde en la agenda política sea una prioridad la recuperación y conservación de los recursos naturales y el diálogo con los habitantes de las zonas donde han de desarrollarse los grandes proyectos de infraestructura y aprovechamiento de los recursos. Un país en orden, seguro y pacífico, donde todos los sectores de la sociedad se sientan representados, donde no quede niña ni niño sin aprender a leer y todos tengan las mismas posibilidades (o al menos parecidas) para desarrollar su potencial creativo, intelectual, emocional y espiritual y nadie se eche a dormir con la barriga vacía. Un lugar donde la corrupción sea considerada palabra soez y el delincuente de cuello y corbata no encuentre club, cargo público ni empresa que lo tolere. Un país del primer mundo del siglo XXI donde los gobernantes se preocupen en algo por dar ciertas alegrías y una buena dosis de esperanza a quienes los eligieron (o sea, algo así como Finlandia pero más tibiecito). Y todo esto está muy bien, pero sería mejor no esperar 11 años para adoptar las medidas que eviten la muerte por frío de nuestros compatriotas en los Andes, por falta de energía en sus hogares, por carencia de abrigo y de vivienda digna, por debilidad derivada de la desnutrición o por la imposibilidad de recibir atención médica a tiempo.
En fin, sí deberíamos esperar algo del mensaje presidencial y cruzar los dedos para que, en su último año de gobierno, el doctor Alan García decrete: el derecho a respirar aire puro, a beber agua clara y no contaminada de todo río y riachuelo que cruce el territorio nacional, a gozar de paisajes jamás alterados, a mirar el horizonte sin que gigantescas plataformas petroleras interfieran con la puesta de sol a todo lo largo de nuestra costa (pasa en un pedacito, pero ¿en toda?), a que los cultivos transgénicos sean declarados enemigos de la patria y sirvan de alimento para los sentenciados por terrorismo (a ver si son tan inocuos como se sostiene); a que queden los cerros llenos de oro sin ser convertidos en mina (algunos, al menos) y a que los lodos y los basurales se conviertan en jardines y lagunas. Es decir que por decreto nuestra vida se desenvuelva en un ambiente limpio, tranquilo y armonioso. ¿Por qué no esperar todas estas novedades? De ilusión también se vive, dicen.

El Comercio, 24 de julio de 2010

Expulsado por 'verde'

Veamos. Según nuestra Constitución, el Ministerio del Interior se encarga, entre otras cosas, de velar por la seguridad ciudadana. Con la cantidad de asaltos, violaciones y crímenes perpetrados a diario diríase que el ministro Octavio Salazar no leyó esa parte. Lo que sí parece haber leído —y malinterpretado— es que tiene potestad para decirles: “Lárgate o te lo digo a mi manera, fuera, fuera” (misma cumbia de los Hermanos Yaipén) a quienes son una amenaza para la seguridad de nuestro país o realizan actividades distintas a las consignadas en su permiso de residencia. Lo que está muy bien si hay razones para hacerlo, pero Salazar ha generado tamaño enredo con el caso del religioso británico Paul McAuley.

Y el asunto ha traído una larga cola: protestas, pronunciamientos internacionales, ofrecimientos de las comunidades indígenas para proteger al hermano, es decir indignación generalizada. Y es que la Dirección General de Migraciones (Digemín) del Ministerio del Interior acusó sin pruebas a McAuley de realizar “actos contra la seguridad del Estado, el orden público interior y la defensa nacional”, y le canceló su residencia. Según Migraciones, el religioso habría infringido el artículo 63 de la Ley de Extranjería por apoyar a los nativos en sus protestas ambientalistas. Ajá, vaya amenaza. Salazar —que no ha dicho ni pío ante el hecho de que Lori Berenson, terrorista emerretista para más señas, ande suelta en plaza paseándose por Miraflores— dijo que el británico tenía siete días para dejar el país. ¿Dónde está escrito que un religioso no puede apoyar a su comunidad cuando esta se siente amenazada? Siguiendo la lógica del ministro, ¿un sacerdote que protesta junto a sus parroquianos capitalinos contra la comercialización de drogas, la prostitución en las esquinas o los accidentes de tránsito es también una amenaza? Francamente.

Monseñor Miguel Cabrejos, presidente de la Conferencia Episcopal ha dicho: “La defensa del medio ambiente no solo es por la protección de la naturaleza, sino del espacio donde se debe desarrollar el ser humano en forma digna”. Pidió a las autoridades velar por el debido proceso en el caso de la orden de expulsión de McAuley, actualmente en el Poder Judicial. Monseñor Cabrejos enfatizó: “Es importante comprender que la labor de la Iglesia es evangelizar, pero también velar por el cuidado de la promoción humana integral, educación, salud, etc.”. Lo que a Salazar debe haberle sonado a grave amenaza contra el Estado. Y mientras se preocupa tanto por un religioso “verde”, que simplemente cumple su labor pastoral, los narcotraficantes y terroristas siguen haciendo de las suyas en el VRAE, y en las ciudades proliferan los ajustes de cuentas, robos y secuestros.

El ministro del Interior quizá no lo sepa, pero un gran hombre que no fue amenaza sino esperanza dijo: “La cuestión del medio ambiente está íntimamente relacionada con otros importantes problemas sociales, pues abarca todo lo que nos rodea y todo aquello de lo que depende la vida humana. A este respecto la reflexión sobre [...] la obligación de favorecer un ambiente seguro y sano”. Ese hombre fue Juan Pablo II, el Papa Peregrino, ante la Plenaria del Consejo Pontificio Justicia y Paz, en noviembre de 1999. A la luz de la doctrina social de la Iglesia, los sacerdotes no pueden ser ajenos a la problemática ambiental y ecológica, y menos abandonar a sus feligreses cuando se sienten amenazados. Lo demás son temores infundados, intereses soterrados y maniobras vergonzosas.




El Comercio, 17 de julio de 2010