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sábado, noviembre 02, 2013

Y...­Francia creó el cine!

El cine tiene origen francés, por donde se lo mire. Ya sea como arte, industria, espectáculo, medio publicitario, invento tecnológico, los primeros balbuceos del lenguaje cinematográfico y el uso de efectos especiales. El cine, como el Champán, nació en Francia.

Todo empezó en Francia a finales del siglo XIX gracias a la creatividad de los hermanos Lumière. Aunque algunos hayan querido atribuirse la paternidad del cinematógrafo, fueron ellos, y solo ellos, los verdaderos inventores.
Su mismísimo apellido, Lumière (luz en castellano), tiene una carga de predestinación; después de todo, ¿qué otra cosa es el cine sino, para empezar, la sofisticada domesticación de la luz? Auguste (1862-1954) y Louis (1864-1948) eran hijos de un fotógrafo, y en el taller paterno batallaron incansablemente contra la imagen estática, experimentando cómo liberarla para darle movimiento.
Y no pararon hasta lograrlo. Cumplieron así el sueño de diversas generaciones que infructuosamente trataron de darle vida propia a las imágenes y la de aquel anónimo artista rupestre que trató de crear la sensación del movimiento plasmando un jabalí de ocho patas, en la cueva de Altamira (España, curiosamente bastante cerca de la frontera con la actual Francia).

­CUIDADO CON EL TREN!
Para finales del siglo XIX, los Lumière proyectaron en París "La llegada de un tren a la estación de La Ciotat". Sobra recalcar que los espectadores saltaron despavoridos de sus butacas creyendo que la locomotora se saldría del ecran y los arrollaría, a toda máquina. Después de todo, nunca antes se había visto una imagen real, de gran tamaño, moviéndose aparentemente hacia uno. Para los historiadores esa accidentada proyección es la partida de nacimiento del llamado séptimo arte. Pero los Lumière, como quien no quiere la cosa, descubrieron también que ese movimiento era parte de un lenguaje nuevo. Estos curiosos infatigables filmaban de todo y fue cámara en mano, recorriendo Venecia en una góndola, que nos regalaron uno de los fundamentos del lenguaje cinematográfico: el movimiento en la relación objeto-cámara, en este caso era la cámara la que se deslizaba captando construcciones estáticas: fue el primer "travelling" de la historia.

A LA LUNA
Si bien durante los siguientes años creadores de todo el mundo comenzaron a experimentar con el invento de los Lumière, en Francia nacía un nuevo aporte y un nuevo género cinematográfico: los efectos especiales y el cine de ciencia ficción. Todo esto ocurría en los dos primeros años del siglo XX, gracias al mago del cine, el genial Georges Méliès, con su película "Le Voyage dans la Lune" o "El viaje a la Luna" (1902), inspirada en la novela homónima de Julio Verne.
Méliès (1861-1938) desarrolló además otros aspectos técnicos y narrativos que influyeron fuertemente en este arte y sus posibilidades expresivas. Descubrió que podía detener la filmación y, sin mover la cámara, colocar otro elemento en el lugar de la imagen filmada (Stop trick); cosa que hizo en "El viaje a la Luna" (donde vemos la Luna dibujada y luego la misma Luna con expresión de dolor, pues tiene un cohete estrellado en un ojo). Este parisino usó además la exposición múltiple, la fotografía cuadro por cuadro en un determinado lapso de tiempo, la disolvencia para marcar el paso de tiempo o de una secuencia a otra y la técnica de colorear a mano los fotogramas.
Si los Lumière quisieron que las imágenes se movieran, Méliès aspiró a darles color y a alejarlas lo más posible de la realidad, para crear visiones irreales, oníricas, extravagantes e imposibles, dándole con ello categoría de arte a lo que pudo quedarse en simple invento técnico. A estos nombres hay que sumar los de Gaumonto, Pathé y tantos otros.



LA SECRE Y EL ESTUDIO
En 1895, se funda Gaumont (hoy por hoy la productora más antigua del planeta), impulsada por el ingeniero e inventor León Gaumont (1864-1946). Esta empresa francesa sigue operando con marcado éxito, desde que empezó a producir cortos comerciales en 1897 para promover los proyectores que vendía. Y fue allí que, en 1896, una mujer se transformó en directora de cine. Alice Guy-Blaché fue una secretaria que la historia reconoce como la primera cineasta con su película "La Fée aux Chaux". Esta pionera fue jefa de producción en Gaumont, desde 1897 a 1906, y responsable de más de 400 películas; su carrera continuó en Estados Unidos.
Para fines de la década del 30, Jean Renoir -hijo del afamado pintor- dirigió lo que se considera la primera gran obra maestra del cine francés: "La Règle du Jeu" o "La regla del juego" (1930). Y el resto es historia.
Si los Lumière quisieron que las imágenes se movieran, Méliès aspiró a darles color y alejarlas lo más posible de la realidad, para crear visiones irreales, oníricas, extravagantes e imposibles.

El Dominical, 14 de julio de 2013

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