La degradación ambiental no es espontánea. No. La contaminación de aire,
agua, mar, los crecientes basurales, la depredación de los bosques, tiene
responsables. Usualmente apuntamos el dedo acusador hacia alguna autoridad o
empresa (y en algunos casos la achuntamos), bien haríamos en dirigir ese mismo
dedo hacia nosotros. Después de todo, la mayor parte de los problemas que nos
aquejan directamente, que nos incomodan y amenazan son producto de nuestros
patrones de conducta y consumo. Muchos no están dispuestos a hacer nada, pero
felizmente muchísimos más, sí.
Día a día la ciudadanía toma conciencia de su rol en la recuperación del
ambiente que los cobija y la reacción es poner manos a la obra para concretar
proyectos verdes. Los brazos y el buen ánimo de miles y miles alrededor del Perú
han logrado -con alternativas de bajo costo- reciclar basura, crear zonas
agrícolas en arenales, ahorrar el agua, sembrar alimentos en azoteas y patios
escolares, entre otros. Organizar y canalizar esos esfuerzos es la mejor
estrategia para mejorar la calidad de vida en las zonas urbanas y
urbano-marginales.
No estamos para esperar que las autoridades y los políticos cumplan su
palabra, responsabilidad y trabajo, porque eso sería una excepción y no la
norma. Es ingenuo creer que la reacción verde emanará de la élite del poder, las
soluciones emanan de las bases. Estas se han convertido ya en ejemplo para
ociosos alcaldes, presidentes regionales, congresistas y demás malas hierbas.
Desde el 2009 el Ministerio del Ambiente otorga el Premio Nacional de
Ciudadanía Ambiental (hoy anunciará a los ganadores de las 7 categorías que
recibirán S/.5.000 y un diploma). Si uno repasa en las postulaciones del 2013,
observará que el 30% son proyectos de educación ambiental comunitaria, 15% de
participación comunitaria ambiental, 13% de voluntariado, 13% de econegocios y
biocomercio, 11% de comunicación, 9% de expresiones artísticas y 9% de
tradiciones ambientales populares.
En 4 años se han presentado 593 experiencias que de repetirse a gran escala
servirían para lograr ciudades saludables, sostenibles y amigables. Solo la
gente logrará que el verdor y la pureza ganen la batalla.
El Comercio, 16 de julio de 2013
efectivamente: La degradación ambiental no es espontánea.Tampoco casual, esta es resultado de mas de 500 años de transculturacion a sangre y fuego. te explico brevemente. En la antiguedad se reverenciaba naturaleza por ser prodigadora de vida y sustento, la madre tierra era sagrada, los rios, acequias por donde surcaba la "sangre" de la madre que fructificaba las "chacaras", se le reverenciaba con fiestas interminables con sus respectivos convites orgiasticos y sacrificios,llamas por lo general segun informacion historica. La llegada de xpianos, trastoca las creencias las que son perseguida y extirpadas con sangre y fuego hasta donde se pudo, y la evangelizacion a la prepo,trastoco mentalidades de tal manera que produzcolo que le he llamado "odio contra la naturaleza". Los naturales, de amar y reverenciarla, pasan lentamente al odio feroz contra ella y ese odio se manifiesta en su loca y demencial destruccion. En las ultimas decadas, ese odio se ha incentivado desde las tiendas de la neo evangelizacion ignara de las sectas evangelico- cristianas, a quienes en lo particular considero la peor amenaza para la preservacion de nuestro parimonio inmaterial. En caserios y villorios de la sierra, selva y costa de nuestro pais, a traves de la predica vocinglera e histerica promueven la persecucion de los cultores de la memoria y el conocimiento milenario de plantas medicinales y otros conocimientos por ejemplo el lenguaje contenido en los tejidos que les permite difundir su identidad, lugar de nacimiento, estado civil, linaje son perseguidas por ser "agentes del demonio" e incluso asesinados por esa masa ignara y manipulable. Y quien debe supervisar el modus operandis de esta sectas imbeciles y perversas es el Ministerio de Justicia que cruzado de brazos permite el exterminio de la memoria historica y cultural del Peru. ¿hasta cuando?
ResponderBorrarolvide mencionar que el odio contra la naturaleza, se manifiesta en la conversion paulatina de lagos, rios, acequias y oceano en deposito de basura, los bosques, talados inmisericordemente y un sinfin de barbaridades.
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