La caída del precio internacional de los metales ha sido el campanazo que
necesitaba el Perú para despertar del ensueño de un territorio exclusivamente
minero.
La visión del "país del oro" ha quedado hecha añicos por los naturales,
previsibles e históricos vaivenes de los mercados internacionales. El mensaje es
claro: tener todos los huevos en una misma canasta no es una buena idea y menos
si esta se refleja en la política económica. Ahora bien, habrá que ver si este
choque con la cruda realidad es asumido con responsabilidad por los lobbistas,
las autoridades, los sachaliberales, por los propios antimineros y, muy
especialmente, por los congresistas que tienen, con nuevas leyes, que ayudar al
verdadero Perú a emerger.
Llegó la hora de abrazar una "gran transformación", pero de ninguna manera
nos estamos refiriendo a esas ideas socialistoides y trasnochadas del humalismo
"prehoja de ruta". ¡No!
La "gran transformación" pasa por entender al Perú, nuestro país, no solo
como un país minero sino también forestal, agrícola, agroindustrial, pesquero,
ecoturístico, cultural, entre varias otras potencialidades. La diversificación
económica suena a blasfemia a los oídos de los sachaliberales criollos, quizá
una de las especies más dañinas de estas tierras por su influencia pese a que,
en su mayoría, exhiben su ignorancia supina sobre la realidad ambiental,
geográfica, sociocultural, espiritual y las nuevas formas de expresión política
de base popular.
En el caso de los antimineros, encabezados por el cubanófilo presidente
regional de Cajamarca, Gregorio Santos (alias 'Comandante Marañón'). Esta
especie protesta ahora por el bajón del canon minero, que no es sino el
resultado de la caída del precio de los metales y por ende de la rentabilidad de
las empresas del rubro. Pero... un momentito. ¿No que están contra la minería?
Bueno, pues, señor Santos y demás saltarines, sientan la pegada y entiendan: a
menos minería menos canon para las regiones. Así que menos protestas y más
propuestas.
En el Perú empieza ya a sentirse el viento de la crisis internacional, como
lo alertó hace dos años, en plena bonanza económica, Hernando de Soto, y sugirió
que se empezaran a tomar las medidas preventivas necesarias, recordándonos
también la lógica de la baja de los metales. Como es usual, la fiesta siguió y
no se hizo nada para incentivar las nuevas inversiones, la innovación y la
competitividad. La lógica del terremoto, sabemos que se viene uno pero siempre
nos atrapa desprevenidos. ¿No?
La diversificación de la economía no puede esperar más. El impulso dado a la
minería, con marcos legales y tributarios especiales, debe extenderse a otras
áreas. Solo así podremos enrumbar por el camino del desarrollo económicamente
sostenible con inclusión y con capacidad de resistir. Vamos, hay que poner los
huevos en distintas canastas. Así de simple. Caray, hasta está bien dibujado en
nuestro escudo nacional. Allí en tres campos están retratadas nuestras riquezas
naturales. Mucho más que el cuerno de oro.
El Comercio (Opinión), 17 de agosto de 2013
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