Karol Wojtyla (1920-2005), Juan Pablo II, quedará en los anales de la
historia como uno de los líderes más influyentes y carismáticos del siglo XX.
Pronto será canonizado y será un santo de nuestros tiempos.
Actor, poeta, dramaturgo, filósofo, teólogo, amante del aire libre, diestro
ajedrecista, integrante de la resistencia contra los nazis y abierto enemigo de
la asfixiante ideología comunista, fue el primer Papa polaco. Fue el Papa
Peregrino y viajó incansablemente llevando su mensaje de paz, amor y unidad,
especialmente a la juventud. Visitó el Perú y hasta hoy resuena su voz en la
selva diciendo "el Papa es charapa".
Este hombre sencillo acercó a los líderes de otras religiones (judaísmo, el
islam, Iglesia Ortodoxa Oriental y la Comunión Anglicana) para forjar una sólida
cultura de la vida, frente a la cultura de la muerte que crea desesperanza y
confusión. La consideró hija del materialismo, del capitalismo salvaje, del
hedonismo y relativismo moral.
Este próximo santo fue clave para erradicar el comunismo de la Europa del
Este y si a alguien le debemos un mundo unificado tras el desplome del Muro de
Berlín, es a él. Pese a su activo anticomunismo, el tirano de Cuba reconoció la
grandeza del polaco y lo recibió con los mayores honores ante una fervorosa
multitud, en 1998.
La santificación de Juan Pablo II debería ser recibida como un llamado de
atención por los sembradores de odio que, desde distintas plataformas mediáticas
y partidos políticos, polarizan y dividen al Perú. Y es que la "cultura de la
muerte" está enquistada en izquierdas y derechas: en los empresarios y sus
propagandistas que propugnan una economía insolidaria y voraz, y también en los
agitadores profesionales que pretenden frenar toda inversión solo para darse a
conocer.
Todos ellos quieren imponernos su pensamiento único, particularmente los
insultadores a sueldo que vía medios de comunicación y redes sociales invocan el
odio e intentan confundir a la opinión pública inventando inexistentes enemigos
y proponiendo abominaciones como la "despenalización" del aborto. ¿Para qué?
Simplemente para generar polémica y mantenerse vigentes aún triturando la
verdad.
El anuncio de la santificación de Juan Pablo II llama a la unión de los
peruanos. Ojalá sirva para que los sembradores de odio depongan su soberbia y
usen sus espacios de poder para construir. Habría que recordarles la "Oración
simple", erradamente atribuida al santo de Asís: "Señor, haz de mí un
instrumento de tu paz. Que allá donde hay odio, yo ponga el amor [...]. Que allá
donde hay discordia, yo ponga la unión. Que allá donde hay error, yo ponga la
verdad [...]". ¿Ya?
El Comercio, 06 de julio de 2013
Yo les llamo "odiadores profesionales", porque como bien conocemos, cuentan con "chamba" en distintas oeneges rojas y sus distintos matices llegando hasta el fresa o rosate.Todas ellas claro, financiadas por la caduda internacional socialista, compuesta hoy por org. "verdes" alemanas, suecas, holandesas y una que otra despistada canadiense o norteamericana, porque de los rusos no reciben ni una pera.
ResponderBorrarHabría que invitarles a un "dialogo" mediando taza de café con racumin.
Saludos