Hace ya buen tiempo que el Perú necesita una revolución. Una que evite el escandaloso derroche del mayor recurso natural con que cuenta una nación: el cerebro. Ese órgano maravilloso con la infinita capacidad de crear, de pensar y buscar soluciones y única garantía de desarrollo, de bienestar y de construcción de una nación grande y un futuro mejor, individual y colectivo. Es una revolución de tizas y pizarrones, de papelógrafos y plumones, de un ejército de hombres y mujeres de bien, dispuestos -en costa, sierra y selva- a espantar las tinieblas de la ignorancia.
Difícil tarea, pues los millones de estudiantes peruanos, ávidos de aprender, son prácticamente rehenes de una cofradía ideologizada cuyos dirigentes fungen de maestros y usan la educación como coartada para descabelladas demandas. ¿Qué pueden atreverse a pedir estos señoritos del elitista y muy rojo club del Sutep (y su ala radical el Conare-Sutep) si el paupérrimo e indignante resultado de su trabajo salta a la vista? El Perú figura en los últimos puestos en las pruebas internacionales de comprensión lectora y lógico-matemática, gracias a esta chusma que tiene el desparpajo de decir que tomará las calles en repudio a la nueva ley de reforma magisterial. Y la debacle educativa es financiada con nuestros impuestos. ¿Hay derecho? No, por supuesto que no, es hasta inmoral que el Estado descuente de nuestros ingresos, montos que terminan en manos de quienes lejos de cultivar la mente y el espíritu de las nuevas generaciones, los contaminan y emboban. Una vez más habría que pensar en copiar el modelo educativo de Finlandia, después de todo sus estudiantes son los mejores de Europa y están entre los tres primeros del mundo. No se crea que los profesores de ese hermoso país nórdico gozan de sueldos envidiables ni que sus escuelas están notablemente equipadas. El gran secreto lo revela el profesor Timo Riiho: Mantenemos nuestra educación por encima del debate político partidista, comentó alguna vez en el diario "La Vanguardia", de España. Riiho explicó en esa entrevista la alta preparación del profesorado finlandés: todos deben hablar las dos lenguas oficiales del país (finlandés y sueco), además de inglés. Los maestros de primaria son licenciados en pedagogía y deben completar una licenciatura universitaria especializada: Física, Biología, Literatura. La mayoría obtiene un doctorado antes de proponerse como profesor. ¿Por qué debemos soportar aquí la mediocridad del Sutep y sus revoltosos?
En su extraordinario "Ensayo sobre la educación en Latinoamérica", el gran escritor argentino Ernesto Sábato escribió: "En el sentido etimológico educar significa desarrollar, llevar hacia afuera lo que aún está en germen, realizar lo que solo existe en potencia. Esta labor de partero del maestro muy raramente se lleva a cabo y, tal vez, es el centro de todos los males de cualquier sistema educativo". Lean, profesorcitos sutepistas. Que lo entiendan es otro cantar.
El Comercio, 24 de noviembre de 2011
Hola, he visitado su web y me gustaría proponerle una colaboración en materia de contenidos.
ResponderBorrarSi lo desea puede escribirme a costa19791979@gmail.com.
Gracias. Un saludo,
Liliana.
En la Luna de Paita, a pesar de ser editora de un diario tan grande: Conare-SUTEP nada tiene que ver con el SUTEP real, son dos sindicatos distintos, sin nexos. Es como decir la CGTP y la CTP.
ResponderBorrar