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sábado, diciembre 22, 2012

Finlandia puede enseñarnos a enseñar

Los chicos y chicas finlandeses logran que su país aparezca, siempre, entre los tres primeros lugares de las pruebas educativas PISA (Programme for International Student Assessment). Los estudiantes peruanos lo hacen igualito solamente que al revés: es decir empezando por los últimos puestos. Y aquí no vale eso de que los últimos serán los primeros, porque hace rato que seguimos siendo los últimos. El Perú anda por el piso en eso de PISA, y no se ven mejoras sustanciales. Según el reconocido educador León Trahtemberg: "Si no podemos dar saltos grandes en la próxima década, el Perú tendrá el estatus de un analfabeto mundial". Y el asunto debe preocuparnos lo suficiente como para quitarnos el sueño, porque es un hecho que la educación es el principal recurso de un país para competir internacionalmente y para construir una ciudadanía, responsable, solidaria y ética, y con ello un futuro viable.


¿Qué mide PISA?, se preguntarán algunos. Mide lo elemental: el dominio de las matemáticas, las ciencias y la lectura. Fue diseñada por la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OCDE, por sus siglas en inglés), y su muestra abarca a adolescentes de 15 años, de ambos sexos, en 65 países. Ya tenemos a un par de generaciones peruanas evaluadas y está claro que no entienden lo que leen y son bastante malos para resolver operaciones que involucren fórmulas y números. ¿Qué hacer? Ya lo hemos dicho y lo repetiremos hasta el cansancio: un primer paso es aprender de los mejores. En ese sentido, Finlandia tiene mucho que enseñarnos sobre cómo enseñar. Estamos hablando de un sistema educativo considerado como el mejor del planeta. Finlandia, dicho sea de paso, es un país con el que tenemos extraordinarias relaciones diplomáticas y, principalmente, una profunda amistad basada en el respeto y que nos brinda cooperación en diversas áreas. ¿Qué más podemos pedir para empezar con sus consejos una nueva forma de educar?

El experto en innovación en educación Tony Wagner ha estudiado a fondo el sistema finlandés y considera que su éxito se basa en la confianza, la transparencia, el respeto y en enseñar a pensar en vez de memorizar. En esa receta del triunfo la confianza resulta, sin duda, el ingrediente principal. No le caería mal a la ministra de Educación darse una vuelta por la bella tierra de Papá Noel y traernos de regalo los cimientos para una educación de calidad que permita a las niñas y niños del Perú desarrollar todo su potencial intelectual, creativo y espiritual. Acudir a escuelas seguras y confiables y librarse de un gremio de profesores que gusta agitar trapos rojos para evitar ser evaluados. ¿Quién puede confiar en ellos? Miremos a Finlandia y permitamos que nos enseñen a enseñar.

El Comercio, 20 de octubre de 2012



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