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sábado, noviembre 10, 2012

¿Servirá de algo Río+20?

La próxima semana más de 100 líderes mundiales se darán cita en la Cumbre de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible. En los últimos días Río de Janeiro, Brasil, ha congregado a delegaciones de expertos, para afinar el futuro que queremos. Se espera que ese documento final de Río+20 sea la hoja de ruta para lograr el desarrollo sostenible planetario. ¿Será?

Tras décadas de reuniones en las que se habla, se acuerda y luego se incumple, termina uno por cuestionarse si las conferencias ecológicas sirven para algo. Después de todo andamos dando vueltas sobre lo mismo, cumbre tras cumbre, desde la histórica conferencia de Estocolmo de 1972, que puso el tema ambiental en la agenda política mundial (por el estado de las cosas se diría que quedó bien encarpetada). ¿Qué ocurre? Simplemente que los gobiernos cambian y cada nuevo líder tiene su propia visión y sus prioridades. Veamos.
Hace dos décadas se realizó en la misma ciudad carioca la más grande cumbre verde de la historia: la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, CNUMAD o Río-92. En esa reunión representó a nuestro país el presidente Alberto Fujimori y asumió una serie de compromisos. Desde entonces mucha agua ha corrido bajo el puente y cuatro presidentes distintos han guiado nuestros destinos. Por más tratados que se firmen, cambian los gobernantes, sus prioridades y los procesos se retrasan.
Los papeles, documentos y tratados sobre temas ambientales forman verdaderas montañas, pero la palabra definitivamente no crea la cosa. Se requiere mucha voluntad política para empezar a moldear una sociedad social, ecológica y económicamente sostenible.
La vocación de la ciudadanía es una, y la respuesta de los gobiernos lo contrario. Hay una clara disociación entre la creciente conciencia de la población más favorecida sobre la problemática ecológica y la toma de decisiones de unas autoridades que parecen empecinadas en llevarnos al colapso biológico. En un país como el Perú, donde persiste la pobreza y la malnutrición, se diría que es más importante erradicar esos flagelos antes que conservar bosques o desarrollar emprendimientos ecoturísticos. Lo cierto es que los pequeños negocios verdes sacan de la pobreza de manera veloz, y esas comunidades beneficiadas -con sus problemas de sobrevivencia y calidad de vida resueltos- se convierten en los actores más activos del desarrollo sostenible.
El recordado conservacionista chileno doctor Godofredo Stutzin decía que la celebración de este tipo de reuniones internacionales es un arma de doble filo porque manifiestan inquietudes y soluciones, pero crean un clima de complacencia en que se acepta la receta en vez de la aplicación efectiva del remedio. Esperemos que esto no ocurra con Río+20. El planeta merece algo mejor y todos nosotros también.



El Comercio, 16 de junio de 2012 (Pag. A33)


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