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martes, octubre 11, 2011

De la editora



Jorge Luis Borges fue de esos niños que padecen las burlas de sus compañeros. Pulcro, brillante, tartamudo, despreciaba los deportes bruscos y era un lector impenitente que a los ocho años escribió su primer relato. Su padre le “reveló el poder de la poesía: el hecho de que las palabras sean no solo un medio de comunicación sino símbolos mágicos y música”, según anotó el autor de “El Aleph”. Pocos como Borges usaron esos símbolos mágicos y musicales para crear obras imperecederas que han influido, como pocas, en la literatura mundial. Umberto Eco, por ejemplo, lo incorpora en su novela “El nombre de la rosa”. ¿Quién sino es Jorge de Burgos, el monje español, anciano y ciego; antiguo custodio de la biblioteca de la abadía? Borges fue un erudito, amén de poeta, ensayista, crítico y narrador. Partía de la literatura para llegar a la filosofía y la teología, a las que consideró “ramas de la literatura fantástica”. A 25 años de su muerte, aquí nuestro pequeño homenaje.
MMMQ


El Dominical, 12 de junio de 2011

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